El 8 de noviembre del 2020, cuando Kamala Harris dio su primer discurso como vicepresidenta electa de los Estados Unidos, dijo: “Aunque pueda ser la primera mujer en ocupar este cargo, no seré la última”. A lo largo de la historia, las mujeres han marcado un hito cada vez que han ocupado altos puestos, y hasta el día de hoy existen muchas que continúan haciendo historia y siguen rompiendo paradigmas y prejuicios gracias a su perseverancia y aptitud.
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Una de ellas es Rosa Hidalgo Serna, quien a finales del año pasado se convirtió en la primera oficial mujer de la Policía Nacional que llegó al grado de coronel en armas. A lo largo de su carrera policial y con 25 años de servicio, Rosa ya está más que acostumbrada a recibir el título de “la primera mujer en”.
“Da la casualidad que cuando yo ingresé a la academia de oficiales también fui parte de la primera promoción femenina. En ese momento se hizo una convocatoria y cumplí con todos los requisitos. Al principio, fue un poco complicado porque teníamos que competir para ganarnos un lugar, éramos las primeras. Pero poco a poco se fue abriendo el camino y estoy orgullosa de haber formado parte de eso y de sentar precedentes”, cuenta la coronel PNP a El Comercio.
De ahí en adelante, Hidalgo Serna siguió llevando cursos de capacitación en diferentes áreas como la lucha contrasubversiva, inteligencia policial, criminalística, derechos humanos, entre otros. Más adelante, en el 2009 y con el grado de mayor, fue también la primera en asumir la jefatura de la comisaría de Maranga.
“A veces, nuestro trabajo solo se resumía a temas como violencia familiar o de menores, trabajos de oficina y recursos humanos. Pero con la llegada de Mercedes Cabanillas, quien fue la primera ministra del Interior, se dieron grandes cambios y se visibilizó el rol de la mujer dentro de la institución. Fue un giro muy importante que ayudó a que muchas sigamos aspirando a más”, cuenta.
La coronel señala que lo más retador de su carrera ha sido encontrar el balance entre su familia y su amor por la institución. Con dos hijos, uno de ellos en edad escolar, el apoyo de su esposo -también policía- ha sido fundamental. “Cuando me nombraron comisaria de Huarmey (en el 2019 fue la primera mujer en ocupar dicho cargo en la región Áncash) él me ayudó mucho y yo estuve más tranquila. Viví casi dos años en la dependencia y solo podía venir a Lima en vacaciones. Me siento afortunada porque siempre encontré la forma de poder alcanzar mis metas y apoyar a mi familia”, explica.
“Cuando eres la primera en lograr cosas siempre sientes que hay un peso extra sobre ti y te exiges para ser la mejor en todo. Fue difícil y hasta ahora lo es, porque suponemos que el peso familiar recae sobre la mujer, y no es así. El hecho de tener una familia no debe ser una traba para lograr lo que queremos, al contrario nos debe motivar para seguir adelante. Yo creo que como policía mujer he cumplido un rol importante y he preparado el camino para las futuras generaciones. A todas les digo que nada es imposible”, señala Hidalgo, quien a poco de recibir el grado de coronel ya está pensando en su próxima meta: ser la primera general en armas de la Policía Nacional.
Otra mujer que recientemente ha hecho historia, pero esta vez en las Fuerzas Armadas, es Greta Ruíz Laos. A sus cortos 21 años, la alférez de la Marina de Guerra se ha convertido en la primera mujer en recibir la Espada de Honor, reconocimiento otorgado por su destacado desempeño académico durante sus cinco años de formación.
“Estoy convencida de que todo esfuerzo tiene su recompensa. Yo no pensaba poder lograr este reconocimiento, pero soy una persona dedicada y con convicción. Recibir la Espada de Honor es un logro muy especial, sin duda, es algo que va a contribuir con mi carrera en los siguientes años. Y de verdad deseo que esto también sea una motivación para las jóvenes de hoy en día que quieren pertenecer a las Fuerzas Armadas”, señala la joven a este Diario.
