El biólogo mexicano José Alfredo Hernández inició un proyecto de conservación del Ajolote de Alchichica en 2015. Foto: José Alfredo Hernández
El biólogo mexicano José Alfredo Hernández inició un proyecto de conservación del Ajolote de Alchichica en 2015. Foto: José Alfredo Hernández
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Julio Cortázar escribió un cuento en el que un hombre visita el acuario del Jardin des Plantes en París y se encuentra con los Axolotl. Ahí comienza su obsesión por esas criaturas que parecen tener corales por branquias, piel transparente y ojos de oro. Seres de piedra que con sus movimientos lentos evaden la trampa del tiempo.

Los también llamados ajolotes que describe Cortázar bien podrían ser Ambystoma mexicanun, los famosos ajolotes “rosas” endémicos del Lago Xochimilco, sin embargo, en México hay 17 especies endémicas de ajolotes, que si bien comparten ciertas características entre sí, poseen cualidades particulares.

Existe un tipo de ajolote en particular que, contrario al resto, es capaz de vivir en agua salada, el Ambystoma taylori, que vive exclusivamente en el lago-cráter de Alchichica, en el estado de Puebla, en el centro de México.

Ajolote en las profundidades de la laguna de Alchichica. Foto: José Alfredo Hernández.
Ajolote en las profundidades de la laguna de Alchichica. Foto: José Alfredo Hernández.

El ajolote de Alchichica es color pardo con manchas negras. Cada patrón de esas manchas es distinto, no hay dos iguales. Sus branquias (o corales, siguiendo la analogía de Cortázar) son de un color más oscuro, grisáceo a primera vista. Esta especie es neoténica (no todos los ajolotes lo son), lo que quiere decir que alcanza la madurez sexual aunque permanezca en estado de larva toda su vida. Y al igual que otras especies de este mismo tipo, es capaz de regenerar partes de su cuerpo, incluyendo órganos vitales.

Los ajolotes mexicanos están catalogados como una especie en peligro de extinción. Para el ajolote de Alchichica, el mayor factor de riesgo se encuentra en la amenaza que existe sobre su hábitat. A la laguna-cráter en la vive, a orillas de la carretera, se le acaba el agua.

Laguna de Alchichica con vista a los estromatolitos. Foto: Marlene Martínez.
Laguna de Alchichica con vista a los estromatolitos. Foto: Marlene Martínez.

La sequía, la sobreexplotación del subsuelo y la deforestación son la causa de la rápida disminución del agua de la laguna. A ello se le agrega la contaminación,  la amenaza por las viviendas que ya existen a la orilla de la laguna y la latente venta de lotes ahí mismo, aún cuando debería ser un área natural protegida.

Ante estas amenazas, el biólogo José Alfredo Hernández inició una estrategia de conservación de esta especie de ajolote, que incluye el rescate de su hábitat a través de campañas de limpieza, reforestación, concientización de la población y también el mantenimiento de una colonia de aseguramiento en cautiverio y un monitoreo constante de los ejemplares en la laguna. 

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Xolotl, el dios que escapa de la muerte
El nombre nativo del ajolote, Axolotl, se traduce del náhuatl “monstruo de agua” y tiene relación también con un dios azteca de nombre Xolotl. Este dios, contrario a lo que podría pensarse, era representado como una especie de figura antropomórfica monstruosa con cabeza de perro, y no como un anfibio.

En la mitología azteca, este dios, al igual que algunos otros, tenía que ser sacrificado al fuego para la creación del quinto sol, sin embargo, Xolotl se negó a morir y huyó de su verdugo Ehecatl, dios del viento. Para ocultarse, se transformó en maíz, pero fue descubierto, luego se transformó en un maguey, pero tampoco funcionó. Finalmente Xolotl se lanzó al agua y se transformó en ajolote, donde Ehecatl acabó con él.

Con su poder de regeneración y su capacidad de “no envejecer”, los ajolotes siempre han vivido huyendo de la muerte. Primero trataron de escapar de las manos del dios del viento, Ehecatl, y ahora de la humanidad, quien al acabar con su hábitat, amenaza con desaparecerlo.

Ajolote en una de las peceras de la colonia de aseguramiento en Africam Safari. Foto: Marlene Martínez.
Ajolote en una de las peceras de la colonia de aseguramiento en Africam Safari. Foto: Marlene Martínez.

José Alfredo Hernández Díaz es biólogo, curador de anfibios y reptiles, y coordina desde hace cuatro años un programa de investigación y conservación del ajolote de Alchichica.

