Hace algunos días se llevó acabo el Jackson Hole Economic Symposium, que es la convención anual de banqueros centrales. Esta se lleva a cabo todos los años, y se centra en los principales problemas económicos que enfrentan las economías. Entre los participantes se encuentran destacados banqueros centrales y ministros de finanzas, así como académicos y actores líderes del mercado financiero global. Esta convención adquiere una relevancia especial, porque además es donde se suelen anunciar eventos de política económica que marcan la tendencia de los mercados.
Este año definitivamente no fue la excepción, pues Jerome Powell, presidente de la FED, dio a conocer la nueva “Declaración sobre objetivos a largo plazo y estrategia de política monetaria” del banco, en la que la FED tendrá mucha más discreción para permitir una mayor inflación y mercados laborales más ajustados. El primer aspecto relevante fue el cambio en su marco de política monetaria al adoptar oficialmente el “objetivo de inflación promedio” dejando de lado su enfoque anterior de “metas de inflación”, donde siempre apuntaba a una inflación del 2%. El segundo aspecto relevante es que dio una definición demasiado vaga de lo que denominó la “inflación promedio”, lo cual muy probablemente lo hizo de manera intencional para evitar explícitamente adoptar una versión formulada de este enfoque para mantener una flexibilidad operativa total. Por más sencillo que parezca, este cambio tiene implicancias muy importantes para los mercados financieros.
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En primer lugar, la política monetaria se mantendrá flexible por más tiempo. Al no estar la FED preocupada por el exceso de inflación, las respuestas de política monetaria podrían ser más agresivas en los periodos recesivos, y un período más largo de política flexible a partir de entonces, ya que la meta de inflación será un nivel correctivo no especificado por encima del 2%. Con ello, podría esperarse que el espacio para hacer política monetaria expansiva es mucho más potente que antes. La consecuencia tangible para los mercados es que se debería esperar que las tasas de interés en EE.UU. se mantengan bajas por un periodo mucho más prolongado del que se pensaba antes de dicha declaración.
Con ello, el debilitamiento esperado del dólar debería continuar, favoreciendo la apreciación de las monedas emergentes y el precio de los metales. Al mismo tiempo, con las expectativas de tasas interés ancladas en niveles muy bajos y por un periodo prolongado de tiempo, la justificación para que los activos financieros, cuya valorización depende en gran medida de las tasas de interés, continúen subiendo de valor. Por ejemplo, los índices bursátiles de EE.UU., que están compuestos en gran medida por acciones de un alto crecimiento, y que para opinión de algunos estaban caras, quizás en este nuevo contexto ya no lo estén.
La implicancia más fuerte para el mercado es que las valorizaciones de los activos financieros van a estar basadas mas en un nuevo paradigma de liquidez que en aspectos fundamentales, lo cual muy probablemente potencie la subida en el mercado, pero con más volatilidad.