El Kremlin lo niega todo: las imágenes de los cuerpos tirados en las calles de Bucha, las fosas comunes y el terrible testimonio de los testigos. Y la televisión estatal repite la narrativa.
Desde que surgieron evidencias de aparentes atrocidades rusas en las poblaciones alrededor de Kiev, los editores de distintos programas han hecho todo lo posible para desacreditar los informes como una invención, una mentira inventada por Ucrania y Occidente.
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Encender la televisión rusa ha sido, desde hace semanas, entrar en un extraño universo paralelo donde presentadores elegantes y expertos bien vestidos narran una “operación militar especial” exitosa en Ucrania.
No hay guerra, solo heroicos soldados rusos que defienden la patria mientras se cuidan de no atacar a los civiles.
Las horribles imágenes de Bucha han sido transmitidas, pero se les dice a los espectadores que las espantosas escenas fueron creadas por funcionarios ucranianos, con la ayuda de Occidente.
“Esto fue hecho por profesionales, probablemente británicos. Son los mejores en el área de operaciones de información”, dijo el comentarista Gevorg Mirzaryan.
“[Saben cómo] colocar los cuerpos correctamente, hacer todo correctamente, crear una imagen agradable para la conciencia occidental necrófila”.
La presentadora del programa de entrevistas Olesya Loseva incluso sugirió que la ciudad de Bucha había sido elegida deliberadamente porque el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había usado recientemente la palabra carnicero (butcher, en inglés) para describir a Vladimir Putin, por lo que “para los estadounidenses esta palabra debería ser clara”.
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Es una táctica clásica del Kremlin frente a tales acusaciones: negar, descartar como falso y, si es posible, culpar a alguien más.
Algunos medios, incluido el tabloide pro-Kremlin Komsomolskaya Pravda, han publicado informes que acusan a las tropas o militantes ucranianos de estar detrás del asesinato de civiles en Bucha.
El periódico también alegó que los “propagandistas de Kiev” estaban controlados por “curadores occidentales”. Reino Unido se estaba haciendo cargo de las noticias falsas sobre soldados rusos que violaban a mujeres ucranianas y la BBC y los periódicos The Guardian y The Independent ayudaron a promoverlas, afirmó.
Este enfoque también ha sido adoptado por el expresidente Dmitry Medvedev, quien ahora es vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia.
Medvedev llegó a acusar a las fuerzas armadas de Ucrania de matar a sus propios civiles “para deshumanizar a Rusia y lograr su máxima denigración”.
Vladimir Putin y sus funcionarios siempre han buscado retratar al vecino de Rusia como el agresor y a Occidente como una amenaza para la seguridad rusa.
Han acusado a Ucrania de intentar adquirir armas nucleares y desarrollar armas biológicas para usar contra Rusia, con la ayuda de Occidente.
Una de las justificaciones favoritas de Vladimir Putin para la invasión es que Ucrania debe ser “desnazificada”. Es una narrativa comúnmente repetida que explota la memoria larga y dolorosa de Rusia de la II Guerra Mundial.
Las afirmaciones del nazismo son completamente infundadas, pero el Ministerio de Relaciones Exteriores acusó recientemente al gobierno de Kiev de estar inmerso en la ideología nazi y de cometer “crímenes horrendos”.
Muchos ucranianos, incluido el presidente Volodymyr Zelensky, se han horrorizado por un artículo de opinión publicado por la agencia de noticias estatal rusa Ria que, según dicen, justifica el genocidio en Ucrania.
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El artículo, escrito por Timofei Sergeytsev, afirmaba que un número significativo de ucranianos eran “nazis pasivos” que apoyaban y complacían a las “autoridades nazis”.
Ucrania, decía, era inviable como estado nacional y los intentos de construir uno conducirían lógicamente al nazismo, afirmó. “La desnazificación inevitablemente será también una desucranización”, agregó.
Medvedev pareció retomar el tema al afirmar que “el objetivo es la armonía de las futuras generaciones de ucranianos y la oportunidad de construir una Eurasia abierta desde Lisboa hasta Vladivostok”.
Para los medios rusos, la atrocidad en Bucha es solo un nuevo ejemplo de la agresión ucraniana: una “guerra de información”.
El ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, describió lo que calificó de fabricación de crímenes de guerra rusos por parte de Ucrania como una “provocación” que amenaza la seguridad internacional.
Es difícil decir cuántos rusos creen todo lo que les dicen. Pero no quedan medios rusos independientes significativos y el acceso a las redes sociales está severamente restringido.
Las encuestas de opinión, incluso las independientes, son una fuente engañosa en Rusia porque la gente desconfía de expresar un sentimiento anti-Kremlin. Las actuales sugieren altos niveles de apoyo a Vladimir Putin y su “operación militar especial”.
Lo que eran manifestaciones callejeras casi diarias contra la guerra han disminuido.
Son, sin duda, muchas las personas que logran acceder a reportajes externos e independientes y que se sienten horrorizados y profundamente avergonzados por lo que se está perpetrando en nombre de su país.
Pero se enfrentan a una poderosa máquina de propaganda del Kremlin y a un Estado que aplasta rápidamente a la disidencia.
En esta Rusia, solo hay realmente una voz. Y pertenece a Vladimir Putin.
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