Las inversiones adicionales en la adquisición de equipos de protección personal (EPP) a fin de cumplir los protocolos de bioseguridad contra el COVID-19; el aumento en los precios de energía y del gas natural han orillado a que los costos de producción suban entre 5% y 11%, aproximadamente, revela Alberto Chara, gerente comercial de Ladrillos Lark.
“Nuestros obreros, por ejemplo, todos los días tienen que cambiar de guantes, mascarillas y equipos de protección en general”, asevera.
Esto, a su vez, ha desencadenado en un incremento del precio de los ladrillos al consumidor de alrededor de 16% pospandemia, según data de Capeco, acota. En agosto, en base al Índice de Precios Productor del INEI, se registró un aumento en los precios en ladrillos para pared y techo en 3,9% y 1,6%, respectivamente.
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No obstante, señala que en la medida que la oferta aumente, probablemente, los precios irán bajando.
También destaca que aún existen muchas plantas que queman con combustible sólido, llámese carbón, pajilla de arroz, cáscara de café, entre otros.
“Solo cuatro empresas de las 18 fábricas que existen en Lima utilizan gas natural. Por ello, es importante que se dé la modernización de este sector, ya que se estima que el 80% del combustible que usan es carbón, aserrín u otro”, indica el ejecutivo
INFORMALIDAD
La informalidad en la industria ladrillera también sigue siendo alta, dice el directivo. Calcula que en Lima llega al 70% y en el norte, especialmente en Chiclayo (donde Ladrillos Lark posee una de sus plantas) fluctúa el 80%.
“Explica que estas empresas si bien están constituidas dentro del mercado nacional, pues cuentan con un número de RUC, caen en la informalidad porque no tienen sistemas de control ambiental, certificaciones, no entregan facturas al 100%, entre otros”, detalla Chara.
La Asociación de Ladrillos Cerámicos del Perú (Alacep) reportó que esta situación responde a diversos factores que limitan el crecimiento de las mismas, como la cantidad excesiva de trámites burocráticos, carencia de infraestructura en sus fábricas, falta de espaldas financieras, entre otros aspectos.
Se estima que del 100% de la distribución de ladrillos la mitad está concentrada en Lima y el resto en las regiones, como Trujillo, Arequipa, Cusco, Tacna y Chiclayo, entre las principales.