Vladimir Putin nunca ha escondido su nostalgia por la Unión Soviética. “La caída de la URSS fue la catástrofe geopolítica más grande del siglo XX. Para el pueblo ruso, esto representó un verdadero drama”, dijo el presidente de Rusia en su mensaje anual a la nación del 2005, un discurso que por estos días está siendo recordado con frecuencia.
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Fue exactamente hace 30 años, el 8 de diciembre de 1991, que se firmó el acuerdo que disolvió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El imperio comunista llegó a su fin y perdió su dominio sobre Asia Central, las tres repúblicas bálticas y el Cáucaso. Tres décadas después, los intentos de Moscú por avanzar en la reintegración de algunos territorios y revisar las fronteras delimitadas tras la desintegración soviética avivan las tensiones con Occidente.
“Primero les llegó el turno a las regiones georgianas de Abjasia y Osetia del Sur, después a la península ucraniana de Crimea y, seguidamente, a las regiones prorrusas de Donetsk y Lugansk en el Donbás en Ucrania. En el caso de la eslava Bielorrusia, el proceso de integración ya está en marcha”, señala la agencia Efe.
El martes 7, la subsecretaria de Estado de Estados Unidos para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, opinó que Putin está tratando de recrear la Unión Soviética y advirtió a Moscú contra un eventual ataque a Ucrania.
“Estoy convencido de que, igual que nosotros y otros especialistas, (Nuland) entiende perfectamente que recrear la URSS es imposible”, respondió el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
“Un juego geopolítico”
El historiador cubano Luis Francisco Popa, catedrático de la Pontificia Universidad Católica del Perú, considera que las menciones al resurgimiento de la Unión Soviética responden a un tema totalmente geopolítico, no ideológico, que se aviva en momentos en que las tensiones por Ucrania, exrepública soviética con profundas conexiones y también desencuentros políticos y culturales con Rusia, están en un punto crítico.
“La vida del ruso actual no tiene que ver con la del soviético pasado. Este es un juego geopolítico y geoestratégico. Está el problema de Ucrania, que siempre ha sido el gran estado tapón entre Rusia y Europa Occidental y donde hay una gran población de origen ruso que se siente apegada a la cultura y tradición rusa y otro sector que se siente más occidentalizado. Ahí está el problema. Ahora, Rusia tiene otro aliado, que es Bielorrusia y que también es un estado tapón. Todo eso conforma un problema y se enmarca en la competencia a nivel internacional por las áreas de influencia”, explica a El Comercio.
Al negar que Rusia busque el resurgimiento de la Unión Soviética, Peskov enfatizó que los procesos de integración que se llevan a cabo en el espacio postsoviético son conocidos por Estados Unidos “desde hace tiempo”. El vocero hacía referencia a la Comunidad de Estados Independientes (CEI), la Unión Económica Euroasiática (UEE) y la Unión Estatal entre Rusia y Bielorrusia, entidades surgidas tras la caída de la URSS que buscan mantener y estrechar los lazos entre los países exsoviéticos.
En el caso de la Comunidad de Estados Independientes se trata de una mancomunidad euroasiática que aún existe, aunque fue abandonada por Ucrania y Georgia, mientras que la Unión Económica Eurasiática (UEE) es considerada una especie de Unión Europea en el espacio postsoviético. La Unión Estatal entre Rusia y Bielorrusia se consolidó en 1999 con el objetivo de la unificación de ambos países.
El diario “The New York Times” señala que en el centro de la nueva tensión entre Rusia y Occidente se encuentra la “aparente indignación de Putin de que Ucrania, la ex república soviética con profundas conexiones políticas y culturales con Rusia, haya indicado su intención de unirse a la OTAN, la alianza de la era de la Guerra Fría diseñada para contrarrestar a la Unión Soviética”.
En los últimos días, el Gobierno Ruso ha concentrado decenas de miles de tropas en posiciones al norte, este y sur de Ucrania. Los funcionarios estadounidenses creen que podría ser el preludio de una invasión en enero del 2022.
“En discursos, entrevistas y artículos extensos, el presidente Putin y sus colaboradores cercanos han telegrafiado este año una fijación singular en la ex república soviética. La tesis del Kremlin dice que los ucranianos son “un solo pueblo” con los rusos, que viven en un estado fallido controlado por fuerzas occidentales decididas a dividir y conquistar el mundo postsoviético”, agrega “The New York Times”.
“Es imposible que la Unión Soviética resurja”
Popa apunta que más que echar de menos a la Unión Soviética, Putin y algunos de sus aliados añoran el orden y el autoritarismo. “Es indudable que Putin es un autócrata. Además de haber sido oficial de la KGB, tiene una formación en esa Unión Soviética marxista-leninista, donde había un orden de las cosas, de la sociedad, de la cultura. Putin y cierto sector de su entorno añoran ese orden, donde había una prensa parametrada, una cultura parametrada”, señala.
También existe el deseo de que Rusia recupere protagonismo y peso mundial, aunque ahora lo está recuperando con una alianza con China, de quien en un momento de la Guerra Fría se distanció.
“Como dice aquella frase ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’, entonces se han vuelto a unir contra Estados Unidos. Rusia en el orden tecnológico, espacial y militar y China en el orden económico, algo que amenaza a Estados Unidos por todos lados. Rusia y China son rivales muy fuertes para Estados Unidos”, dice Popa.
Pero más allá de las estrategias geopolíticas en curso, el experto no ve posible el resurgimiento de la Unión Soviética ni de la ideología marxista-leninista, por lo menos para la parte de Rusia. Apunta que hoy existe un papel predominante de la Iglesia Ortodoxa en la vida de la sociedad rusa.
“No creo que haya una vuelta atrás. Puede que sí haya añoranza porque el ruso medio vive muy arraigado y orgulloso de su historia, incluso algunos plantean el retorno del zarismo. Pero no creo que sea posible un partido único de gobierno, además Putin podrá añorar, pero acepta su desaparición. Putin dice que las mayores desgracias geopolíticas de Rusia fueron haber vendido Alaska a Estados Unidos y la desaparición de la Unión Soviética”, indica.
Enfatiza, además, que una estructura como la Unión Soviética es incompatible con el mundo de hoy. “No es posible. Esa antigua Unión Soviética ya quebró. Podrá haber gobiernos de mano dura, pero un regreso a ese estilo soviético de vida el pueblo no lo permitiría, ni Putin ni los gobernantes del Kremlin tampoco lo quieren. Sí quieren el orden y el control de la sociedad, sobre todo de la sociedad civil y controlar las disidencias, pero hasta ahí llegan”, afirma.
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