Es muy probable que, a lo largo de nuestra vida hayamos atravesado por momentos muy difíciles que han traído consigo tristeza, desesperanza y frustración; sin embargo, estas emociones suelen desaparecer en un corto plazo, ya que son una respuesta normal y proporcionada ante un hecho concreto. Básicamente, es ahí donde surge esa delgada línea que separa la tristeza de la depresión, la cual se transforma en un estado emocional abrumador, intenso y continuo que tiene un impacto significativo en la vida de las personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en todo el mundo, aproximadamente 280 millones de personas sufren de este trastorno mental, además estima que es un 50% más frecuente entre las mujeres que en los hombres.
Desde luego, la depresión representa un problema de salud pública debido a su alta prevalencia en las últimas décadas. Cabe señalar que, su etiología es algo compleja, puesto que intervienen una serie de factores genéticos, biológicos, psicológicos y sociales. Durante años se ha debatido y estudiado la relación entre el cerebro y la depresión, pues se ha evidenciado que el cerebro juega un papel fundamental en dicha patología, ya que es el órgano encargado de regular el estado de ánimo, las emociones y la motivación.
¿Cuáles son los neurotransmisores implicados en la depresión?
Diversos estudios como el elaborado por los expertos del Imperial College de Londres y publicado en la revista Biological Psychiatry ha demostrado que, las personas con depresión presentan bajos niveles de neurotransmisores, como la serotonina, la también denominada “hormona de la felicidad”, lo cual se ha registrado por medio de imágenes cerebrales, pues los individuos que la padecen, manifiestan una respuesta disminuida de esta hormona; no obstante, esto no necesariamente quiere decir que su reducción sea la causa subyacente de la depresión.
Asimismo, se cree que intervienen otros neurotransmisores, como la norepinefrina y la dopamina, los cuales desempeñan un rol clave en la regulación de las emociones, ya que estos cambios pueden afectar la función de las células nerviosas en el cerebro y alterar el procesamiento de la información emocional.
¿Cómo se relaciona la estructura cerebral con el trastorno depresivo?
De acuerdo con algunos trabajos científicos, la depresión puede estar asociada con cambios en la estructura y la actividad del cerebro, incluyendo una reducción en el tamaño de ciertas áreas cerebrales, las cuales se encargan de la regulación del estado de ánimo y las emociones.
Como plantea Harvard Health Publishing, ciertas investigaciones como el estudio de resonancia magnética funcional publicado en la revista The Journal of Neuroscience, en donde se estudiaron a 24 mujeres que tenían antecedentes de depresión, se encontró que el hipocampo-zona vinculada con la memoria a largo plazo, la formulación de recuerdos y la conexión de estos con las emociones- era entre un 9% y un 13% más pequeño en las mujeres deprimidas en comparación de las que no lo estaban. Definitivamente, estos resultados guardan relación con los obtenidos en la publicación en la revista Molecular Psychiatry, donde se analizó el cerebro de 8927 personas, entre ellas 1728 que padecían de depresión mayor, demostrado así que cuantos más episodios de depresión habían sufrido, más pequeño era el hipocampo.
De igual manera, la amígdala que es parte fundamental de un grupo de estructuras del cerebro asociada con las emociones, su actividad es mayor cuando una persona está triste o sufre de un trastorno depresivo, lo cual hace que la amígdala se agrande. De hecho, estos hallazgos van muy acorde con una investigación publicada en la revista JAMA Psychiatry, tras un seguimiento de tres años a pacientes con dicha patología, se determinó una reducción en la densidad de la materia gris en tres regiones cerebrales, incluyendo la corteza prefrontal, la amígdala y el hipocampo.
Si bien es cierto, estos son solo algunos descubrimientos en torno al tema, creo que es muy importante enfatizar que, la depresión es un trastorno bastante complejo y que los cambios a nivel cerebral no siempre son la causa de la depresión, sino que pueden ser consecuencia de la misma. Por este motivo, la relación entre la depresión y el cerebro es un tema en constante evolución, por el mismo hecho que este órgano continúa siendo un gran enigma para el ser humano, razón por la cual, queda mucho por descifrar.
Finalmente, debemos recordar que, si hemos notado altos niveles de ansiedad, pérdida de energía, sentimientos persistentes de tristeza y desesperanza, problemas para concentrarnos, pensamientos rumiantes, cambios en el apetito o el peso, entre otros síntomas, es sustancial que busquemos apoyo psicológico, pues con un adecuado tratamiento y soporte emocional, es posible lograr una mejora significativa en nuestro estado de ánimo.
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Milenka Duarte es periodista y psicóloga por la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
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