En Lima Metropolitana, más de 3 millones de adultos padecen de dolor crónico, según el estudio “Prevalencia, cronicidad y características de dolor en Lima”, presentado por la Asociación Peruana para el Estudio del Dolor (ASPED). De estos, un alarmante 33.6% no recibe ningún tipo de tratamiento, dejando a más de un millón de personas sufriendo sin alivio. Esta situación refleja una falta de atención adecuada y una necesidad urgente de abordar el dolor crónico con tratamientos efectivos y accesibles para todos los afectados.
Para entender mejor esta problemática y explorar soluciones, entrevistamos al Dr. Rodrigo Diez, especialista en medicina del dolor de la Clínica Anglo Americana. Con una vasta experiencia en el manejo del dolor crónico, el Dr. Diez nos ofrece una visión integral sobre las causas, el impacto y los tratamientos disponibles para esta condición debilitante. A través de su enfoque multidisciplinario, busca mejorar la calidad de vida de los pacientes, destacando la importancia de un diagnóstico adecuado y una atención temprana.
– ¿Cuál es la definición médica de dolor crónico y cómo se diferencia del dolor agudo?
El dolor crónico se puede catalogar por tiempo. Todo dolor de más de tres meses es crónico. Desde el punto de vista fisiológico, un dolor agudo tiene un rol de protección: pones la mano al fuego y la retiras porque tu cuerpo te dice que eso te está haciendo daño. El dolor crónico no tiene ningún objetivo fisiológico ni de alerta para el cuerpo. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo define como una experiencia sensorial y emocional asociada o no, a un daño real o potencial de un tejido. Esto significa que el hecho de sentir dolor no necesariamente está ligado a una lesión específica como un hueso roto o un ligamento distendido o una hernia.
– ¿Cuáles son las causas más comunes de dolor crónico que usted trata?
En general, las Unidades de Dolor están llenas de casos de dolor músculo-esquelético. Aproximadamente un 70% de los pacientes que llegan tienen problemas de artrosis crónica de rodilla, hombro, cadera o dolor de columna. También tratamos dolores neuropáticos de diverso origen, como neuralgias del trigémino y neuropatías asociadas a traumatismos. Otros dolores menos frecuentes incluyen los dolores viscerales crónicos, abdominales, pélvicos y por isquemia o angina intratable. Los síndromes de dolor regional complejo también son comunes y requieren un diagnóstico y atención precoz para evitar la cronificación. El problema es que el paciente a veces dice: “es un dolor tolerable”, pero en el siglo XXI no debería soportarse un dolor que te incomoda, sabiendo que hay opciones de tratamiento.
– ¿Cree que la población ha asumido que el dolor es normal?
Sí, convivir con el dolor está mal interpretado. Es crucial llevar al paciente a niveles de dolor manejables. No buscamos eliminar completamente el dolor, sino hacer que sea funcional y disminuya los síntomas. También es importante trabajar con las expectativas del paciente, porque hay dolores intratables donde hacemos todo lo posible por manejarlos adecuadamente. Lo perfecto es enemigo de lo bueno. En la Unidad de Manejo del Dolor, buscamos que el dolor sea manejable y funcional, no necesariamente eliminarlo por completo, ya que hay limitaciones inherentes al cuerpo del paciente.
– ¿Cómo puede un paciente reconocer cuándo es momento de visitar una Unidad del Dolor?
Lo importante es un diagnóstico adecuado. El diagnóstico no tiene que ser necesariamente en la Unidad del Dolor. Por ejemplo, para un dolor agudo abdominal, puede ser manejado por un cirujano. Sin embargo, si el dolor es recurrente y no se encuentra una causa, es ahí donde la derivación a la Unidad del Dolor es necesaria. Trabajamos en descartar lo peligroso primero y luego abordamos el tratamiento de dolores crónicos con un enfoque multidisciplinario. Muchas veces no trabajamos con diagnósticos específicos, sino con un abordaje escalonado para descartar patologías raras y específicas. Cuando el especialista ha agotado las posibilidades diagnósticas, o el paciente ha pasado por varias especialidades sin un diagnóstico claro, es cuando intervenimos.
– Respecto al factor emocional, ¿cómo puede este agravar el dolor que siente un paciente?
El componente emocional puede ser la única causa del dolor y es la más difícil de comprender. Los pacientes pueden sentirse mal porque no tienen un daño visible, pero el dolor es real y debe ser tratado. Funcionamos por neurotransmisores y el dolor tiene vías de transmisión que están relacionadas con el componente emocional. Es crucial un abordaje integral que incluya apoyo psicológico y psiquiátrico, además del manejo del dolor. Trabajamos con especialistas psiquiatras de la clínica y hacemos un manejo multidisciplinario, ya que esta es la única forma en que una unidad de dolor puede funcionar adecuadamente.
– ¿Qué tipos de tratamientos están disponibles para tratar el dolor crónico?
En la clínica tenemos todo lo necesario para tratar casi cualquier tipo de dolor. Tenemos estimuladores medulares, el primer estimulador de nervio vago del país, una máquina de crioanalgesia, radiofrecuencia y la posibilidad de hacer bloqueos eco-guiados y bajo guía de imágenes. Algunas restricciones se deben a la disponibilidad de ciertos dispositivos en el país, pero en general, estamos bien equipados. Quizá algunas limitaciones son por dispositivos de implante percutáneo específicos que no son indispensables pero sí ayudarían mucho. Además, el entrenamiento y la posibilidad de hacer bloqueos guiados por ecografía o imágenes son muy importantes.
– ¿Cuánto puede impactar el dolor crónico en la vida diaria de una persona?
El dolor crónico puede impactar todas las áreas de la vida de una persona: emocional, familiar, social, laboral y personal. La productividad laboral es una de las áreas más afectadas, pero el impacto es de 360 grados. Las consultas de dolor suelen ser largas y detalladas para abordar adecuadamente el dolor crónico. El dolor puede llegar a afectar tanto que la persona deja de vivir para controlarlo. Menospreciar esto es un error, ya que el dolor crónico es mucho más complejo de lo que mucha gente piensa.
– ¿Cuál es el mayor malentendido respecto al dolor crónico en la población en general?
Quizá el mayor malentendido es que la gente piensa que siempre tiene que haber algo físicamente mal para que haya dolor. También hay estigmas sobre ciertos tratamientos y la apertura a opciones no convencionales es limitada. Sin embargo, es crucial entender que el dolor es una experiencia sensorial y emocional que requiere un abordaje integral. Además, algunos médicos son reacios al intervencionismo y piensan que los tratamientos no convencionales no son adecuados. Es importante hacer un uso racional de estos tratamientos y educar tanto a pacientes como a médicos sobre las alternativas terapéuticas disponibles.
– Finalmente, ¿qué consejo le daría al lector que está sintiendo mucho dolor pero aún no se anima a visitar al médico?
Les diría que es importante estar en un lugar donde se les pueda atender de la forma más adecuada posible. Deben estar abiertos a las diferentes opciones de tratamiento que el médico plantea y tener paciencia, porque el manejo del dolor es un proceso. Es importante probar diferentes abordajes y estar en manos de un equipo con la formación adecuada para un tratamiento integral. La paciencia y la apertura a probar cosas nuevas son claves en el tratamiento del dolor crónico.
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