Tras los rumores difundidos la semana pasada por Corea del Sur, Corea del Norte confirmó este lunes la destitución de Chang Song-thaek, tío del líder norcoreano Kim Jong-un, y un hombre considerado por algunos como el verdadero poder tras bambalinas.
En claro contraste con el habitual secretismo, el anuncio oficial no ahorró detalles para explicar los motivos detrás de esta medida.
Ideológicamente enfermo, extremadamente holgazán y despreocupado, utilizaba drogas y despilfarraba moneda extranjera en casinos mientras recibía tratamiento médico en un país extranjero, a expensas del partido, señala la agencia estatal de noticias, KCNA.
Las autoridades lo acusan también de pertenecer a una facción que trabaja en contra del Estado norcoreano.
¿Pero quién es este hombre que de la noche a la mañana dejó de ser el mentor del joven líder Kim Jong-un para convertirse en un criminal antirrevolucionario, mujeriego y depravado, como lo llamaron las autoridades del país?
INGRESO A LA FAMILIA A lo largo de su vida, Chang Song-thaek, veterano del partido y vicepresidente de la Comisión Nacional de Defensa (un órgano poderoso dentro del gobierno), debió superar una serie de obstáculos para asegurarse un lugar en el corazón del liderazgo comunista.
De joven, cuando conoció a la hermana más joven de Kim Jong-il (padre del actual líder norcoreano), Kyung-hee, en la universidad, ambos entablaron una relación amorosa.
El entonces presidente Kim Il-sung se opuso a esta unión porque los dos provenían de círculos sociales diferentes.
Kim Il-sung obligó a Chang a cambiar de universidad. Sin embargo, más tarde, los ruegos de su hija lo hicieron cambiar de opinión, y finalmente autorizó que se casaran. La pareja tuvo una hija que se cree que ha muerto.
AUSENCIA Chang se unió a la jerarquía administrativa del Partido de los Trabajadores de Corea (KWP, por sus siglas en inglés) a comienzos de los años 70 y fue ascendiendo paulatinamente. En 1992 fue elegido para formar parte del Comité Central del Partido.
Una década más tarde, lo acomodaron en los escalafones más altos del gobierno, nombrándolo director de la oficina que supervisa todos los departamentos militares y de gobierno dentro del partido.
En ese momento, Chang estaba considerado como una de las figuras más poderosas del país. Pero su fortuna dio un vuelco a mediados de 2004. Y, a pesar de su lugar en el seno de la familia Kim, desapareció de la vida pública.
Un reporte que cita información de inteligencia surcoreana, dijo que Chang había sido puesto bajo arresto domiciliario en Pyongyang. Otros sugerían que habían dado la orden de reeducarlo.
Nunca se supo el verdadero motivo de su caída en desgracia, pero en su momento se especuló que era porque se había vuelto muy influyente.
RECUPERACIÓN VELOZ Razones aparte, Chang no reapareció hasta enero de 2006. Y a partir de allí, su recuperación pareció cobrar ritmo: para 2007 ya era director del departamento del partido encargado de supervisar a la policía y la justicia.
Su presencia al lado de Kim Jong-il durante las visitas oficiales por el país comenzó a figurar con más frecuencia en los medios estatales. Y, con su ingreso en 2009 al Comité Nacional de Defensa, su posición clave como líder quedó formalizada.
En 2010 dio otro paso más hacia adelante: fue elegido como vicedirector de este organismo, el más importante en el ámbito militar.
En dicho momento, esto fue interpretado como una maniobra para ubicar a personal clave en los lugares adecuados para garantizar una transición fluida entre padre e hijo, en caso de que falleciera Kim Jong-il.
Poco menos de dos años más tarde, cuando tuvo lugar su muerte, Chang figuró prominentemente en las ceremonias estatales para despedir y honrar la memoria Kim Jong-il.
A los pocos meses, en agosto de 2012, en otra muestra de su supuesta influencia, Chang se reunión con el presidente de China, Hu Jintao.
El foco de su visita giró en torno a la economía, una señal de que, posiblemente, tenía intenciones de reformar la estancada economía de su país. La reunión dio como resultado la firma de una serie de acuerdos económicos.
Más de un año después, su situación parece haber dado nuevamente un vuelco, y esta vez, por la envergadura y el tono de las acusaciones, su alejamiento forzoso de la política norcoreana parece ser definitivo.
Su expulsión, además de marcar un cambio sustancial en el liderazgo del país, plantea un interrogante: ¿a quién escucha hoy día Kim Jong-un?