El voley siempre fue uno de mis deportes favoritos. Era 2014 y, como de costumbre, entrenaba como jugadora amateur en un conocido club de Lima. El partido diario estaba por terminar pero este se vio súbitamente interrumpido: pisé el pie de una compañera y caí al suelo sin poder reincorporarme. Mi tobillo derecho estaba totalmente inflamado, y aunque me auxiliaron rápidamente, no imaginaba que esa simple torcedura de tobillo sería el inicio de tres esguinces más en el mismo pie.
César Zárate, licenciado de la Clínica Auna Oncosalud, explicó a Bienestar de El Comercio que el esguince de tobillo es “una lesión que se produce cuando te doblas, tuerces o giras el tobillo de una forma extraña. Como consecuencia, se pueden estirar o desgarrar los ligamentos que ayudan a mantener unidos los huesos del tobillo”.
Luego de casi dos semanas de mi lesión, llegó el momento de la recuperación, el cual duró aproximadamente tres semanas. Sin embargo, al año siguiente, dos esguinces en el mismo tobillo llegaron a mí con el mismo tiempo de duración.
Lamentablemente, en el 2016 tuve que dejar el deporte que tanto me gustaba por temas de estudio. Sin embargo, esto no impidió que me salvara de estas torceduras. Este año, hace aproximadamente dos meses, fui a visitar a una de mis mejores amigas que vive en Chosica y al volver de almorzar, corrimos para alcanzar el “micro”. Sin darme cuenta pisé mal y me torcí, para variar, el tobillo derecho.
Casi sin poder caminar, subí al micro y no podía apoyar el pie. Quise pensar que no era un esguince de nuevo, sino era una simple torcedura por lo “tonta” que había sido mi caída. Cuando llegamos a la casa de mi amiga, el dolor era tan insoportable que tuve que acudir inmediatamente a la clínica.
Cuando entré a consulta, lo primero que me dijo el doctor fue: “¿esta es la primera vez que tienes esguince?” Con una pequeña risa le dije que era la cuarta, pensando que no era nada grave y que me curaría como con los otros que tuve en años pasados.
El doctor muy serio me miró y dijo: “creo que tus ligamentos están tan gastados que vas a necesitar una operación”. Asustada, porque no me imaginaba la gravedad de la situación, le hice todas las consultas pendientes hasta que llegamos a un acuerdo: usaría yeso por dos semanas y luego realizaría una terapia física de rehabilitación en 10 sesiones, es decir, aproximadamente tres semanas más.
Rehabilitando mi tobillo
El primer día de terapia imaginé que repetiría el mismo tipo de rehabilitación, pero fue completamente diferente. El licenciado César Zárate se encargó de mi recuperación y lo primero que hizo fue colocarme un gel como si fuese a hacer una ecografía en el tobillo y le pregunté qué era.
Me explicó que se trataba de ultrasonido. “Sirve para inflamar el ligamento del tobillo, ya que cada proceso de recuperación tiene que pasar por inflamarse. Esto hace que la lesión llegue a su punto máximo para que así sea más rápida y efectiva”, asegura Zárate.
Luego realizamos ejercicios de fortalecimiento. Prácticamente, el licenciado Zárate me enseñó a caminar. “Siempre haz que tu talón toque el piso primero, luego la planta y al final la punta”, me repetía.
Seguimos con ejercicios de equilibrio sobre el tobillo y luego hielo para bajar la inflamación por todo el esfuerzo ejecutado ese día. Finalmente, me llevaron a una sala con una especie de aro donde introduje mi tobillo. Eso lleva por nombre magneto. “El magneto sirve para que los ligamentos se vuelvan a unir por el desgarro o ruptura que han tenido en la caída o accidente”, afirma Zárate.
En total fue una hora y media de terapia por una simple torcedura en la calle. Actualmente, me quedan cinco sesiones más, pero el cambio es sumamente notorio, siento que puedo caminar mejor y sin molestias.
Si tienes un esguince de tobillo, acude rápidamente un centro médico y asegúrate de que una persona se encargue de supervisar tu proceso de recuperación. Recuerda siempre cuidar mucho de tu cuerpo.
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