Recuerda Michel Gomez (Marsella, Francia, 1959) que la primera vez que llegó al Perú fue en febrero de 1980, durante los últimos meses del gobierno de facto de Francisco Morales Bermúdez. Y ahora, su más reciente película, “La pena máxima”, está a puertas de estrenarse semanas después del fallecimiento del expresidente.
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El filme, basado en la novela de Santiago Roncagliolo, se ambienta en 1978, en un contexto que mezclaba el Mundial de Fútbol de Argentina, el oscuro Plan Cóndor, y un caso criminal que empujará a orillas extremas a Félix Chacaltana (Emanuel Soriano), el protagonista de la historia.
La cinta llega a cartelera este 25 de agosto y Gomez conversó previamente con El Comercio.
—¿Cuál fue la motivación exacta para adaptar el libro de Roncagliolo? ¿Qué fue lo que te cautivó?
Bueno, yo había leído “Abril rojo” y después de años me enteré de que existía esta novela y me encantó también. Y es un libro que reúne temas que a mí me gustan mucho. Primero, porque se trata de un ‘thriller’ político. Segundo, porque tiene el elemento del fútbol, que me interesa muchísimo. Y tercero, pues porque me encanta la literatura. Era un proyecto que agrupaba mis pasiones y el anhelo de poder finalmente hacer una película de este nivel.
—¿Cómo ha sido el trabajo de adaptación con Santiago Roncagliolo?
Perfecto, sin ningún problema. Ya habíamos trabajado juntos desde la época en que yo hacía telenovelas y miniseries. El proceso fue muy rápido, con intercambio de opiniones, como siempre. Al momento de la lectura del guion encontramos detalles a mejorar, y él siempre estuvo a disposición.
—A grandes rasgos, ¿qué ha cambiado en esa transición del libro a la película?
Como siempre, el libro se desmiembra. Se va puliendo por aquí y por allá. El asunto principal son los espacios-tiempo. Eso siempre cambia. Y en este caso particular, lo que ha cambiado es que muchos personajes que están en la novela y en la película no aparecen. Sobre todo los que tienen que ver con lo que ocurre en Argentina. Pero se ha conservado lo esencial y nos hemos concentrado en que sea un ‘thriller’ político. Ese es el camino que nos trazamos.
—La película se sitúa en 1978 y ahora, en 2022, nuevamente está muy encendido el tema futbolero y la convulsión política.
La efervescencia política la sentimos mucho. Nosotros filmamos en medio de la campaña electoral del año pasado, que fue un caos. Con los fujimoristas al pie de Palacio de Justicia y los castillistas en la Plaza San Martín, fue realmente complicado filmar en el Centro de Lima. Pero tuvimos que adaptarnos. Y bueno, el fútbol siempre está presente y me gusta mucho todo lo que ocurre a su alrededor. Ese partido del Mundial del 78 que Perú pierde 6-0 contra Argentina sigue siendo un misterio sin resolver. Hace poco, Juan Carlos Oblitas contó la anécdota de que Jorge Videla y Henry Kissinger bajaron a saludar a los futbolistas antes del partido. Imagínate la presión que había. Hubo muchas cosas extrañas alrededor. Algunas son leyendas urbanas, pero otras sí tuvieron que ver con acuerdos que tomaron los militares argentinos y peruanos, como parte del famoso Plan Cóndor.
—¿Cómo se dio la elección de Emanuel Soriano como Félix Chacaltana, el protagonista?
Desde que decidí hacer la película, siempre pensé en él como actor. No visualizaba a otro para el personaje, así que ni siquiera hubo casting. A nivel de composición de personaje, algo que le pedí fue que bajase de peso, y bajó muchísimo. Él tiene 33 años y yo necesitaba que se le viera de 22 o 23 años, así que el trabajo físico ha sido bastante fuerte.
—Además está Ismael Contreras, que falleció en enero pasado. Fue su último papel.
Yo trabajé en muchas novelas con él. Fuimos muy amigos. Una anécdota triste y feliz es que él pudo ver la película antes de fallecer. La presenté en una proyección privada, solo para los actores de la película, y él estuvo allí. Ya estaba en silla de ruedas. Creo que fue un lunes la proyección y él falleció al domingo siguiente. Estuvo muy emocionado, lloró al final, y me dijo algo que siempre recordaré: que el Perú no aprende de su historia. Dicho por una persona que está mal de salud, eso toma un valor muy importante. Es una frase que siempre recordaré.