Durante el 2020, el mundo ha sido testigo de los efectos catastróficos que supone ignorar los riesgos a largo plazo como las pandemias, lo que además ha desencadenado diversas consecuencias a nivel económico, social, político y ambiental.
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En un análisis del Informe de Riesgos Globales 2021 realizado por el Foro Económico Mundial (WEF), con la colaboración de Marsh & McLennan, se ha identificado que esta crisis ha tenido un impacto visible en el ámbito laboral de las mujeres ya que en solo 10 meses de la pandemia se ha tenido una regresión de 20 años respecto a la participación de las mujeres en el espacio laboral.
Según este informe y al análisis realizado, antes de la pandemia, las mujeres representaban un 40% de la fuerza laboral en la región latinoamericana; sin embargo, esta se redujo en al menos 10 puntos porcentuales. Esto se explica, ya que el confinamiento ha evidenciado la sobrecarga que tienen las mujeres al estar en casa.
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Según la ONU, las mujeres dedican 4 horas diarias al trabajo doméstico no remunerado, mientras que los hombres sólo aportan 1.7 horas, lo cual ha provocado que muchas mujeres renuncien a sus entornos de trabajo profesional. Inclusive, muchos negocios que estaban siendo liderados por mujeres en Latinoamérica fueron los primeros en colapsar.
De acuerdo a un estudio del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) elaborado el año pasado, el 82% de mujeres en la PEA trabajan en mypes, quienes generan entre el 50% y 60% del valor agregado.
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De acuerdo al informe, se espera que a nivel global la participación de la mujer en la fuerza laboral decrezca en un 7% a 10%. De hecho, 70% de las mujeres trabajadoras consideran que la pandemia hará más lento el desarrollo de su carrera mientras que el 51% de las mujeres jóvenes en 112 países creen que el desarrollo de su educación se ha visto atrasado por la crisis de la COVID-19.
Ante este panorama, las empresas deben comenzar a plantearse una estrategia de implementación de beneficios inclusivos que entiendan las necesidades y retos de las mujeres, considerando los siguientes puntos:
- Trabajo flexible
- Licencia de maternidad complementaria
- Programas de lactancia y retorno al trabajo
- Acceso al cuidado preventivo y nuevas tecnologías con test genéticos
- Salud mental
- Atención de enfermedades crónicas y la menopausia
- Apoyo integral en la salud sexual y reproductiva fertilización in vitro
- Programas y recursos para la prevención y protección en caso de violencia de género
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Es importante mencionar que una estrategia de Diversidad Equidad e Inclusión, debe estar alineada con la experiencia de beneficios que se ofrece y las necesidades y eventos relevantes para la vida de las empleadas, y no solo en “prácticas de mercado” que tienden a perpetuar las brechas y disparidades.