La vida está llena de desafíos y situaciones adversas, las cuales muchas veces nos pueden llevar a perder la esperanza y la motivación para el logro de nuestros objetivos, ya que nos puede costar recuperarnos y seguir adelante, lo que, sin duda, pone a prueba nuestra capacidad de resiliencia. Sin embargo, creo que esta es una aptitud que, en mayor o menor grado, todas las personas tenemos y, además, somos lo suficientemente hábiles de aprenderla y fortalecerla, pues si bien no podemos cambiar del todo la realidad, sí tenemos el poder y la capacidad de transformar la manera en la que la percibimos y manejamos nuestras emociones.
¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia es un concepto ampliamente estudiado en la psicología, que se refiere a la capacidad humana para afrontar, adaptarse y recuperarse de manera positiva ante situaciones adversas, desafíos, traumas, pérdidas o cualquier evento estresante. Ciertamente, es una habilidad que nos permite superar los obstáculos y a seguir hacia adelante, a pesar de lo difícil que puedan ser las circunstancias, manteniendo un buen nivel de funcionamiento psicológico y emocional.
¿Qué factores están relacionados con la resiliencia?
Definitivamente, la resiliencia es una combinación de factores, por lo que un punto fundamental es la adaptación, capacidad que nos permite poder adecuarnos a las circunstancias cambiantes y de la mano con el afrontamiento, somos capaces de manejar el estrés y las emociones de manera efectiva, buscando siempre soluciones y recursos que nos orienten a enfrentar los problemas.
De igual manera, la confianza en uno mismo y en las propias habilidades puede ayudarnos a superar las dificultades. Asimismo, diversos estudios demuestran que, uno de los aspectos más importantes en la resiliencia es tener relaciones de cariño y apoyo en momentos de necesidad.
¿Cómo podemos desarrollar la resiliencia?
Actitud positiva
Sé que puede resultar difícil en muchas ocasiones, pues cuando estamos viviendo algo verdaderamente desafiante, nos cuesta más visualizar el panorama desde una perspectiva positiva; sin embargo, si trabajamos arduamente por desarrollar una mentalidad más optimista, lograremos enfrentar las adversidades desde una perspectiva más constructiva. También ver los desafíos como oportunidades para aprender y crecer, en lugar de verlos como fracasos, nos ayuda a desarrollar la resiliencia. En definitiva, esto podemos trabajarlo a través de la gratitud, la cual nos permite reconocer y apreciar las cosas positivas de la vida, al igual que, los momentos complicados.
Metas realistas
Trazar metas alcanzables y dividirlas en pasos más pequeños, nos permite avanzar de manera progresiva en la dirección hacia la que queremos llegar, pues tener una meta en mente nos da un propósito y un sentido de enfoque, lo que nos ayuda a superar obstáculos y mantenernos motivados. Además, el sentimiento de logro que experimentamos, refuerza nuestra confianza en nuestras habilidades y fortalezas, por ende, mejora nuestra autoestima.
Manejar las emociones
Este es un punto clave, pues muchas veces nuestras emociones pueden jugarnos una mala pasada y por supuesto, no se trata de suprimirlas, sino de tener las habilidades para manejar y expresarlas de manera saludable. En efecto, esto nos permite tener una mayor claridad mental, reduce la impulsividad y las respuestas emocionales exageradas y disminuye el estrés y la ansiedad. Una excelente manera de trabajar nuestra manejo, es mediante la práctica de la autorregulación emocional.
Red de apoyo
Como mencioné, mantener conexiones saludables con amigos, familiares o grupos diversos puede proporcionarnos un valioso apoyo emocional durante momentos de dificultad, ya que nos brindan un espacio seguro para expresar nuestras emociones y sentimientos. Igualmente, sentirnos comprendidos y aceptados por quienes nos rodean, nos brinda una sensación de validación y pertenencia, que puede fortalecer nuestra autoestima y autoconfianza, y a su vez, mejorar nuestra resiliencia.
Aceptación
La aceptación implica reconocer y aceptar las circunstancias que no podemos cambiar, pues al dejar de luchar contra lo inevitable, podemos reducir el estrés y la ansiedad relacionada como la impotencia frente a situaciones que están fuera de nuestro control. De igual forma, esto nos permite adaptarnos más fácilmente a nuevas circunstancias y hallar la manera de avanzar, a pesar de los obstáculos. En efecto, creo que el poder aceptar la situación y, a su vez aceptarnos a nosotros, nos abre las puertas hacia un proceso de autorreflexión y autoconocimiento, el cual es fundamental para mejorar nuestras habilidades de afrontamiento y desarrollar la resiliencia.
Por último, es importante que no olvidemos que, la resiliencia no significa que no experimentemos dolor, tristeza o dificultades emociones durante momentos difíciles, sino que hace referencia a la capacidad que tenemos de recuperarnos y seguir adelante, pese a las experiencias negativas por la que podemos estar atravesando.
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Milenka Duarte es periodista y psicóloga por la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
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