La nueva embajadora de EE.UU. ante las Naciones Unidas, Samantha Power, le ha pedido a las autoridades cubanas que realicen una investigación creíble sobre la muerte del disidente Oswaldo Payá.

Ese mensaje le dio Power al canciller cubano, Bruno Rodríguez, durante el almuerzo que ofreció el martes la presidenta argentina, Cristina Fernández, a las delegaciones que participaron en el debate del Consejo de Seguridad, según fuentes diplomáticas.

“Oswaldo Payá luchó por la libertad. Acabo de transmitir al ministro de Exteriores cubano la necesidad de una investigación creíble sobre su muerte”, dijo la embajadora estadounidense en un mensaje colocado en su cuenta en Twitter.

Payá, líder del Movimiento Cristiano Liberación, y su compañero Harold Cepero, fallecieron el 22 de julio de 2012 al impactar contra un árbol el coche en el que viajaban y que conducía Ángel Carromero, un dirigente de Nuevas Generaciones del Partido Popular de España.

Las autoridades cubanas presentaron el suceso como un siniestro por exceso de velocidad, una versión que rechaza la familia de Payá, ya que, entre otros argumentos, Carromero dijo a Rosa María Payá, hija del opositor cubano, que un vehículo les embistió por detrás.

La familia Payá mantiene la tesis de que el siniestro fue provocado por agentes del Gobierno cubano, que embistieron con otro automóvil el vehículo en el que viajaban los opositores cubanos por el oriente de la isla.

Ofelia Acevedo, la viuda de Payá, aseguró esta semana que España tiene pruebas suficientes de que la muerte de su marido no fue un accidente casual y que estaba vivo cuando fue sacado del coche siniestrado.

Payá fue el fundador el MLC en 1988 y promotor del denominado Proyecto Varela, una iniciativa que presentó al Parlamento cubano en el 2002 tras recoger 11.020 firmas en apoyo de un referendo para introducir reformas a la Constitución cubana.

Se convirtió en uno de los líderes de la disidencia interna más reconocidos fuera de Cuba y el primero a quien el Parlamento Europeo otorgó el premio Sájarov a los Derechos Humanos y la Libertad de Pensamiento en el 2002.