“En la colonia de aseguramiento [población en cautiverio] tenemos cuatro hembras que ya dieron la primera generación. Y hasta ahora, con monitoreos cada seis meses en la laguna, nos basamos en la tasa de captura de ajolotes para evaluar el estado de la población. Hasta ahora tenemos números estables, entre 21 y 28 ejemplares capturados en verano”.

El proyecto comenzó en 2015 como parte del proyecto (El límite de la existencia), financiado por la Sociedad Zoológica de Londres. El objetivo fue la realización de un diagnóstico detallado sobre la situación de la especie y generar un plan de acción para su conservación, que incluye crear y mantener una colonia de aseguramiento en el zoológico Africam Safari.

Durante los primeros dos años, José Alfredo Hernández y un pequeño equipo de apoyo se dedicaron a monitorear. Analizaron la calidad del agua, realizaron encuestas sobre la percepción de las personas respecto a la laguna y su fauna e iniciaron campañas de limpieza en Alchichica.

La laguna de Alchichica es un cuerpo de agua azul turquesa de aproximadamente dos kilómetros de diámetro, producto de la erosión de un volcán hace miles de años. De hecho, Alchichica es tan solo una de las varias lagunas cráter del eje neo volcánico del país.

Esta laguna se diferencia de otras por su alto grado de salinidad y por estar rodeada por estromatolitos, estructuras blancas de aragonita o hidromagnesita que parecen corales calcificados o rocas porosas.

Los ejemplares para formar la colonia de aseguramiento fueron extraídos por etapas de la Laguna de Alchichica. Foto: Marlene Martínez.
Los ejemplares para formar la colonia de aseguramiento fueron extraídos por etapas de la Laguna de Alchichica. Foto: Marlene Martínez.

Estas estructuras no deberían estar a la vista pero lo están por la reducción de los niveles de agua de la laguna. Originalmente, los estromatolitos son verdes, están vivos pues son producidos por cianobacterias, y aún existen algunos sumergidos en el agua. Los de afuera lucen como esqueletos blancos.

La drástica disminución del nivel del agua en Alchichica se debe a las sequías en la zona, así como el uso indiscriminado del agua del subsuelo para su uso en agricultura y porcicultura.

Alchichica es la más accesible de las lagunas cráter presentes en la zona. Se encuentra, de hecho, a poco más de 110 kilómetros de la Ciudad de Puebla, a orillas de la carretera que va hacia Xalapa, Veracruz. Aún así, ni el hábitat ni las especies que lo habitan reciben tanta atención por parte de la sociedad o el gobierno para su conservación, esto a pesar de que el ajolote está catalogado como una especie en peligro de extinción () y en Peligro Crítico, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

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La sonrisa del ajolote
Si el Axolotl de Alchichica tuviera que huir de la inminente destrucción de su hábitat, no sobreviviría. Las especies de ajolotes que pueden salir del agua necesitan de climas húmedos, pero además de que Alchichica es una zona demasiado seca, el ajolote de Alchichica no es capaz de respirar fuera del agua.

Para rescatar al ancestral Axolotl, José Alfredo Hernández consiguió fondos para mantener una colonia de aseguramiento en el zoológico Africam Safari.

“Desde los años 80 se encontró que los anfibios estaban sufriendo una crisis de extinción muy grave y se ideó una estrategia tipo arca de Noe. Se crean colonias de aseguramiento para poblaciones de anfibios que tienen riesgos muy altos en vida silvestre. La idea es que mientras se puede hacer algo para eliminar las amenazas, la especie se mantiene bajo cuidado humano para asegurar que no desaparezca, con el propósito futuro de liberarlos si es que se puede”, explica el biólogo mexicano.

Imagen de un ajolote registrada en la laguna de Alchichica. Foto: José Alfredo Hernández.
Imagen de un ajolote registrada en la laguna de Alchichica. Foto: José Alfredo Hernández.

En agosto de 2018 y después de tramitar los permisos correspondientes, el biólogo y su equipo se dieron a la tarea de recolectar algunos ejemplares de ajolote de Alchichica. Colocaron trampas a 10 metros de profundidad, para evitar algún problema por descompresión.

Antes de la recolección, tuvieron que hacer pruebas al agua para poder replicar su composición en grandes peceras. Entre los compuestos se incluye: cloruro de sodio, cloruro de magnesio, bicarbonato de sodio, óxido de calcio, sulfato de sodio, bromuro de potasio y cloruro de litio.

