La recuperación de la economía peruana depende en gran medida de lo que ocurra con la demanda y precios de los metales. Por eso, resulta especialmente alentador que en los últimos meses las cotizaciones internacionales del cobre y el oro hayan evolucionado favorablemente. Estos dos productos representan el 80% de la producción minera y casi la mitad del valor de nuestras exportaciones, por lo que ello tiene un impacto positivo no solo en el flujo de caja de las empresas mineras, sino también en la balanza comercial, la recaudación y la actividad económica en general.
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Pese a presentar altibajos, el precio del cobre -nuestro principal producto de exportación- ha subido cerca de 50% desde los mínimos de cuatro años que tocó en marzo, cuando la economía global se paralizó por los confinamientos para frenar la propagación del COVID-19. El significativo avance del metal rojo ha sido alentado por las mejores perspectivas económicas de China (responsable de la mitad del consumo mundial de metales industriales), la expectativa de un nuevo plan de estímulos fiscales en Estados Unidos, la debilidad del dólar y la preocupación de los inversores por los suministros de Chile, el primer productor mundial del mineral.
En tanto que el oro, el segundo mineral de la cartera exportadora peruana en importancia, ha ganado un 25% este año, situándose en alrededor de US$ 1.900 la onza, impulsado por el renovado atractivo del metal precioso como cobertura contra la inflación y la depreciación de la moneda.
Esos precios hacen rentables muchas inversiones y, en este contexto de profunda recesión económica, es sin duda una buena noticia que el Perú cuente con una cartera de 32 proyectos cupríferos y auríferos por más de US$ 47 mil millones (equivalente a 20% del PBI), de los cuales 16 se encuentran en etapas avanzadas o en plena construcción, como es el caso de Mina Justa, la Ampliación de Toromocho y Quellaveco, que entrarían en producción entre el próximo año y el 2022.
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El Perú tiene el potencial para duplicar su producción minera si se lo propone. Solo hace falta voluntad política para sacar adelante nuevas iniciativas que beneficiarían enormemente al crecimiento de nuestra economía. Los resultados de la última Encuesta Anual de Competitividad Minera del Instituto Fraser pueden darnos algunas pistas sobre los aspectos en los que habría que focalizar los esfuerzos.
Mientras que el Perú ocupa el puesto 12 de un total de 76 jurisdicciones en el ranking que mide el potencial geológico del país, en la categoría que analiza qué tan favorables son las políticas públicas para la inversión minera nos precipitamos a la ubicación 45 de la lista, cayendo 8 posiciones con respecto al año anterior. Este índice evalúa el sistema legal, la estabilidad política, la regulación ambiental, tributaria y laboral, relaciones con las comunidades, seguridad, calidad de la infraestructura, barreras de comercio, entre otros factores que influencian decisiones de inversión y que dependen principalmente de la política gubernamental.
Queda claro, entonces, que mucho depende aquí de lo que hagan o dejen de hacer nuestras autoridades. Si hoy que gozamos de un muy buen nivel de precios no crean las condiciones necesarias para explotar nuestra enorme riqueza mineral, puede que terminemos perdiendo la oportunidad histórica de aprovechar la minería para sacarnos de la terrible crisis en la que estamos inmersos.