Durante su participación en la edición 58 de CADE Ejecutivos, Felipe Ortiz de Zevallos, fundador y presidente de Apoyo, abordó la relevancia y utilización que le viene dando el sector empresarial a los códigos de ética.
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“Códigos de ética como los que sugiero pueden convertirse en letra muerta, quedar colgados en las paredes de las oficinas o en las plataformas digitales de las empresas, ser usados sólo como elemento de propaganda y relaciones públicas, en vez de constituir una guía permanente para el saber distinguir entre lo que está bien y lo que está mal”, indicó Ortiz de Zevallos, durante su participación en el bloque “Ética empresarial”.
En este contexto, Ortiz de Zevallos recordó que el concepto de ética empresarial surgió en la década de los 60 y con una reflexión que se centraba en la moralidad del capitalismo, el funcionamiento de los mercados y el buen o mal actual de las empresas.
Posteriormente fue evolucionando en respuesta a los diferentes requerimientos que iba surgiendo. El ejecutivo detalló que en los últimos años se han evidenciado espacios vacíos y contradicciones en diversos sistemas, a la par de la transformación tecnológica que avanza sin precedentes.
Así, apuntó que este año el Foro Económico Mundial renovó su manifiesto fundacional, que puede servir para la actualización respectiva del código de las empresas.
“De acuerdo a este, un emprendimiento debería tener como propósito vital involucrar a todos los grupos de interés en la creación de valor y la búsqueda de un propósito compartido y sostenible (...) Hay que entender bien y armonizar los intereses de estos grupos, eventualmente divergentes, mediante un compromiso compartido”, remarcó.
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Algunos apuntes que realizó el ejecutivo es que la ética de las empresas debe basarse en brindarle a sus empleados trabajos dignos, aspirando a mejoras continuas en sus condiciones y promoviendo su empleabilidad.
También anotó que, respecto a sus clientes, las empresas deben valorar y reconocer la libre competencia, la cual debe desarrollarse en una cancha neutral y pareja.
“[Las empresas deben] mostrar una tolerancia cero respecto de la corrupción. Jugar limpio, incluso ir preparados a que otros jueguen sucio, pero sin dejarse embarrar”, subrayó.
Siguiendo esta línea, el ejecutivo subrayó que el desempeño de los gestores debe medirse no sólo por el retorno a sus accionistas, sino también en base a objetivos institucionales: de buena gobernanza, sociales y ambientales.
“La ética constituye el equivalente del sistema inmunológico que garantiza la robustez sostenible de cualquier institución”, puntualizó.