Gabriel Garca Mrquez, el premio Nobel de Literatura de 1982 que hoy cumple 86 aos de edad sumido en un inquebrantable silencio, se encontr en Cuba con Hugo Chvez en el ao 1999. El militar estaba a puertas de juramentar como Presidente de Venezuela y Garca Mrquez resumi el encuentro en un perfil que es, en esta coyuntura, uno de los mejores retratos del fallecido gobernante.
Carlos Andrs Prez descendi al atardecer del avin que lo llev de Davos, Suiza, y se sorprendi de ver en la plataforma al general Fernando Ochoa Antich, su ministro de Defensa. Qu pasa?, le pregunt intrigado. El ministro lo tranquiliz, con razones tan confiables, que el presidente no fue al Palacio de Miraflores sino a la residencia presidencial de La Casona. Empezaba a dormirse cuando el mismo ministro de Defensa lo despert por telfono para informarle de un levantamiento militar en Maracay. Haba entrado apenas en Miraflores cuando estallaron las primeras cargas de artillera.
Era el 4 de febrero de 1992. El coronel Hugo Chvez Fras, con su culto sacramental de las fechas histricas, comandaba el asalto desde su puesto de mando improvisado en el Museo Histrico de La Planicie. El Presidente comprendi entonces que su nico recurso estaba en el apoyo popular, y se fue a los estudios de Venevisin para hablarle al pas. Doce horas despus el golpe militar estaba fracasado. Chvez se rindi, con la condicin de que tambin a l le permitieran dirigirse al pueblo por la televisin. El joven coronel criollo, con la boina de paracaidista y su admirable facilidad de palabra, asumi la responsabilidad del movimiento. Pero su alocucin fue un triunfo poltico. Cumpli dos aos de crcel hasta que fue amnistiado por el presidente Rafael Caldera. Sin embargo, muchos partidarios como no pocos enemigos han credo que el discurso de la derrota fue el primero de la campaa electoral que lo llev a la presidencia de la Repblica menos de nueve aos despus.
El presidente Hugo Chvez Fras me contaba esta historia en el avin de la Fuerza Area Venezolana que nos llevaba de La Habana a Caracas, hace dos semanas, a menos de quince das de su posesin como presidente constitucional de Venezuela por eleccin popular. Nos habamos conocido tres das antes en La Habana, durante su reunin con los presidentes Castro y Pastrana, y lo primero que me impresion fue el poder de su cuerpo de cemento armado. Tena la cordialidad inmediata, y la gracia criolla de un venezolano puro. Ambos tratamos de vernos otra vez, pero no nos fue posible por culpa de ambos, as que nos fuimos juntos a Caracas para conversar de su vida y milagros en el avin.
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