Por: Francisco Melgar Wong

Los rumores de un concierto de Pearl Jam en Lima se desataron hace algunos días en las redacciones de los principales diarios locales. Algunos periodistas llegaron a señalar el lugar, la fecha y la hora exacta en que se realizaría el show del grupo de Seattle.

La verdad es que, si bien existe un espacio en la agenda sudamericana de la banda, ninguno de los cuatro empresarios locales que se pelean el cupo ha logrado firmar un contrato.

Jorge Ferrand, uno de los empresarios responsables del concierto que Paul McCartney ofreció la semana pasada en el estadio Monumental, no negó su interés por traer a Pearl Jam a Lima, pero no terminó de aclarar el panorama: “Todavía no se ha concretado nada”, dijo.

Su socio, Jorge Fernández, recalcó que esta semana no habían podido ver nada de Pearl Jam porque seguían recuperándose del concierto de Paul. “La próxima semana retomaremos las negociaciones”, concluyó.

UN FELIZ ANIVERSARIO Mientras sus seguidores peruanos esperan la confirmación del concierto en Lima, el grupo celebra 20 años del lanzamiento de su primer disco: “Ten”.

Si pensamos en el destino que tuvieron otras bandas grunge de los primeros 90 (el suicidio de Cobain, la sobredosis de Layne Staley, la sequía creativa de Soundgarden, el permanente anonimato de Mudhoney, la inexplicable disolución de Afghan Whigs), la permanencia de Pearl Jam no deja de resultar heroica.

De una extraña manera, la agrupación integrada por Eddie Vedder, Jeff Ament, Stone Gossard, Mike McCready y Matt Cameron logró continuar editando discos interesantes y ofreciendo conciertos de los que nadie sale decepcionado.

¿Cuál es el secreto? A veces parece que con el paso del tiempo la banda desarrolló una fuerza interior capaz de asimilar cualquier conflicto interno, adicción o arranque de megalomanía individual en nombre del grupo y la colectividad que este representa.

Si hubo problemas (¡y vaya que los hubo!), la idea de una sociedad en común encarnada en el formato de una banda de rock se convirtió en la bandera que cada uno de sus miembros accedió a defender y que, a la larga, acabó defendiéndolos a ellos mismos de la soledad y el egocentrismo que la fama trae consigo.

Esperemos que acaben tocando en nuestro país. Queda claro que la lección que su trayectoria nos ofrece sobrepasa el ámbito del espectáculo. Mejor tener los oídos preparados y los ojos bien abiertos.