Fernando Vivas

Para el presidente Castillo, el ex canciller Héctor Béjar, era un señorón limeño distante en años y en maneras; el ex premier Guido Bellido ya era un pesado antes de volverse el enemigo dentro de la casa; el ex ministro del Interior Luis Barranzuela, era un completo advenedizo, como también lo fue Walter Ayala de Defensa, aunque este más simpático y patero. A Íber Maraví sí le dolió apartarlo, pues era amigo y colega de brega sindical. Quizá por eso, para atenuar el adiós, lo visitó en su despacho del Ministerio de Trabajo antes de envolverlo en el paquete de los que se fueron con Bellido.