Además, agrega que su familia ha sido el pilar fundamental para poder lograr este reconocimiento. Greta recuerda que fue su padre quien la llevó a una feria vocacional, en su natal Ica, y quien la hizo averiguar todos los requisitos para poder postular a la Marina de Guerra. “Recién cuando ingresé, mi padre me dijo que él también se había postulado. Esperó el momento indicado para que yo no sienta presión. Y ahora que lo veo, siento que fue una decisión totalmente acertada”, explica la Ruíz Laos.
El reconocimiento hacia el desempeño y los logros de Greta no solo enaltece a su familia, sino también sus compañeros y superiores. “Es realmente un orgullo ver que por primera vez en la historia de nuestra institución una mujer, luego de haber alcanzado un alto índice de rendimiento general, obtuvo el privilegio de asumir el cargo de cadete comandante del batallón Angamos”, dijo el almirante Ricardo Menéndez Calle, comandante general de la Marina durante la graduación del 15 de diciembre.
Además de hacer historia con la Espada de Honor, Greta y su promoción también han marcado un hito, ya que es un grupo que tiene numerosas integrantes femeninas. La joven alférez calcula que son unas 25 mujeres las que se graduaron a fines del año pasado. “Ahora también en el buque en donde yo estoy trabajando tengo de compañeras a cuatro de mi promoción. Hubo un día en que coincidimos todas mujeres: la jefa de servicio, la oficial de seguridad, la técnico de guardia, la vigía, etc. Todas éramos mujeres. Todo ha cambiado y muchos se sorprenden de que ahora somos tantas”, señala Greta.
“Esto debe de ir cambiando. Poco a poco los logros de las mujeres tienen que dejar de ser una sorpresa o noticia. Ese día, cuando deje de ser una noticia, podremos decir que se ha alcanzado una igualdad de género. Espero que con los años se den más de estas oportunidades, que también dependen mucho del esfuerzo que cada persona ponga”, acota la joven que espera calificarse en la fuerza de aviación naval para continuar su carrera dentro de la Marina de Guerra.
Aquel día, Ruíz Laos también recibió una distinción por parte del presidente Francisco Sagasti en el patio de honor del Palacio de Gobierno. Allí también se reconoció el desempeño de la alférez Melanie Capa Quispe, quien también se hizo Espada de Honor en la Fuerza Aérea del Perú. La joven natal de Arequipa se ha especializado en comando, combate y pilotaje.
A sus 23 años, Melanie reafirma que su verdadera vocación es servir a la Patria. “Varios miembros de mi familia pertenecen a la Policía Nacional y siempre me llamó la atención la vocación de servicio y el respeto hacia el uniforme. Luego, mi padre, Wilfredo, me contó sus experiencias en la Fuerza Aérea durante su servicio militar. Ahí me di cuenta de que eso era lo que quería para mi y me puse a investigar para poder postular”, cuenta la joven que dejó la carrera de Administración de Empresas para lograr su sueño.
Tras el reconocimiento por su destacado rendimiento académico, Melanie espera poder continuar con sus cursos de progresión de vuelos en el Grupo Aéreo N°51, en Pisco. “Al finalizar recién me podré graduar como piloto militar, esa es mi siguiente meta”, dice Capa Quispe.
“A las jóvenes que quieren entrar a las Fuerzas Armadas les digo que no sientan temor de hacer cosas que hace algún tiempo no eran comunes. Hoy en día hay igualdad de oportunidades para todos y ser mujer no es un impedimento para alcanzar tus sueños en la carrera militar”, enfatiza la alférez que dentro de su aún corta experiencia en los aires ya ha volado un avión modelo Cessna 172 Shyhawk como parte de su preparación.
“Ser la primera conlleva una gran responsabilidad y espero cumplirla con cabalidad. Y no solo aquí, creo que cualquier meta que uno se proponga tiene que hacerla en base a sacrificio y esfuerzo, si uno hace eso, puede conseguir cualquier cosa”, dice Melanie.
Se escribió correctamente el nombre de la alférez FAP Melanie Capa Quispe.