Este domingo, en Ciudad de México, una persona estará siguiendo con especial y personal interés las cruciales elecciones en Venezuela: el economista y sociólogo alemán Heinz Dieterich.

Y no es para menos. En diciembre de 1999, Dieterich tuvo un encuentro que lo marcó profundamente. A él y a su interlocutor, Hugo Chávez Frías , entonces flamante presidente venezolano.

En los 14 años que han transcurrido desde entonces, Dieterich se involucró tanto en Venezuela y su proceso político que conoce de manera personal a casi todos sus protagonistas, incluida la cúpula de la Revolución Bolivariana, y lo que sucede y se trama en los corredores del poder.

Cuando vio por primera vez a Chávez, Dieterich ya era conocido por mérito propio como un pensador de izquierda. Había publicado un libro con Noam Chomsky (La aldea global) y, crucialmente, su obra El socialismo del siglo XXI.

Los presentó su amigo Alí Rodríguez, ministro de Energía del nuevo gobierno. Cuando ellos ganaron las elecciones yo fui y le dije: Mira, quiero saber sí realmente va a haber un cambio o si van a ser como los demás.

Chávez había leído en la cárcel uno de los libros de Dieterich, así que aceptó hablar con él. Hubo una química espontánea, dice el profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM).

Conversaron toda la noche en el Palacio de Miraflores. Después de eso hablarían muchas noches más, hasta 2007, cuando se presentó la ruptura.

Era un hombre que aprendía rápidamente. Tenía un pensamiento dialéctico, no burocrático. Escuchaba. Un sistema de ese tipo inevitablemente modifica su software. Su aprendizaje fue muy rápido.

La primera vez que lo conocí obviamente había limitaciones en el conocimiento de la política en general y del mundo global. Pero me sorprendió como, unos tres años después, a través de sus viajes y contactos, había asimilado como una esponja conocimientos y experiencias.

Durante toda la conversación con Heinz Dieterich hay un tema recurrente: cómo cambió Hugo Chávez después del intento de golpe de Estado de abril de 2002.

Antes yo creo que había una cierta inercia de pensamiento. Creo que el golpe le despertó, le hizo entender realmente cómo funcionaba la política. Él creció. De un militar patriótico, democrático y cristiano, se convirtió en un gigante de la política.

UNA REPERCUSIÓN DEL CARAJO

Heinz Dieterich habla español con un ligerísimo acento alemán y camina con una cojera no tan ligera. En lo que no vacila es en sus respuestas: Son sesudas y redondas.

Su oficina, en el tercer piso de una de las sedes de la UAM en Ciudad de México, es amplia y sobria. Un par de tableros, sillas desperdigadas y dos mesas. Sobre una de ellas, un reluciente juego de tazas y tetera para servir té chino, posiblemente recuerdo de un viaje reciente a ese país.

Buena parte de los esfuerzos intelectuales y prácticos de Dieterich parecen enfocados ahora hacia China donde sus ideas empiezan a ser acogidas, pero en algún momento lo estuvieron hacia Venezuela.

Eso se hizo evidente el 30 de enero de 2005, cuando, en el Quinto Foro Social Mundial, en Porto Alegre, Brasil, Hugo Chávez habló por primera vez en público del socialismo del siglo XXI.

El concepto lo había ideado Dieterich para diferenciarlo del socialismo del siglo XX (la Unión Soviética, Cuba, Corea del Norte).

Cuando yo encuentro a Hugo Chávez por supuesto que hablamos de eso, porque él estaba buscando un modelo () Para mi sorpresa, lo lanza en el foro de Porto Alegre y obviamente tuvo una repercusión del carajo.

Pero, ¿logró Hugo Chávez llevar a la práctica algo de esa teoría?

No en lo económico: Es que es muy difícil, en primer lugar porque hay que entender un poco de economía y el problema de toda la izquierda del mundo es que cuando se habla de una economía no capitalista piensan que se trata de colocar la bandera roja en la fábrica y meter un tanque.

Pero cree que hubo avances y logró cambiar la manera de pensar de las clases popular y media en Venezuela. Es algo que la derecha no ha entendido y por eso no van a ganar las elecciones: hoy día las mayorías son otras. No ve que (la mayor parte de) la clase media también quiere ese modelo.