36 ajolotes llegaron a su nuevo hogar para asegurar su especie, para escapar de la muerte una vez más. Dentro del agua, hay tubos de pvc (material termoplástico) que les recuerdan las grietas de los estromatolitos y donde les gusta pasar el rato. Es en esos tubos donde también han decidido poner sus huevos. Hasta ahora, ya hay 31 crías de ajolotes en la colonia.

Los ajolotes están muy quietos en el lugar que eligen. Ocasionalmente sus branquias se mueven un poco. Si se les mira fijamente, parece que están soñando despiertos y que es un sueño agradable. Parece que sonríen. Los ajolotes son prácticamente ciegos, sólo ven sombras y movimiento, así que la presencia humana fuera de las peceras les causa curiosidad. Nadan hacia arriba y luego se dejan caer, flotando con gracia.

En la colonia se encuentran los botes con las distintas sales y la fórmula para preparar 100 litros de agua, para lo que primero tienen que desinfectarla con cloro y esperar 24 horas.

Cuando los ajolotes han puesto huevos, tienen que extraerse y cambiarlos de lugar inmediatamente o se corre el riesgo de que los ajolotes más grandes los devoren. Su temporada de apareamiento es de diciembre a abril y suelen poner entre 30 y 60 huevos, de los cuales aproximadamente el 50 por ciento son exitosos.

Las ventajas de mantener la colonia de ajolotes son varias. No solo les permite estar preparados ante una eventual amenaza de extinción de la especie, sino que les abre las puertas para conocer una especie poco estudiada. Hernández explica que hay mucho por saber de los Ambystoma taylori, como el por qué no necesita respirar oxígeno del aire o cuáles son los mecanismos fisiológicos que les permiten tolerar la salinidad y alcalinidad del agua.

Jose Manuel Cabrera Cosme es estudiante de biología y ha sido voluntario en Africam Safari desde el 2012. Hace unos meses se unió al departamento de anfibios, donde trabaja en el proyecto de conservación del ajolote.

“Mi trabajo todos los días es limpiar las peceras, revisar el ph y la cantidad de amonio en el agua. A los ajolotes grandes se les alimenta con charales [peces] y a las crías con crustáceos pequeños. También me toca revisar que todos los ajolotes estén bien, porque son propensos a tener hongos en las agallas y si lo tienen, los tratamos con una solución especial, pero han sido casos muy raros”.

Ajolote de Alchichica, conocido científicamente como Ambystoma taylori. Foto: Marlene Martínez.
Ajolote de Alchichica, conocido científicamente como Ambystoma taylori. Foto: Marlene Martínez.

Este trabajo lo desarrollan paralelamente al estudio de los ajolotes en su hábitat natural. Desde que José Alfredo inició este proyecto, los monitoreos del ajolote se han hecho cada seis meses. Este proceso consiste en poner trampas y basan sus resultados en las tasas de captura. Hasta ahora los números son estables, entre 21 y 28 ajolotes capturados, y un cálculo de 1000 ejemplares en total en la laguna.

El último monitoreo se llevó a cabo en junio de este año y los resultados fueron favorables con la captura de 30 ajolotes en el transcurso de 48 horas.

Los ajolotes capturados son marcados con una tinta especial que es visible con luz ultravioleta y toman una fotografía de su dorso que es procesada por un programa especial, que identifica las diferencias entre los patrones de cada ajolote.

¿Por qué realizan estos monitoreos constantemente? Para evaluar la estabilidad de la población de ajolotes de la laguna de Alchichica y detectar posibles disminuciones.

“Hacemos un monitoreo de la población y si vemos una importante disminución, tenemos la oportunidad de liberarlos, pero para eso necesitamos que el hábitat se mantenga. Son dos acciones simultáneas”, agrega Hernández.

Hasta ahora, la existencia del ajolote está asegurada por la colonia que conservan en el zoológico Africam Safari, pero para los que aún viven en la laguna y se mantienen, los riesgos son muchos. Una colonia de aseguramiento es el último recurso de conservación. Antes de pensar en la extinción de la especie en su entorno natural, es imprescindible luchar por la conservación de su laguna.

Jonathan Olvera es un biólogo recién egresado y también forma parte del equipo de Alfredo Hernández desde hace casi dos años.

“Es emocionante saber que estás colaborando en la conservación de una especie particularmente especial para el estado y para el país. De las veces que he estado en la laguna y he tenido oportunidad de platicar con los pobladores, me doy cuenta que a veces ellos tienen mala información sobre las especies que habitan la zona, y después de que les explicas, es reconfortante que cambie su perspectiva y tengan un nuevo interés en apoyar este trabajo.

La versión completa de este reportaje de fue publicada en Mongabay Latam.

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