En teoría, un padre o una madre no deberían sentir favoritismo por uno de sus hijos, sin embargo, en la práctica sucede lo contrario. Esta predilección no está mal, sino que existen maneras para demostrarlo y actitudes por evitar, explicó la psicoterapeuta Liliana Tuñoque a Hogar&Familia.
Hablar sobre el “hijo favorito” puede resultar complejo y delicado para algunas familias. Tal como ha sido retratado en obras literarias como Ice Brother, de Alicia Kopf, o en Sangre de Campeón, de Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Ambas novelas abordan, a su estilo, los conflictos que generan los padres entre los hermanos con el pasar de los años.
Asimismo, varios estudios académicos han examinado cómo este fenómeno afecta las relaciones familiares, el bienestar emocional de los hijos y su desarrollo psicológico. En particular, el estudio “Differential treatment of siblings in two family contexts”, publicado en la revista Child Development, detalla los impactos negativos en los hijos no favorecidos.
“Si el favoritismo es muy marcado, definitivamente daña la autoestima de los demás hermanos. Ellos pueden percibir que no los quieren lo suficiente, inclusive pueden sentirse rechazados por la familia”, comentó en relación a ello Tuñoque.
“Esto daña su autoestima y puede causar rebeldía, resentimiento y aislamiento. Así como cuadros de ansiedad, porque llegan a pensar que de repente han hecho algo malo para recibir ese trato, o que no son lo suficientemente bueno para sus padres”, prosiguió.
¿Por qué hay hijos favoritos?
Hay ciertas variables que generan que un progenitor tenga favoritismo por uno de sus hijos, entre ellas se encuentran la personalidad de los hermanos, su edad, las relaciones individuales, las circunstancias familiares, etc.
Asimismo, los padres pueden sentirse más cercanos a un hijo debido a intereses o personalidades similares, inclusive porque les hacen recordar a ellos mismos cuando eran más jóvenes.
“A veces también se da el caso que el favoritismo nace porque uno de los hijos tiene una enfermedad. Como hay que atenderlo y entenderlo, de cierta manera u otra, se genera esta complicidad, que al final es percibida por los demás”, indicó la experta.
Efectos negativos entre hermanos
Cabe destacar que el favoritismo hacia uno de los hijos puede tener efectos negativos en las relaciones entre hermanos, así como en el desarrollo emocional de todos los miembros de la familia.
Por tal motivo, la psicoterapeuta aconsejó a los padres a aprender a manejar correctamente la situación. “Que esto no sea notorio o evidente, porque puede generar daño emocional a nuestros hijos. Y lo peor es que puede incrementar la rivalidad entre hermanos, debido a celos, disputas, envidias”, precisó.
“Los padres deben de tener en claro que los hijos en algún momento se van a convertir en adultos, entonces, van a crecer con ese resentimiento hacia su hermano. Uno como mamá o papá debe ser consciente de no generar desde pequeños estas diferencias”, acotó.
Lo que sufrirá el preferido
Debido al trato especial que recibe por parte de sus padres, existen consecuencias perjudiciales en el crecimiento y desarrollo del hijo favorito. “Va a pensar que siempre va a tener la razón, que siempre lo van a apoyar, o que van a velar por él”, explicó la especialista.
“Esto puede generar una percepción de suficiencia, va a decir ‘yo soy lo máximo’. Eso, finalmente, es una situación superficial que no tiene bases ni fundamente, porque todo eso lo está definiendo los padres”, agregó.
Esta situación solo provocará el crecimiento de un adulto inseguro, que va a tener dificultades a la hora de tomar decisiones. Siempre va a esperar que alguien le pautee las cosas que debe hacer y que le dirijan el rumbo de la vida, debido a que “está acostumbrado que desde niño lo apañen, lo ayuden, lo cubran o protejan”.
Amor para todos
En general, es deseable que los padres traten a todos sus hijos de manera equitativa, brindándoles amor, atención y apoyo, independientemente de sus necesidades y características.
Para ello, la doctora Tuñoque enfatizó en que es necesario evitar las comparaciones y fomentar una comunicación abierta, basada en el respeto mutuo y la igualdad de oportunidades entre todos los hermanos.
“Siempre se sugiere que el favoritismo no se dé, pero si se da el caso, que este sea muy sutil y que pase desapercibido. Evitemos marcadas diferencias o comentarios que pueden destruir toda la estructura emocional de nuestros hijos”, aseveró.
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