Lejanos quedaron los tiempos en que era raro ver a un padre salir con sus hijos a espacios públicos, jugar con ellos, vestirlos o llevarlos al colegio. (Este artículo va dedicado a los buenos padres)
Durante mucho tiempo, al padre se le asignó únicamente el papel de proveedor. Al regresar del trabajo, era quien tomaba las medidas correctivas para disciplinar al hijo.
Pero desde hace algunos años, se reconoce que el padre también es una figura central para el desarrollo integral de su hijo o hija. Hoy se sabe que un niño que cuenta con más de una figura de apego —alguien que lo cuide y le haga sentir amado— crecerá con una base sólida para enfrentar la vida.
Y aunque no siempre el padre y la madre viven bajo el mismo techo, lo cual hace más desafiante la tarea de ser un padre presente, no es algo imposible. Por el contrario, estas situaciones pueden convertirse en referentes valiosos para los hijos acerca de cómo enfrentar desafíos y complejidades.
Según Seidler (2000), el tiempo que un padre pasa con sus hijos es importante para la calidad del vínculo, aunque dicho tiempo, por sí solo, no es suficiente. Es determinante también la calidad de la relación, que requiere tiempo, dedicación y presencia emocional.
Un padre que quiere forjar un vínculo significativo con sus hijos debe construirlo día a día. Ese vínculo será la base de la autoestima y la seguridad personal de sus hijos.
El rol del padre en la crianza
- Vínculo de seguridad y afecto: El padre establece un vínculo seguro con sus hijos, proporcionándoles un ambiente de amor, apoyo y contención. Estar disponible y atento a sus necesidades fortalece ese vínculo.
- Modelo a seguir: A través de sus conductas, el padre actúa como modelo de valores, principios, comportamientos saludables y habilidades, influyendo activamente en el desarrollo de los hijos.
- Guía y autoridad: El padre ejerce una guía responsable, estableciendo límites y normas claras y justas. Esto contribuye al desarrollo de la autonomía y la responsabilidad.
- Apoyo emocional: El padre brinda contención emocional en momentos difíciles, ayudando a sus hijos a atravesar situaciones de estrés y a desarrollar recursos para afrontar la vida. Mostrar calma y seguridad es parte esencial de este rol.
- Promoción del desarrollo social y cognitivo: Al participar activamente en el juego y en actividades educativas, el padre estimula habilidades sociales, cognitivas y emocionales en sus hijos.
- Participación activa: El padre se involucra en la vida cotidiana: cuidar, alimentar, vestir, jugar y compartir experiencias. Todo suma al vínculo afectivo y al aprendizaje conjunto.
Los padres no solo guían y orientan: también enseñan con el ejemplo. Son modelos que transmiten valores, ética y formas de estar en el mundo.
A medida que el niño o la niña crece, ese modelo puede servir como una referencia emocional y moral desde la cual construir su propia identidad.
En cualquier caso, la idea fundamental es que la paternidad implica una relación cercana, constante y afectiva. Eso se logra con respeto, escucha, y muchas conversaciones cotidianas en las que el vínculo paterno-filial se fortalece.
En resumen, el papel del padre en la crianza es profundamente importante por la influencia que ejerce en la construcción de identidad, autoestima y bienestar emocional. El objetivo debe ser ofrecer amor incondicional, seguridad y comprensión.
Esto permite forjar una relación saludable y reparadora entre un hijo o hija y su padre.
Va, entonces, mi saludo y respeto a todos esos padres que siempre están para apoyar a sus hijos.
¡Feliz Día del Padre!
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