Son parte del gran espectáculo del fútbol en América Latina, pero detrás de sus cánticos, banderas y bombos a menudo hay un código de violencia y negocios que inquieta a dirigentes y expertos: las barras bravas se han vuelto un poder desafiante para el deporte más popular de la región.
En lo que va del año, la acción de hinchadas organizadas de clubes de fútbol ha causado un muerto al inicio de la Copa Libertadores y varios enfrentamientos violentos dentro o fuera de estadios en Argentina, Brasil, México o Uruguay.
La situación es de tal gravedad que la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) ya ordenó jugar algunos encuentros de la Libertadores con tribunas vacías, mientras en países de la región se debate cómo enfrentar localmente el fenómeno.
Sebastián Bauzá, presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), recordó que la violencia en el fútbol no es nueva y ya en 1924 murió un hincha de su país en Argentina, cuando festejaba el oro olímpico.
Lo que sí es nuevo es el poder que hoy tienen las barras que identifican a los equipos más poderosos, añadió Bauzá, hablando sobre la región en general.
Cada vez tienen más poder y de alguna manera manejan dinero, manejan entradas… entonces es difícil hoy por hoy poder sacarlas, sostuvo en diálogo con BBC Mundo.
DESCONCERTADO Hasta hace pocas décadas, las barras bravas eran consideradas en América Latina algo casi exclusivo de Argentina, donde se estima que desde 1922 hubo al menos 270 muertes vinculadas al fútbol.
Pero el fenómeno ha sido emulado en otras partes de Sudamérica, desde Chile a Colombia, y llegó a México, donde en febrero tres partidos terminaron con heridos tras actos de violencia: Querétaro vs. Atlas, León vs. Chivas y Neza vs. América.
Tengo once años aquí en la Comisión Disciplinaria y no recuerdo que hubiera tantos actos de violencia tan seguido, comentó entonces Eugenio Rivas, de la Federación Mexicana de Fútbol (FMF), según el portal informativo Mediotiempo.
La verdad, estoy tan desconcertado como todos, añadió.
A CUALQUIER PRECIO Los expertos creen que esto es un reflejo de problemas comunes en la región, como el desempleo, la corrupción o la impunidad, pero también del crecimiento del fútbol como un gran fenómeno comercial y popular.
Aumenta la competición, el ganar a cualquier precio, sostuvo Mauricio Murad, un sociólogo brasileño autor del libro Para entender la violencia en el fútbol.
Señaló que en Brasil dirigentes de clubes estimulan esos sectores más agresivos de las hinchadas más organizadas para funcionar como grupos de presión, y las barras han ganado poder económico con la venta de camisetas o entradas que les ofrecen las propias instituciones.
Según estudios de Murad, en 2012 hubo un récord de 23 muertes comprobadas en el fútbol brasileño, cerca de 90% de ellas fuera de los estadios.
Esto ubica a Brasil en el primer lugar de un ranking internacional de muertes en el fútbol el año pasado, seguido por Argentina e Italia, indicó este profesor de la Universidad Salgado de Oliveira (Universo) a BBC Mundo.
En un país como Brasil, que organizará la copa de Confederaciones en junio y el Mundial de fútbol 2014, Murad advirtió que falta un plan estratégico con medidas punitivas, preventivas y reeducativas a corto, mediano y largo plazo.
¿MÁS RIGOR? Las barras bravas en el fútbol latinoamericano han puesto rápidamente a prueba un Tribunal de Disciplina que la Conmebol puso a funcionar este año presuntamente para borrar su imagen de omisa ante actos de violencia.
En febrero, un boliviano de 14 años murió impactado en la cabeza por una bengala lanzada desde el sector de la hinchada de Corinthians cuando veía un juego de su club San José contra el equipo brasileño por la Libertadores en Oruro.
El Tribunal obligó a Corinthians a jugar de local con gradas vacías y le impidió llevar hinchas de visitante por el torneo continental. Pero el club paulista, defensor del título, apeló y logró disminuir la sanción: fue habilitado a recibir público en su casa, tras un solo partido a puertas cerradas.
La Conmebol también redujo a la mitad una multa que aplicó al club argentino Vélez Sarsfield por incidentes que protagonizó su hinchada en un juego de Libertadores contra el uruguayo Peñarol en Montevideo (también multado). El equipo argentino debió jugar un partido como local con gradas vacías.
UN NEGOCIO REDONDO En Argentina y Brasil están surgiendo voces de especialistas o instituciones que piden limitar el ingreso de hinchadas también en partidos de torneos locales (nacionales o estaduales) ante la amenaza de violencia.
Pero en la región se están volviendo comunes los actos de violencia entre barras del mismo club, como ocurrió recientemente con hinchas de Boca Juniors, Peñarol o América.
Estos enfrentamientos internos suelen reflejar disputas por el poder que los propios dirigentes dan a algunos hinchas buscando controlar las tribunas.
Fracasó el acercarse y darles entradas, porque como cada vez tienen más poder, otros grupos dentro de la misma barra quieren ser los jefes de equipos de seguridad. Entonces hay un cortocircuito que de alguna manera genera violencia dentro de la misma barra, afirmó Bauzá, presidente de la AUF.
En Uruguay se supo este mes que el propio Ministerio del Interior llegó a regalar entradas a barras de Peñarol y Nacional para partidos de la selección nacional, lo que generó protestas de la oposición.
Los expertos sostienen que dentro de grandes barras bravas de la región también se ha vuelto común la presencia de grupos dedicados al narcotráfico que, aunque minoritarios, suelen ser los más peligrosos.
Andrés Recasens Salvo, un antropólogo social chileno que ha estudiado la violencia ligada al fútbol, explicó que la estructura de algunas barras con presencia en diversos barrios facilita la distribución de drogas. Es un negocio redondo, comentó Recasens a BBC Mundo.