Las perspectivas para el precio del cobre son las más auspiciosas de todos los metales, y esas son buenas noticias para los países productores de este commodity, como el Perú.
Estadísticas mostradas por el geólogo Miguel Cardozo sugieren que la creciente demanda de cobre por parte de Asia y las industrias energéticas emergentes (movilidad eléctrica, energía solar y eólica) motivará un marcado déficit en su oferta por varios años.
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“Para cubrir ese déficit, se estima que se va a requerir una inversión de US$91 mil millones [para construir nuevas minas] de aquí al 2030. Y esa es una oportunidad que el Perú quisiera aprovechar”, apunta el geólogo. ¿Cuánto tiempo durará esta ventana de oportunidad? ¿Y qué se necesita para aprovecharla?
Para responder a estas preguntas El Comercio organizó una mesa redonda con la participación de Claudia Cooper, presidenta de la Bolsa de Valores de Lima; Luis Rivera, vicepresidente de Gold Fields Americas; Miguel Cardozo, presidente de la minera junior Alturas Minerals; César Flores, subdirector de la ONG CooperAcción; y Marcial García, socio de minería en EY.
¿OTRO BOOM MINERO?
Los panelistas fueron unánimes en considerar que no hay señales de un nuevo megaciclo minero (boom minero), pero sí de un ciclo favorable para el precio del cobre.
“Hay que ser muy cuidadosos para hablar de un nuevo megaciclo minero. Si bien JP Morgan y Goldman Sachs han dicho que podría haber uno, similar al del 2000, las empresas y directores de empresas tenemos que ser muy cautelosos”, advierte Luis Rivera, vicepresidente de Gold Fields Americas.
En su opinión, este ciclo no durará mucho tiempo, pero sí el suficiente para que el Perú “deba beneficiarse”.
De hecho, nuestro país cosechará una exuberante recaudación tributaria en 2021-2022 (en 2020 cayó 27%), gracias a la continua alza del precio de metal rojo y al rebote esperado en la producción de cobre, que este año registrará un récord histórico de 2,5 millones de toneladas (40% más que en 2020), motivado en gran parte por el arranque de Mina Justa, apunta Marcial García.
“Los grandes proyectos mineros han generado una suerte de faro para las demás inversiones en el país. Y esto, definitivamente, es bueno para el Perú”, apunta Claudia Cooper.
El problema es que esta dinámica podría no sostenerse en el tiempo debido a la escasez de megaproyectos mineros.
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE COBRE
“El problema es que en el Perú no se han aumentado las de reservas y recursos de cobre desde hace 10 años. Nuevos yacimientos de cobre, pongámonos la mano al pecho, no hay uno solo. Todos han sido descubiertas hace décadas”, apunta Rivera.
De acuerdo al Minem, la máxima producción del metal rojo se logrará en 2023, cuando entre en producción Quellaveco.
Conseguiremos entonces un nuevo récord de 3 millones de toneladas de cobre, el cual se sostendrá por unos años y luego declinará a falta de nuevos megaproyectos.
Las interrogantes que lanza Luis Rivera son cruciales: ¿Cuáles son los proyectos que van a aportar con cobre a las generaciones de peruanos que vienen? ¿Dónde están las minas de cobre del 2030?
El fondo del problema es que no se explora en busca de nuevos yacimientos. Y no por falta de esfuerzos de las compañías exploradoras.
“Las inversiones en exploración se han reducido en los últimos tres años. En 2020 ha caído 31%, mientras[js2] en el mundo han caído solo 11%. Eso indica que hacemos algo mal en el Perú”, señala Miguel Cardozo.
Un factor, bastante conocido, son las excesivas demoras en el otorgamiento de permisos para exploración, como el DIA (Declaración de Impacto Ambiental), que demora 18 a 24 meses en Perú, pero tres meses en Chile.
También los conflictos con las comunidades. Según la Defensoría del Pueblo, la minería registra 83 eventos de conflictividad, de un total de 197 atribuibles a todas los sectores e industrias.
ÍNDICES DE COMPETITIVIDAD
Estas trabas son recogidas en diversos rankings, que miden la competitividad de los países mineros. Por ejemplo, el ranking Fraser, que este año muestra una caída de 10 escalones en la competitividad minera del Perú, del puesto 24 al 34.
Y el índice de competitividad minera del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) y Macroconsult, que coloca al Perú a la zaga de Chile, Colombia, Canadá, Sudáfrica y Australia, en todos los ítems evaluados, con excepción del potencial geológico…que también viene cayendo.
César Flores pone en duda la exactitud de estos índices, partiendo del análisis comparativo de los costos de producción de los países cupríferos.
Según el economista, el costo de producir una libra de cobre en Perú es 19% más barato que en Chile, 23% más barato que en Australia y 33% más cómodo que en EE.UU.
“Mas allá de las demoras en los trámites, la rentabilidad es el factor que determina la inversión en el Perú. Y Perú en eso está en el primer lugar, no en el 30 y tantos [como dice Fraser]”, señala.
Para Claudia Copper, lo importante de estos índices, más allá de su exactitud, es que reflejan una espantosa incertidumbre.
“Cuando una empresa invierte en el Perú no solo se enfrenta a procesos complicadísimos, sino que advierte que esos procesos pueden cambiar en el tiempo. Lo que tenemos que hacer es trabajar en reducir esa incertidumbre espantosa. Y la única manera es ponernos de acuerdo”, manifiesta Claudia Cooper.
Pero ¿Cómo hacerlo?
¿DIÁLOGO DE SORDOS?
Para Miguel Cardozo está claro que nadie en el Perú puede decir hoy que la minería no es importante. Pero siempre hay un ‘pero’.
“Bueno, ese ‘pero’ hay que discutirlo. Yo creo que solo debemos cambiar el tono de la discusión”, señala.
Para Marcial García, ese tono implica conversar sobre una base técnica y sin sesgos ideológicos, para ponernos de acuerdo en el punto de partida.
En su opinión, el gran problema que impide llegar a consensos es que partimos de premisas distintas, “como que la minería formal contamina, que es incompatible con la agricultura, que no genera valor agregado y que no paga impuestos”.
Relata el caso de un candidato presidencial que asegura que las mineras dejan migajas en el país, que se llevan el 70 u 80% de las utilidades cuando deberían dejar el 50%.
“Ese candidato no sabe que eso ya está ocurriendo. La tributación en sector minero supone una carga del 42-52% sobre la base de la utilidad. Es decir que de cada US$1 se queda la mitad en el Perú entre impuestos, contribuciones, regalías y otros gravámenes”, explica.
Del mismo modo, Cesar Flores aconseja no centrar la discusión en el ámbito de la competitividad minera, porque impide ver la problemática completa.
“Hay un desequilibrio y una agenda pendiente que debe ser abordada para tener una mirada de largo plazo. Una[js5] mirada de país a futuro debe tener elementos de competitividad, pero también de gobernabilidad y derechos ciudadanos”, indica.
A se entender esos tres pilares deben tener la misma relevancia para que no solo las empresas, también la población civil, particularmente, las comunidades que colindan con zonas mineras, tengan predictibilidad y certidumbre sobre el porvenir.
El Comercio agradece especialmente al Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) por su colaboración para el desarrollo de esta mesa redonda.
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