Le dicen “Los Músculos de Bruselas” porque allá, en la capital de su natal Bélgica, Jean-Claude Camille François Van Varenberg comenzó a querer cambiar el aspecto de niño bajito y flacucho metiéndose a una escuela de karate. Así hizo crecer su cuerpo y reducir su nombre a Jean-Claude Van Damme, o simplemente JCVD, hasta que a los 22 años decidió viajar a Estados Unidos con unos pocos ahorros en los bolsillos, en busca del sueño hollywoodense.
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No le fue fácil a este admirador de Bruce Lee y aprendiz de Chuck Norris. Primero fue a tumbos entre cortometrajes y peliculitas sin pena ni gloria. A la par, se entrenaba en full contact y kickboxing para perfeccionar sus dotes en el cuerpo a cuerpo (que había combinado desde la infancia con clases de ballet, lo que le otorgó una elasticidad diferente a la de sus colegas).
Lo que Van Damme entendió rápidamente fue el contexto del Hollywood ochentero: la Guerra Fría iba ingresando a su final, pero en la industria aún se imponían los relatos nacionalistas bien marcados. En el género de las artes marciales, era común ver enfrentado al salvador norteamericano contra el cruel agente extranjero, sobre todo soviéticos o asiáticos. Primero le tocó estar del lado de los malos, en el papel del ruso Ivan Kraschinsky en “Retroceder nunca, rendirse jamás” (1986). Pero desde su rol de antagonista opacó al del ‘american hero’, interpretado por el olvidable Kurt McKinney.
Había nacido una estrella. Tan solo un par de años después, en 1988, JCVD alcanzaría el papel que lo consolidaría: el Frank Dux de “Contacto sangriento”, donde actuaría en oposición al temible Bolo Yeung, villano por antonomasia. Lo que vendría después es una serie de clásicos de culto, en los que el actor belga se convirtió en figura icónica.
Allí está, por ejemplo, “Kickboxer”, de 1989. Una película que ha perdurado gracias a una escena en particular: aquella en un bar tailandés en la que un Van Damme un poco ebrio se lanza unos pasos de baile bastante peculiares antes de partirle el alma a una decena de furiosos locales. Una mezcla entre el ridículo y la autosuficiencia que lo hacen realmente entrañable.
En 1990 aparecía “León, peleador sin ley”, primera película de Van Damme con una gran estudio (Universal Pictures); en 1992, “Soldado universal”, cruce con la ciencia ficción; y en 1994 la que fue su mayor éxito de taquilla y una de las mejor recibidas por la crítica, “Timecop, policía del futuro”. Ese mismo año haría “Street Fighter”, la adaptación del videojuego donde tuvo el rol protagónico como Guile. La cinta fue un fiasco artístico, pero ganó algunos millones. Después de ello, JCVD entraría en casi una caída libre de la que le costaría levantarse.
DERRUMBE Y RENACIMIENTO
Hace un par de años, el director de “Street Fighter”, Steven de Souza, concedió una entrevista al diario británico “The Guardian” en la que reveló detalles no conocidos del rodaje, como la fuerte adicción a la cocaína de Van Damme. “No podía hablar del tema entonces, pero ya puedo ‒contó el cineasta‒. Jean-Claude iba hasta las cejas y perdió la cabeza. El estudio le había asignado a un cuidador, pero por desgracia, el mismo cuidador era una mala influencia. Jean-Claude estaba indispuesto tan a menudo que había que buscar continuamente tomas alternativas que rodar; había veces que teníamos que esperarle durante horas”.
A los problemas con las drogas había que sumar un alcoholismo y un trastorno bipolar que complicaron seriamente la vida personal de Van Damme. Tuvo cinco matrimonios también, y su posición relevante en el cine comercial de artes marciales se fue disipando poco a poco. Pero no su deseo de reivindicación, que llegaría en el 2008 de una forma inesperada.
Ese año se estrenó en el prestigioso Festival de Cannes la película “JCVD”, dirigida por el cineasta franco-tunecino Mabrouk El Mechri. Una comedia dramática en la que Van Damme sorprendió con la poderosa interpretación de un actor venido a menos por sus líos existenciales, evidente versión semificcional de sí mismo. La cinta incluye un emotivo monólogo de seis minutos de Van Damme mostrando un talento actoral que muchos no le reconocían.
VAN DAMME 3.0
Por suerte, los años posteriores han sido más amables para JCVD. En el 2012 apareció en “The Expendables 2” (le había rechazado a Sylvester Stallone el rol protagónico de la primera parte) y ha sabido construir una imagen renovada como personalidad de Internet. Un nacido para los memes y los virales, Van Damme ha aprovechado bien la virtualidad: su canal de YouTube, por ejemplo, está lleno de videos con sus rutinas de ejercicios.
Otro hito de su carrera en el siglo XXI tuvo lugar en el 2013, cuando la empresa Volvo Trucks publicó un comercial en el que Van Damme realiza un ‘spagat’ entre dos camiones que se mueven en reversa. El video se volvió un fenómeno de Internet, con más de 35 millones de visitas en una semana y sucesivas parodias.
En el 2015, invitado al programa de Conan O’Brien, Van Damme revivió su popular baile en “Kickboxer”. Y hace solo unas semanas publicó un video nuevamente haciendo una peculiar danza, demostrando que mantiene un estado físico envidiable a sus casi 60 años (los cumple este domingo).
¿Planes a futuro? Por lo pronto, se sabe que Netflix lo ha fichado para la comedia ‘The Last Mercenary’, en la que dará vida a un viejo agente secreto que debe limpiar su nombre tras ser acusado por tráfico de armas. Sea cual sea el resultado, a Van Damme es difícil serle indiferente. Antes se ganó la fama a golpes y hoy a punta de nostalgia. Entrañable como pocos.
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