El conflicto armado al interior de Colombia se ha mantenido activo desde la década del 60. A lo largo de todos estos años, ha arrastrado familias enteras al duelo por las muertes que ha dejado a su paso, pero hay un tipo de crímenes que no han salido a la luz: la violencia sexual generalizada contra la mujer.
Según detalla un informe del diario español El Mundo, más del 82% de las cerca de 500 mil colombianas que han sido víctimas de este tipo de delito en el periodo 2001-2009 no han denunciado haber sufrido este tipo de crimen. Peor aún, la mitad ni siquiera considera que estas agresiones son un abuso sexual.
Este mal todavía sobrevive en los lugares marginados, en las regiones más aisladas donde proliferan las fuerzas armadas, las guerrillas, los grupos paramilitares y, por ende, la impunidad. A esta ecuación se le agrega la pobreza de las familias que se han visto obligadas a huir y que, sin recursos, han terminado viviendo en las zonas periféricas de las ciudades
Precisamente es en las áreas donde hay grupos armados ilegales donde la vida de las mujeres ha sido relegada a una rutina controlada que ha sido “normalizada” con el paso de los años y la falta de denuncias. Ahí son sometidas a trabajos forzosos, al acoso sexual e incluso a las esterilizaciones forzadas.
Pero la falta de conciencia es uno de los principales factores de la subsistencia de este mal. No creen que tengan derecho a la justicia o a la reparación; eso no existe. Creen que si eso me pasó a mí, pasó a otros, esto es lo normal. Se centran en rehacer sus vidas y las de sus familias”, dijo una integrante de una ONG que defiende los derechos humanos.