Durante su homilía de la misa en su primera visita como sumo pontífice a la basílica de San Pablo Extramuros, el papa Francisco consideró que la incoherencia de los fieles católicos y pastores entre lo que dicen y lo que hacen en su vida mina la credibilidad de la Iglesia.
El pontífice argentino recordó las palabras de san Francisco, que pedía a los sacerdotes predicar el evangelio, y si fuera necesario también con la palabra.
Francisco se refirió a aquellos que viven con sencillez su fe en lo cotidiano de las relaciones de familia, de trabajo, de amistad. Hay santos del cada día, una especie de “clase media de la santidad, de la que todos podemos formar parte, agregó.
CREER NO SOLO DE PALABRA En otro de los pasajes de su homilía en San Pablo, el pontífice explicó que adorar al señor quiere decir darle a él el lugar que le corresponde, creer pero no simplemente de palabra que únicamente él guía verdaderamente nuestra vida y que estamos convencidos ante él de que es el único dios.
Ante ello, invitó a los fieles a despojarse de tantos ídolos, pequeños o grandes, que tenemos, y en los cuales nos refugiamos, en los cuales buscamos y tantas veces ponemos nuestra seguridad.
Son ídolos que a menudo mantenemos bien escondidos; pueden ser la ambición, el gusto del éxito, el poner en el centro a uno mismo, la tendencia a estar por encima de los otros, la pretensión de ser los únicos amos de nuestra vida, algún pecado al que estamos apegados y muchos otros, añadió.