Durante los primeros días de marzo, los indicadores de la pandemia del COVID-19 continuaron mostrando una ligera tendencia a la baja en comparación con los picos observados en la primera mitad de febrero.
Las reducciones se registraron inicialmente en las variables que miden la transmisión de la enfermedad, como los contagios y la positividad de pruebas moleculares. En lo que va del mes, se han reportado en promedio 5.765 casos diarios, según datos oficiales del Ministerio de Salud (Minsa), cifra menor a los más de 6.700 reportados en febrero, durante el momento más crítico de la segunda ola.
La misma tendencia se registra en la positividad, principalmente por pruebas moleculares y antígenas. En las primeras, este indicador bajó a 15% el 9 de marzo, desde un nivel de 21% reportado el 12 de febrero.
Si bien este resultado es alentador, aún se encuentra muy por encima del mínimo de 5% observado en noviembre del año pasado, durante la etapa final de la primera ola.
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Menos mortalidad
El retroceso descrito habría tenido un impacto en los decesos ocasionados por el COVID-19, tanto a nivel oficial del Minsa como en el Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef).
Los fallecidos diarios reportados por el Minsa en la última semana han estado por debajo de 200, una barrera que se superó en 11 de los 28 días de febrero. En tanto, las muertes no violentas registradas en el Sinadef continúan en leve descenso desde el 17 de febrero.
Sin embargo, se observa un contraste entre la velocidad de la caída en Lima y el resto del país [ver infografía]. A diferencia de la primera ola, esta vez el retroceso en la capital sería más lento.
Juan Carbajal, investigador de la plataforma OpenCovid-Perú, explica que Lima tiene una importancia gravitante en la curva total de fallecimientos, ya que explica casi el 50% de las defunciones ingresadas en este sistema.
“La situación de Lima es un espejo de la gráfica nacional. Si Lima aumenta, el total aumenta. El pico de muertes por toda causa en la capital fue el 17 de febrero con 486, que coincidió con el nacional (1.083 decesos). Después de ese día hubo ciertos altibajos, llegando el 3 de marzo a 491 decesos, pero ha bajado cinco días consecutivos hasta llegar a 473 muertes el 8 de marzo”, explica.
El investigador considera que este descenso es “lento, pero esperanzador”, e indica que debe continuar por dos semanas más para confirmar la tendencia. También advierte que si bien el aumento de la ocupación hospitalaria se ha estancado, las UCI están al tope y la disponibilidad de recursos sigue siendo baja y diferenciada por regiones.
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Por zonas
Pese a que en la capital aún no hay un claro retroceso de la pandemia, la situación sería distinta en Huánuco y Junín, que fueron duramente golpeadas desde enero. En Áncash y Pasco, las otras dos regiones que padecieron la falta de especialistas y oxígeno, la situación aún no estaría del todo definida.
Carbajal añade que las decisiones de cuarentena en estos lugares habrían tenido efecto, pero se tomaron muy tarde, cuando la situación ya había “explotado” incluso desde diciembre.
“Posiblemente, sí se haya vivido lo peor en Huánuco y Junín. Se ve un descenso muy notorio en fallecidos, UCI y contagios”, indica.