La infancia es una etapa crucial en la que se establecen las bases para el desarrollo humano en todas sus áreas. Sin duda, los desafíos inherentes de dicho período pueden tener un impacto a largo plazo en la vida de una persona, pues la calidad de las experiencias y las relaciones influyen de forma directa en la salud mental, las habilidades sociales, la personalidad, el comportamiento y la capacidad de afrontar el futuro.
Por esta razón, la crianza de los hijos es una labor fundamental que va más allá de la simple responsabilidad de proveer cuidado físico. En definitiva, los padres desempeñan un papel clave en la formación del desarrollo emocional, social y cognitivo de los niños. Por lo tanto, es esencial cultivar habilidades parentales sólidas que ayuden a fomentar un entorno propicio para una infancia feliz y saludable.
“Es importante contar con padres, madres o cuidadores emocionalmente disponibles que puedan conectarse de manera afectiva con sus hijos, es decir, que entiendan sus necesidades, puedan brindarles un entorno amoroso y seguro para explorar el mundo, aprender y desarrollarse, al igual que sepan establecer límites claros. Asimismo, es esencial tener en cuenta que, los vínculos que se desarrollan entre padres e hijos durante los primeros años de la infancia, determinan la manera en que se relacionarán con otras personas en su adultez y también los ayuda a tener una personalidad más segura”, expresó Emil Blondet Gálvez, psicóloga clínica y docente del área de psicología de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental a Hogar y Familia.
¿Cuál es la importancia de las relaciones familiares en el bienestar emocional y mental de los niños?
De acuerdo con la psicóloga, las relaciones familiares saludables brindan un entorno seguro para crecer, aprender y expresarse. Además, permiten que los niños puedan formarse bajo ciertos modelos de comportamiento y de relación que los ayudan a conocer y a emplear sus recursos personales para afrontar dificultades y retos de la vida, así como también determinar su propia manera de vivir, de modo que se sientan plenos y capaces.
“Definitivamente, las relaciones saludables proporcionan una formación natural tanto física como mental y libres de patrones disfuncionales. De igual manera, permiten desarrollar una valía propia y una estabilidad emocional, que los ayuda a lidiar y a separarse de amistades o relaciones de pareja con actitudes insanas y tóxicas, sin caer en una dependencia emocional, depresión o ansiedad. También es muy poco probable que sean violentos física y psicológicamente, así como violentados por otros individuos”, aseguró la psicóloga, Jenny María Velásquez Maúrtua.
Señales de advertencia para identificar posibles problemas emocionales o conductuale
Según Velásquez, las señales más comunes que indican que los niños están presentando dificultades a nivel emocional o conductual son:
Señales de problemas emocionales y conductuales en niños |
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Más sensibles o irritantes (lloran o se enojan mucho) |
Agresivos |
Inseguros o rebeldes |
Comportamientos de aislamiento |
Cambian sus patrones de alimentación (comen en exceso o dejan de comer) |
Cambian sus patrones de sueño (se presentan miedos nocturnos) |
Dificultad para concentrarse |
Bajo rendimiento académico |
“Es sustancial que los padres o cuidadores conozcan muy bien a sus hijos, es decir, sus comportamientos habituales y su forma de ser, ya que, si observan algún cambio en los niños, sean capaces de hacer un seguimiento adecuado para tratar de entender la posible causa. En caso no se pueda identificar o no se logre solucionar el problema, es necesario consultar con un profesional en psicología” ¸ recalcó la experta de la Universidad Continental.
¿Cuáles son las habilidades parentales más importantes para un ambiente positivo y seguro en el hogar?
Sin duda, una de las habilidades más importantes es la empatía, que es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender sus emociones. Básicamente, al poder identificar los sentimientos de las otras personas, se puede actuar de forma adaptativa en el entorno, mostrando así una mayor honestidad, aceptación, tolerancia, gratitud, compasión, perdón, entre otros, explicó Velásquez.
“Si se trabaja en la empatía y se reflexiona sobre cómo las acciones de los padres pueden hacer sentir a los niños, tendremos adultos que sepan escoger mejor sus palabras y decidan pautas más saludables para establecer límites en la crianza. Por ello, la mejor manera de cultivar esta habilidad, es mediante la escucha activa, en otras palabras, no interrumpir, guardar silencio hasta que sea el turno de intervenir y no realizar otra actividad mientras le hablan. Además, es importante trabajar en la autorregulación, pues si se controlan las emociones los cuidadores podrán escuchar verdaderamente y entender mejor a los niños desde la perspectiva y vivencia de ellos, más no de las propias”, destacó la docente.
Por otro lado, como mencionó la psicóloga clínica, la comunicación es otro punto clave para un ambiente positivo y seguro, el cual es un esfuerzo continuo que debe empezar por lo padres. En la medida que ellos puedan comunicar sus emociones, sus intereses u opiniones de forma comprensible, en calma y, sobre todo, sin juicio y crítíca, los niños tendrán la confianza de expresarse, ya que se sentirán seguros.
Igualmente, la regulación emocional es una habilidad parental relevante, pues los niños aprenden de la observación, en este sentido, el primer modelo son los padres. Teniendo en cuenta esto, son los adultos quienes deben aprender las estrategias para controlar sus emociones, indicó la especialista.
Por ejemplo, la respiración profunda es una excelente técnica, pues favorece al ingreso de una mayor cantidad de oxígeno al cuerpo y, por ende, el cerebro permite que la intensidad de las emociones baje progresivamente hasta que llegue a un nivel que resulte manejable. Cuando las emociones se pueden controlar es posible pensar, decidir, comunicarse y comportarse de manera sana y adaptativa.
“De igual forma, es esencial considerar que, las emociones existen y son válidas. Es primordial que los padres ayuden a sus hijos a darle nombre a aquello que están experimentando y puedan entender por qué se siente de una forma determinada. Sin duda, esto se puede lograr mediante el juego, el cual es un mecanismo importante para el manejo del estrés y la regulación de las emociones, así también como es un buen medio para trazar el camino hacia el autoconocimiento emocional”, enfatizó Blondet Gálvez.
¿Cómo establecer límites y disciplina sin recurrir a la violencia?
Por lo general, se cree que la disciplina implica el castigo; sin embargo, está más ligada a tener rutinas y un orden y ser constante en los esfuerzos. Según la psicóloga clínica, en lugar de emplear los castigos, es mejor optar por las consecuencias. Por ejemplo, si un niño juega con algo que no debe, la consecuencia es retirarle el objeto con calma y decirle que eso no es para jugar. En caso presente un desborde emocional, es decir, un berrinche, hay que validar su emoción y esperar a que pase, para luego conversar y explicarle la razón, en lugar de gritar, insultar, reclamar o pegar.
“Es mejor poner límites de acuerdo a la edad, por lo que es muy importante hacer partícipe a los hijos en la elaboración de acuerdos en casa. Así también se les permite desarrollar la autonomía desde pequeños. Igualmente, es fundamental que los padres no se muestren como figuras autoritarias, pero que sí mantengan una postura firme y a la vez calmada para llamar la atención o hablar con los niños”, recomendó Jenny Velásquez.
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