Quizá el joven Elmer Faucett lo intuía, pero ese primer vuelo de Lima a Chiclayo del 16 de setiembre de 1928 cambió para siempre el color del cielo del Perú. Lo que era el gris de sus nubes sobre la costa o el azul intenso pegado a la cordillera, pasó a tener la compañía de una estela de humo color plata producida por los dos monoplanos Stinson Detroiter con cinco asientos de la empresa que llevaba su apellido. Ese día nació la aviación comercial en el Perú. Y allí, como parte de la carga rumbo a Chiclayo, cien números de la edición de El Comercio del día anterior. Fueron amigos desde siempre.
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Ciudadano estadounidense, Elmer Faucett fue, a su modo, un libertador contemporáneo del Perú. Entendió que la aviación comunicaba, unía pueblos, les abría puertas, y desde que se estableció en Perú, guió sus pasos primero como piloto y luego como fabricante de aviones -como el de la foto, un Boeing 727- para la compañía que fundó: Compañía de Aviación Faucett S.A.
Hoy cumpliría 130 años y su legado no solo se ve en el busto que hay de él en la avenida que conecta el aeropuerto con la zona oeste de Lima y que lleva su nombre: Faucett navegó los cielos del Perú y Estados Unidos durante 69 años, entre 1928 y 1997, cuando tuvo que cerrar agobiada por las deudas. Fue nuestra línea aérea de bandera. Ya antes, el 10 de abril de 1960, había muerto un poquito con su fundador. El Comercio escribió una sentida nota por su partida, a la altura de los cielos que conocieron sus aviones y del hombre que fue. Puso en su portada del día siguiente: “Murió Elmer Faucett, gran amigo del Perú”.
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