En el fascinante mundo de la infancia, la imaginación y la creatividad no tienen límites. Entre castillos de arena que se convierten en fortalezas y muñecos que cobran vida en aventuras épicas, en un rincón especial de la mente de muchos niños, también habitan personajes extraordinarios que solo ellos pueden ver. Sin duda, este fenómeno bastante común entre los más pequeños, al cual se le conoce como los amigos imaginarios, son estas figuras que más allá de ser simples fantasías, en realidad ocupan un lugar primordial en la vida de muchos infantes, ya que se convierten en grandes confidentes, compañeros de juego y hasta en ocasiones, en fuentes de consuelo.
Sin embargo, a pesar de su naturaleza generalmente benigna, es natural que los padres se cuestionen con respecto a cuándo deberían preocuparse por la presencia de estos compañeros inigualables. Por esta razón, Hogar y Familia de la mano de algunas expertas en salud mental, exploró las diversas circunstancias en torno a este fenómeno que surge en la infancia, con la finalidad de proporcionarles a los progenitores una guía clara para que puedan distinguir entre el juego imaginativo saludable y las señales que podrían indicar la necesidad de una atención adicional.
¿Qué son los amigos imaginarios en los niños?
Básicamente, un amigo imaginario es una figura ficticia creada por la imaginación de un niño, por lo que no posee un carácter real ni una base objetiva; no obstante, es con quien el menor suele interactuar como si este fuese real. Como explicó la psicóloga, Elena Saona Betetta, miembro del Comité de Psicología Educativa del Colegio de Psicólogos del Perú, si bien el infante juega y conversa con este personaje, también suele nombrarlo cuando está ante la presencia de otras personas, especialmente, de adultos.
“Los amigos imaginarios pueden ser animales, personas, objetos o incluso criaturas fantásticas y pueden ser una fuente de consuelo, compañía y diversión para los niños. En definitiva, estos forman parte del desarrollo natural de un infante, motivo por el cual, algunos estudios científicos sugieren que, dichos personajes también pueden ayudarlos a desarrollar habilidades sociales, a procesar emociones y a explorar su imaginación”, refirió Fanny Abanto Casavalente, psicoterapeuta especializada en terapia de esquemas.
¿A qué edad suelen aparecer los amigos imaginarios?
De acuerdo con Saona, la prevalencia de la presencia de los amigos imaginarios oscila entre el 12% y el 33% de niños y niñas de entre 2 y 6 años de edad, aunque en raras situaciones, también pueden surgir en edades más avanzadas. Por su lado, Marilyn Toledo, psicóloga clínica y psicoterapeuta con formación y orientación cognitivo humanista, destacó que, esta etapa es parte de la transición del niño de la dependencia a la independencia emocional y social, pues le permite poder explorar y practicar diferentes habilidades sociales de una manera segura y cómoda.
¿En qué circunstancias la presencia de un amigo imaginario se considera una parte normal del desarrollo infantil?
La presencia de un amigo imaginario se considera una parte normal del desarrollo infantil cuando ocurre entre los 2 y 6 años, sobre todo, durante las etapas de transición en la vida de un menor, como la llegada de un hermano, un cambio en la escuela o la ausencia de un padre debido a viajes o trabajo. En estas situaciones, los pequeños pueden recurrir a la creación de un personaje ficticio como una forma de lidiar con sus emociones, expresar su temores y necesidades, o simplemente por contar con una compañía.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el desvanecimiento de estos amigos suele ser gradual, es decir, los niños pueden comenzar a interactuar cada vez menos con ellos a medida que van desarrollando nuevas habilidades y relaciones, razón por la cual, esta transición es generalmente normal y no debería ser concebida como un tema que genere preocupación. Por otro lado, como expresó la psicóloga clínica, en algunos casos, estos personajes pueden persistir más allá de la niñez, hasta la adolescencia. Si bien no necesariamente indica un problema, sí puede ser una señal de que el individuo encuentra consuelo o necesidad de una compañía imaginaria debido a situaciones específicas.
