El estilo PPK, la columna de David Rivera
El estilo PPK, la columna de David Rivera
David Rivera

Si un consenso existe sobre el primer mes de gestión del presidente es que su estilo personal en el ejercicio del cargo está marcando una diferencia fundamental con la de sus antecesores. En esta comparación, juega a su favor la autenticidad con la que se expresa sobre diferentes temas, incluido su “humor inglés”, y la sencillez con la que transmite haber asumido la responsabilidad de la Presidencia de la República.

No es lo único que está generando su estilo. Durante los últimos 15 años, los peruanos hemos asistido a un nivel de confrontación política insoportable para el ciudadano común. Los odios entre Toledo, García y Humala, que no dudaron en ser manifestados públicamente, generaron riesgos de vacancia, denuncias penales, comisiones investigadoras, congresistas y presidentes desaforados, etc.

Con PPK todo eso parecería haber terminado. Su actitud está reflejando la posibilidad de renovar las formas y el fondo del ejercicio de la política. El aporte del nuevo gobierno a esa renovación se ha potenciado gracias a la actitud de los representantes de Fuerza Popular. Porque la posición del fujimorismo no dista mucho de la que tuvo el Apra con Toledo, el humalismo con García o el fujimorismo y el aprismo con Humala.

La diferencia fundamental está en que al otro lado, en el gobierno, no hay quien pretenda responderles. Ni el presidente, ni el primer ministro ni tampoco en el Gabinete, aunque alguno de sus integrantes se haya ido de boca.

Ahora bien. ¿Cuánto oxígeno puede darle esta variable al gobierno? Intuitivamente podríamos decir que jugará a su favor por tiempo limitado. Pero un estilo así le podría asegurar a PPK una complicidad con la población que vaya más allá de lo previsible.

Tal vez no sería suficiente para mantener los niveles de aprobación de hoy, pero sí podría convertirse en una especie de compuerta por donde incluso sea posible canalizar las eventuales crisis.

Si esa actitud viene acompañada de posiciones firmes en temas fundamentales como la mostrada en el caso de la píldora del día siguiente y frente al cardenal Cipriani, Kuczynski puede terminar metiéndose al bolsillo a una parte de la población que originalmente no hubiese sido muy proclive a darle su confianza.

Que Kuczynski vaya a tener la capacidad de sostener esa actitud es algo que aún está por verse. Pero que está jugando a su favor y puede seguir haciéndolo es cada vez más claro.

Así las cosas, es interesante notar cómo el manejo político y la agenda de derechos ciudadanos han terminado dándole un impulso y un aire inesperados a este gobierno. Y también que, curiosamente, sea en los aspectos económicos donde haya mostrado sus primeros deslices. Tal vez sea en este campo donde deban comenzar a mostrar mayor realismo y ajustar sus propias expectativas.

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