Fotos: Hace 22 años fue capturado el genocida Abimael Guzmán - 7
Fotos: Hace 22 años fue capturado el genocida Abimael Guzmán - 7
Editorial El Comercio

Este martes se cumplen 25 años de la captura del cabecilla de , , y de parte del resto de la cúpula de esa banda terrorista, y la ocasión debe movernos a los dos ejercicios habituales en toda efeméride: celebrar (o lamentar, según sea el caso) y reflexionar.

El apresamiento de Guzmán no fue un golpe de suerte, sino el resultado de un trabajo minucioso y sacrificado del Grupo Especial de Inteligencia Nacional (GEIN), pero para el Perú fue un hecho afortunado. Después de más de una década de muerte, destrucción y amenaza a nuestra incipiente democracia, se ganó la principal batalla contra esa gavilla de asesinos sin disparar un tiro. El futuro pareció abrirse de muchas maneras para el país y, de hecho, muchas cosas han mejorado desde entonces para el común de los peruanos. ¿Cómo no celebrar entonces el aniversario de la circunstancia que permitió todo eso?

Ocurre, sin embargo, que este aniversario coincide con otros hechos que nos compelen a lo segundo; esto es, a la reflexión. Nos referimos específicamente al inminente cumplimiento de la condena –y la consecuente salida en libertad– de importantes ‘cuadros’ y notorios militantes senderistas, a la noticia de que saldrán de la cárcel sin haber pagado las millonarias reparaciones que le deben al Estado (como informó este Diario el último jueves) y al espacio que sus organismos de fachada han ganado en el gremio magisterial durante la huelga que acaba de terminar.

A juzgar por las cosas que han dicho a la prensa, además, los condenados por terrorismo que pronto volverán a la calle no dan la impresión de ser individuos arrepentidos de su pasado e interesados por iniciar una vida distinta, por lo que la principal reflexión a la que la actual coyuntura nos conduce es clara: la lucha continúa.

Hacen mal, por lo tanto, quienes quieren barrer el problema debajo de la alfombra o ‘solucionarlo’ de un plumazo forzando la ley. Ni el silencio informativo al respecto ni una prolongación del tiempo de carcelería basado sobre las deudas impagas a las que hemos aludido, o un apresamiento sin respaldo jurídico de los nuevos agitadores que sintonizan embozadamente con el perverso ‘pensamiento Gonzalo’, sirven para ganar esa lucha.

En lo que concierne a lo primero, porque es obvio que mientras más información tengamos y mejor conozcamos al enemigo, más eficazmente podremos enfrentarlo. Y en lo que toca a las otras dos propuestas, más bien impulsivas, porque no podemos derrotar a quienes tienen por consigna violentar la ley y el orden, violentándolos también nosotros.

El Estado tiene que encontrar, por supuesto, la forma de cobrar esas reparaciones y mantenerse vigilante frente a los liderazgos tumultuosos que evidencien contactos con la subversión, así como frente a los senderistas que abandonan el encierro, y proceder contra ellos en el momento en que eventualmente cometan delitos, pero siempre con la ley en la mano.

El principal terreno donde esta batalla debe librarse, sin embargo, es el ideológico. Si el terrorismo no continúa alzado en armas es porque militarmente ya fueron derrotados y consideran que se encuentran ahora en un ‘recodo’ donde les corresponde acumular fuerzas de otra forma: en una lucha, digamos, –por el momento– desarmada. Pues, muy bien, acudamos nosotros también al campo de batalla de esa lucha, reafirmando los valores del Estado de derecho y poniendo en evidencia lo que el Perú ha ganado desde que ellos fueron reducidos a su condición actual, en cada espacio donde ese debate se plantee. En el fondo, esa será la mejor manera de celebrar estos 25 años de la captura del más abominable criminal de la historia de nuestro país y sus cómplices.