“En la mayoría de los casos, la presencia de un amigo imaginario no es motivo de preocupación, sino que suele ser una etapa transitoria que se va disipando a medida que el niño crece y desarrolla habilidades de socialización más maduras. No obstante, si la creencia en el amigo imaginario persiste de manera excesiva o afecta negativamente la vida del infante, es recomendable consultar a un profesional para evaluar la situación”, señaló Abanto Casavalente.
¿Cuáles son las funciones principales que desempeñan los amigos imaginarios en el desarrollo de un niño?
Los amigos imaginarios son una parte normal y saludable del desarrollo infantil, los cuales proporcionan múltiples beneficios a nivel psicológico, dado que ayudan a que los niños puedan navegar su mundo en crecimiento. Primero, como recalcó Toledo, refuerzan el desarrollo social, pues les permiten practicar una serie de habilidades sociales, como la comunicación, la empatía y la resolución de conflictos, así como también a través de estas interacciones aprenden a entender y manejar las relaciones con los demás. Segundo, les brindan a los niños una sensación de compañía y apoyo emocional, en especial, en momentos de estrés o soledad, lo que, a su vez favorece a una mejor autoestima y autoeficacia.
“Igualmente, tienden a tener una mejor regulación emocional, ya que, al contar con este compañero, los niños son capaces de expresar y manejar sus emociones. En concreto, pueden usarlos para hablar sobre sus sentimientos, lo que los ayuda a procesar emociones difíciles o confusas. Asimismo, potencia su creatividad e imaginación, por lo que son más hábiles para inventar historias y escenarios, lo cual puede enriquecer su capacidad de pensamiento abstracto y creativo. Por ejemplo, ante una situación de cambio o estrés, como una mudanza, el inicio del colegio o los conflictos familiares, los amigos imaginarios pueden servir como una fuente de estabilidad, ayudándolos así a adaptarse mejor a las nuevas circunstancias”.
¿Cuándo deberían preocuparse los padres por la presencia de un amigo imaginario?
Según la especialista en terapia de esquemas, cuando la presencia del amigo imaginario afecta negativamente la vida del menor en términos de su capacidad para socializar con otros niños de su edad, su rendimiento académico o su bienestar emocional, es decir, muestra signos de aislamiento, comportamiento agresivo o es extremadamente introvertido debido a la influencia de dicha figura ficticia, es fundamental que los padres intervengan y busquen ayuda profesional.
Por lo tanto, es importante tener en cuenta algunas de las señales que podrían indicar que la presencia de un amigo imaginario está relacionada con alguna preocupación emocional o de desarrollo en un menor. Entre las más comunes se encuentran:
- Un niño que parece tener dificultades para distinguir la realidad de la fantasía, o que cree que su amigo imaginario es real.
- Un niño que se vuelve excesivamente dependiente de su amigo imaginario y tiene dificultades para funcionar sin él.
- Un niño que muestra síntomas de ansiedad o depresión, como irritabilidad, dificultades para dormir o problemas de concentración.
“Si un infante parece estar experimentando problemas relacionados con su amigo imaginario, un psicólogo especializado en niños podría realizar una evaluación para determinar si existe alguna preocupación subyacente. Básicamente, esta podría llevarse a cabo mediante una entrevista, en la cual el experto habla tanto con el niño como con sus padres para poder obtener información sobre el comportamiento del menor y su historial médico y familiar. De igual modo, la observación en los distintos entornos es un elemento clave, así como la aplicación de una serie de pruebas psicológicas, las cuales permiten evaluar la salud mental y el desarrollo del infante”.
¿Qué factores podrían llevar a un niño a depender excesivamente de un amigo imaginario?
