A 45 km del centro de Madrid, 1 hora en auto, está Chinchón. Es una localidad pequeña, pero encantadora; tiene una plaza amplísima, edificaciones del siglo XVII, un anís con denominación de origen –el Chinchón– que alcanza los 74° de graduación alcohólica, además de “una iglesia sin torre, y una torre sin iglesia”, porque tiene las estructuras separadas, como bien nos cuenta con traviesa ironía Rosa Barranco, vecina de la localidad y guía.
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Puede contarse mucho de Chinchón, a la que hemos llegado como parte de una invitación de la décima edición de los Premios Platino. Pero aquí hablaremos de su espíritu cinematográfico, que es maravilloso. Porque parece un municipio hecho plató. Remontémonos si no a 1956, cuando fue escenario de la película “La vuelta al mundo en 80 días”, de Michael Anderson.
En una recordada secuencia, la plaza mayor de la localidad fue convertida en ruedo, con coloridas telas colgadas de los 234 balcones que rodean el lugar. Pero el show se lo roba el entrañable Mario Moreno ‘Cantinflas’, cuando salta a torear con inolvidable actitud nerviosa. Todavía hay lugareños –los más antiguos– que recuerdan el rodaje.
Años después, para la grabación de la cinta “El fabuloso mundo del circo” (1964) de Henry Hathaway, se escogió a Chinchón como locación por donde pasearían dos divas de aquellas: la italiana Claudia Cardinale y la estadounidense Rita Hayworth también dejaron huella de su fulgurante belleza en la ciudad, pues el filme se grabó en varios puntos de Madrid.
DE WELLES A ANDERSON
Otro de los capítulos cinéfilos memorables de Chinchón tuvo lugar cuando el mítico Orson Welles llegó hasta allí para filmar su película “Campanadas a la medianoche”, que él mismo protagonizó, haciéndola pasar por un paisaje del Reino Unido. A los pocos años, volvería a transfigurarla, pero esa vez como Macao, para su cinta “Una historia inmortal” (1968).
Le gustaba tanto Chinchón al director de “Ciudadano Kane” que allí se instaló por una temporada. Y tenía un restaurante favorito: Cuevas del Vino, que literalmente parece un conjunto de laberínticas catacumbas que cambia los huesos por enormes tinajas del fermentado. En una de sus salones, de hecho, se conservan tinajas con firmas de famosos, entre ellas la rúbrica de Welles, con la silueta de su rostro dibujada al lado.
Hay más autógrafos célebres: el de Yul Brynner, por ejemplo, que llegó hasta Chinchón para filmar “Los siete magníficos” junto a Charles Bronson y Steve McQueen; el de Carmen Maura, diva y musa de Pedro Almodóvar; la firma de Matt Dillon, con un alienígena al lado; y más recientemente el de Adrien Brody y Tom Holland. El actor de “Spider-Man” quiso estampar su nombre en la misma tinaja que la de Orson Welles. Y se le concedió el capricho.
Lo curioso es que el influjo que genera Chinchón entre los cineastas no es solo cosa del pasado. Hace menos de dos años, la localidad fue escogida por el director Wes Anderson (“Los excéntricos Tenembaum”, “Gran Hotel Budapest”) para desarrollar su undécimo largometraje, “Asteroid City”, que se estrenará dentro de pocas semanas en el Festival de Cannes.
Aunque el argumento se desarrolla en una ciudad ficticia, Chinchón reunía los requisitos que Anderson necesitaba. Y la ciudad prácticamente quedó clausurada durante las semanas que duró el rodaje. De hecho, unos 200 chinchonetes –el 4% del total de la población local– trabajaron como figurantes, pero ninguno habla de lo que vio porque todos firmaron acuerdos de confidencialidad.
Mientras tanto, varias figuras del impresionante ‘cast’ de “Asteroid City” –Scarlett Johansson, Adrien Brody, Tom Hanks, Margot Robbie, Tilda Swinton, etcétera– tuvieron que recluirse en el Parador de Chinchón, un hotel de lujo administrado por el gobierno español que antes fue alcoholera, y antes de eso una cárcel, pero primero que nada un convento agustino alrededor de 1700. Un viejo y precioso claustro que volvió a serlo para proteger a las ya mencionadas estrellas de Hollywood.
Dicen que alrededor de 3 millones de dólares podrían haber ingresado a las arcas de Chinchón gracias a la película de Anderson. Señal inequívoca de la importancia de que gobiernos locales fomenten la industria del cine de forma sostenida. ¿Ejemplo para el Perú, acaso? Vale la pena pensar en eso.
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