La pelota disfruta cada vez que su pie derecho la toca ya sea para dar un pase, ejecutar un penal o un tiro libre. En cualquiera de las ocasiones, Ronaldinho demuestra por qué es un tocado para jugar al fútbol. Hace unos años se le dio por futbolista retirado, ya nadie creía en él, pero hoy es un ejemplo más de que la calidad nunca se pierde. Inclusive, es finalista de la Libertadores con el Atlético Mineiro.
La magia con la que habilitó ayer a Bernard para que su equipo se ponga en ventaja ante Newell’s Old Boys y la manera cómo ejecutó el disparo en la definición de penales acreditan que el brasileño ha recuperado la sonrisa, tan opacada en el AC Milan y Flamengo, y que está de vuelta en su país para ser campeón del continente americano.
“Me siento un niño otra vez. Mi mayor sueño es darle esta alegría al hincha, y eso lo que me motiva a continuar”, dijo el ex Barcelona y Balón de Oro en el 2005. El volante de 33 años ha ganado una Champions League, una Copa Confederaciones, incluso una Copa del Mundo, pero nunca una Libertadores, algo que está a punto de conseguir de vencer a Olimpia en la final.
“Estoy muy feliz de entrar en la historia del club. Ahora estoy acá, en la lucha por la Copa. Son títulos inéditos que motivan. Me gusta todo esto”, comentó. “Ahora hay que calmar el corazón y después nos vamos a agitar otra vez. Estamos cada vez más cerca. La hinchada fue muy importante y quiero darle este título”, concluyó Ronaldinho en declaraciones a la prensa brasileña.