Esta semana, el Gobierno de China anunció la prohibición del comercio y consumo de animales silvestres en mercados de todo el país. Como se sabe, hasta ahora todos los indicios apuntan a que el COVID-19 pasó de un murciélago a los humanos en un mercado de Wuhan en el que se ofertaban platos preparados con animales salvajes. Aunque a muchos les parezca barbárico comer carne de murciélago, lo cierto es que las prácticas de la industria que nos provee de otro tipo de carnes socialmente aceptadas podrían estar incubando el origen de una próxima pandemia.
Granjas industriales en las que aves y mamíferos son hacinados en espacios mal iluminados y ventilados, sin condiciones salubres mínimas pueden ser lugares idóneos para que se geste una pandemia. Como recuerda un artículo de Scientific American, ya la gripe aviar A(H5N1) de 1997 y la gripe porcina A(H1N1) de 2009 son evidencia de cómo un virus puede mutar en estos entornos para luego contagiar personas. De hecho, ya en 2007, el American Journal of Public Health alertaba sobre la insostenibilidad, en términos de salud pública, de la forma en la que se produce y consume carne en Estados Unidos.
Alternativas de carne que van más allá de la milanesa de soya hacen que la idea de abandonar esta parcial o totalmente ya no suene tan tortuosa para muchos. Hamburguesas de origen vegetal con un sabor y textura casi indistinguibles de una de res ya se comercializan en distintos lugares del mundo. Del mismo modo, se perfeccionan técnicas para obtener carne del cultivo de células madre, sin sacrificar animales. Entre lo que deberíamos repensar para el mundo poscoronavirus, no estaría mal variar un poco el menú de la semana.
Selección natural
Por mucho que uno quiera evitarlo, por ahí se filtra la ocasional teoría conspirativa de turno para infundir terror, especular o preocupar más a la gente. Una muy popular desde el inicio de la pandemia señala que el virus es una creación humana diseñada para causar caos y disrupción en el mundo. Pero lo cierto es que ya existe información que confirma que el virus es resultado de un proceso evolutivo natural. Un artículo publicado en Nature Medicine revela que no hay razón para pensar que la selección natural no está detrás de la mutación en el virus. Ello fue posible tras analizar el genoma del nuevo coronavirus, hecho público por el Gobierno chino a inicios de año. Aunque es imposible saber con certeza en qué momento o cómo el virus pasó de los animales a los humanos, sí es muy probable que cuando empezó a infectar personas ya había evolucionado a su forma actual. Más Darwin y menos Whatsapp para estos casos.
A favor de la rutina
Por ser población vulnerable, nos aseguramos de que los adultos mayores no estén expuestos de modo alguno. Sin visitas ni salidas de ningún tipo, miles de ellos han visto su rutina interrumpida abruptamente. Para quienes ya presentaban cuadros de demencia o episodios disociativos, el golpe es fuerte. Sin actividades cotidianas que ayuden a crear un orden, el caos empieza a asomar. Además de la paciencia y buen humor que se les pide a quienes conviven con ellos frente a preguntas reiteradas sobre lo que está ocurriendo, los que están lejos pueden ayudar con algo tan simple como una llamada. Un artículo en The Guardian señala que las conversaciones, aunque breves, contribuyen a aminorar el deterioro psicológico y emocional que experimentan las personas mayores. Los queremos sanos, pero. si están tristes, se van a enfermar. No lo olvidemos.
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