Hace exactamente 75 años ocurrió uno de los accidentes aéreos más conocidos de toda la historia: el dirigible alemán Hindenburg se prendió en llamas en pleno vuelo y se precipitó contra el piso poco antes de aterrizar en Nueva Jersey.
El Hindenburg fue una de las dos naves gemelas que fueron diseñadas y construidas en Alemania en la década de 1930. Junto a su hermana, la Graf Zeppelin II, eran conocidas como las naves más grandes con sus 245 metros de largo. Hasta hoy, ningún vehículo aéreo ha sido capaz de alcanzar tal longitud.
Este dirigible cobró importancia al ser el primero en presentar un nuevo diseño con materiales innovadores para la época (duraluminio) y en su mayoría lleno de hidrógeno, gas altamente combustible. Era un época de auge para este negocio, el cual terminaría abruptamente luego del incidente.
Han pasado más de siete décadas, pero todavía no se sabe con certeza qué fue lo que ocurrió esa noche. Se sospecha que una tormenta eléctrica desencadenó el incendio dentro del globo de aire gigante. El hidrógeno, que reemplazaba el gas helio que no llegaba a Alemania por el embargo de Estados Unidos, se consumió con rapidez y la nave con más de 90 personas cayó, matando a 36.
Otro de los hechos más recordados relacionado al incidente fue el reporte en vivo por Herbert Morrison, un locutor de radio que tenía la tarea de contar la llegada del Hindenburg luego de tres días de viaje desde Alemania. Se volvió famoso por su conocida frase “¡Oh, la humanidad!”.