Desde que, en 1944 el historiador Humberto Vidal y el escritor cusqueño Francisco Espinoza Navarro rescataran esta festividad religiosa del calendario inca y realizaran una reconstrucción histórica de ella, basándose en los escritos del Inca Garcilaso de la Vega, la “Fiesta del Sol” se ha celebrado año tras año excepto el 2020, que fue suspendida por la pandemia.
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Este año, cuidando los protocolos de bioseguridad, la fiesta volvió al Cusco sin público (asistieron únicamente algunas autoridades, con los protocolos debidos), con la mitad de los artistas que se presentaban en el evento, pero como sostuvo el titular del Ministerio de Cultura, Alejandro Neyra, “demostrando que unidos podemos hacer grandes cosas”, la Fiesta del Sol brilló para todo el mundo y se celebró el Inti Raymi del Bicentenario. El evento de carácter simbólico, se desarrolló en tres actos en la explanada del Complejo Arqueológico de Sacsayhuamán, donde el inca hizo su reverencia, ritos y cantos al dios Sol y fue transmitida, de manera excepcional, por televisión y las redes sociales del sector.
Tradición ancestral
Originalmente, el homenaje que los incas rendían a su deidad el sol, se realizaba el 21 de junio, que coincidía con el solsticio de invierno en esta parte del mundo, y se celebraba durante 15 días en los cuales “había danzas, ceremonias y sacrificios”, según relataba el Inca Garcilaso de la Vega en sus “Comentarios Reales”. El escritor peruano dedicó cuatro capítulos de su célebre libro a relatar los detalles relacionados con esta fiesta. En el primero de esos capítulos describe la impresionante llegada al Cusco, el día previo, de las autoridades y representantes de todas las regiones del imperio. Más adelante hace un recuento de la solemne preparación para la ceremonia, incluyendo los alimentos preparados para esta ocasión. Garcilaso de la Vega entregó los dos últimos capítulos a los sacrificios y rituales que se hacían en esta fecha e interpreta el tipo de presagios que se hacían a partir de estos.
El último Inti Raymi que contó con la presencia de un inca fue celebrado en 1535 y casi 40 años después, junto a otras festividades andinas, fue prohibido por el virrey Francisco Álvarez de Toledo por considerarlo una ceremonia pagana. La celebración permaneció en el olvido hasta que, en 1943 un grupo de intelectuales del Instituto Americano de Arte, liderado por el historiador Humberto Vidal Unda, ideó instituir un día festivo para el Cusco que se hizo efectivo al año siguiente. La celebración se trasladó al 24 de junio, día decretado por el gobierno de turno como el “Día del Indio”, que coincidía con la festividad de San Juan, día no laborable y que permitía mayor participación de la población. Desde entonces, el Inti Raymi o Fiesta del Sol se convirtió en un evento de interés público local e internacional.