En Venezuela el pueblo tiene una conciencia proactiva, piensa por sí mismo. En la Unión Soviética y otros países del socialismo del siglo XX recibían órdenes. Y eso no es sólo un gran dique a la derecha sino un control a la burocracia.

Sin embargo, dos años después del discurso de Chávez en Porto Alegre se produjo la ruptura con Heinz Dieterich.

EL ROMPIMIENTO En su oficina, el profesor Dieterich sólo tiene un cuadro. Y no está colgado, está puesto sobre un viejo sofá. Es un afiche enmarcado de los paracaidistas venezolanos, firmado por el general Raúl Isaías Baduel, uno de los cuatro compañeros con los que Chávez creó, en 1982, el Movimiento Bolivariano Revolucionario. Aunque no quiso participar en la intentona golpista de 1992, fue una de las figuras claves para evitar la pérdida del poder en 2002 y llegó a ser ministro de Defensa entre 2006 y 2007.

Dieterich se hizo muy amigo de Baduel y cuando éste marcó distancia con Chávez en noviembre 2007, al criticar una propuesta de reforma constitucional que a la postre fue derrotada en las urnas, el presidente venezolano no se lo tomó nada bien. El profesor Dieterich dice que trató de mediar, algo que asegura, algunos sectores dentro del chavismo no le perdonaron. Fueron quienes influyeron para alejarlo de Chávez.

Por internet es posible encontrar ataques de chavistas contra Dieterich. Un ejemplo típico dice: Opina desde la nostalgia y resentimiento por su pérdida de influencia en Venezuela.

Baduel fue detenido en 2009, acusado de corrupción y en la actualidad se encuentra en la cárcel, pagando una condena de ocho años.

A pesar de eso, Heinz Dieterich guarda un buen recuerdo de Hugo Chávez. Y es evidente que lo consideró un amigo. Pese a nuestras diferencias, nunca habló mal de mí.

LO QUE VIENE Volviendo a la política y a las elecciones de este domingo en Venezuela, ¿es posible mantener el modelo bolivariano sin Chávez? Dieterich cree que sí. Se va a mantener porque las mayorías lo quieren. Cualquier candidato, sea de izquierda, centro o derecha que no respete esa voluntad de las mayorías no tiene futuro en Venezuela.

La gente (incluida, insiste, la clase media) se ha convencido de que es el mejor modelo que puede tener. Porque tienen ingreso claro, la inflación es alta, pero el estado les repone con los salarios mínimos. Es un estado más o menos democrático donde se respetan hasta las derrotas electorales. El principal problema es la criminalidad, pero los votantes van a decir: Maduro lo va a arreglar. Hay que darle una oportunidad.

Sobre Nicolás Maduro a quien dice conocer bien reflexiona que está evolucionando su propio perfil. Mantiene el patrón del comandante, pero está ganando una estatura propia. Va a ser un buen presidente, sin las condiciones de un Chávez o un Fidel, pero lo va a ser porque el sistema está estructurado. Una catástrofe no va a haber.

Tampoco cree que se vayan a presentar divisiones internas en el chavismo, pues no ve quién le pueda hacer sombra a Maduro, ni siquiera Diosdado Cabello , presidente de la Asamblea Nacional y quien al parecer goza de gran apoyo entre los militares.

Yo creo que Cabello se quemó cuando quiso desconocer la voluntad de Hugo Chávez de dejar a Maduro como su sucesor. Eso definió su papel al futuro, él siempre va a ser un hombre del aparato. Aunque bien puede llegar a ser el segundo en el poder. No hay que subestimarlo.

A pesar de que hace cuatro años que no visita Venezuela, es evidente que el país y su gente lo apasionan. A principios de marzo siguió a la distancia la muerte y sepelio de Hugo Chávez . ¿Le habría gustado estar en Caracas en ese momento?

Sentí mucha tristeza. Pero no me hubiera gustado estar allá. Y si me hubieran invitado no habría ido. Porque allá había mucha gente que creo son trepadores. Y no me hubiera gustado verlos en ese momento.