En principio, aquellos factores, como la falta de habilidades sociales, los problemas familiares, la baja autoestima y ciertos eventos traumáticos o el estrés, tienen el poder de influenciar en la creación de amigos imaginarios, puesto que le proporciona al niño una forma de escape o consuelo en situaciones difíciles, indicó la psicóloga cognitiva humanista.
Definitivamente, como precisó Fanny Abanto, es esencial abordar adecuadamente este tipo de dependencias, ya que un mal manejo de esta situación puede traer consigo una serie de consecuencias a largo plazo para la salud mental y el bienestar general del niño, incluyendo:
- Dificultades sociales: Si un niño no desarrolla adecuadamente habilidades sociales y emocionales, puede tener dificultades para formar y mantener relaciones positivas con otros en el futuro.
- Problemas de comportamiento: Un infante que experimenta ansiedad social o dificultades emocionales puede desarrollar comportamientos problemáticos, como la agresión, la ansiedad o la depresión, que pueden persistir en la adolescencia y la edad adulta
- Baja autoestima: Si un menor se siente inseguro o incómodo en situaciones sociales, puede desarrollar una baja autoestima, lo que puede afectar su confianza y su desempeño en otras áreas de su vida.
- Problemas académicos: Un niño que se siente inseguro o distraído en la escuela debido a preocupaciones emocionales o problemas de comportamiento, sin duda, puede tener dificultades académicas y problemas para aprender y progresar en su educación.
¿Cómo pueden fomentar los padres la creatividad y la imaginación sin generar una dependencia de un amigo imaginario?
Los padres pueden incentivar la creatividad y la imaginación de sus hijos mediante la estimulación de diferentes actividades, tales como el dibujo, la escritura y el juego libre, al igual que con dinámicas asociadas al arte, la música o el juego simbólico. En efecto, es sustancial ofrecerles las oportunidades para explorar diversos mundos imaginarios y personajes sin centrarse exclusivamente en un amigo imaginario. De igual manera, como mencionó Marilyn Toledo, es vital fomentar la interacción con otros niños, la lectura de cuentos y el juego grupal, dado que ayudan a evitar una dependencia malsana con algún personaje ficticio. También deben establecer límites sanos y promover una comunicación abierta para que los infantes desarrollen habilidades sociales y emocionales saludables.
Asimismo, la psicoterapeuta recomendó las siguientes técnicas y actividades que los padres pueden utilizar para ayudar a sus hijos a diferenciar entre la fantasía y la realidad en relación con los amigos imaginarios:
- Hacer preguntas: Los padres pueden hacer preguntas abiertas a su hijo sobre su amigo imaginario y cómo se relaciona con él. Esto puede ayudar a los niños a entender que su amigo imaginario es algo que han creado en su mente y no es una persona real.
- Actividades de rol: Los padres pueden participar en actividades de rol con sus hijos en las que el amigo imaginario es parte de la acción, pero también se hace hincapié en que es un personaje ficticio.
- Explicación y comprensión: Los padres pueden explicar a sus hijos que es normal tener amigos imaginarios, pero que también es importante comprender que no son reales.
- Actividades creativas: Los padres pueden animar a los niños a expresarse de otras maneras, como a través del arte o la escritura, lo que puede ayudarlos a procesar sus emociones y desarrollar su imaginación de una manera saludable.
- Modelado positivo: Los padres pueden servir de modelo positivo para sus hijos al mostrar cómo interactúan con otras personas de manera saludable y respetuosa, lo que puede ayudar a los pequeños a aprender habilidades sociales adecuadas.
“Por último, para poder abordar este tema de una manera positiva y saludable con los hijos, también es fundamental que los padres aprendan a aceptar que los amigos imaginarios son una parte natural del desarrollo infantil, por lo que no deben tratar de detener la creación e imaginación de los menores. No obstante, siempre es importante observar el comportamiento de los niños y estar alertas ante posibles signos de problemas subyacentes que puedan requerir del apoyo de un profesional en salud mental”.
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