La Cámara de Representantes de Estados Unidos sancionó este jueves a una congresista defensora del expresidente Donald Trump que ha difundido teorías conspirativas, en el epílogo de una polémica sobre la responsabilidad de esta legisladora cuyas declaraciones han sembrado discordia en el Partido Republicano.
Marjorie Taylor Greene, representante del Estado de Georgia, fue removida de sus puestos en los comités de Educación y Presupuesto como resultado de una votación que siguió en buena medida las líneas partidistas -con 230 congresistas a favor de sancionarla y 199 en contra.
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Solo once republicanos se unieron a los demócratas, que son mayoría en la Cámara baja del Congreso, para denunciar principalmente el apoyo de la representante a las tesis conspirativas de QAnon, un movimiento de extrema derecha que defiende la idea de que Trump lideraba una guerra secreta contra una secta elitista.
La sanción a Taylor Greene se dio a pesar de que la legisladora había tomado la palabra dos horas antes de la votación para expresar su arrepentimiento por haber difundido desinformación.
A sus 46 años, esta aliada fiel de Trump, a quien acompaña en sus negativas a reconocer su derrota electoral, se ha convertido en la pesadilla de los demócratas.
Antes de la votación, la legisladora había hecho expresado su remordimiento.
“Pude creer en cosas que no eran ciertas (...) y lo lamento”, dijo.
Con una máscara con la inscripción “Libertad de expresión”, afirmó haber “dejado de creer” en las teorías de la conspiración antes de ser candidata.
“Estas fueron palabras del pasado” que “no representan mis valores”, dijo, acusando a los medios de ser “tan culpables como QAnon de presentar verdades y mentiras que nos dividen”.
Pero este acto de contrición no convenció a los demócratas. “Ningún miembro (de la Cámara de Representantes) debería poder comportarse como Greene y esperar cero consecuencias”, dijo el demócrata Steny Hoyer en el debate previo a la votación.
Votación incómoda
La mayoría de los republicanos, por el contrario, creían que no debería ser sancionada por declaraciones hechas antes de su ingreso al Congreso en enero.
“Nadie apoya lo que dijo antes de que se convirtiera en miembro” de la Cámara, dijo el líder republicano Kevin McCarthy.
“¿Quién sigue?”, se preguntó el republicano Jim Jordan, denunciando “una cultura de destierro”.
Liz Cheney, número tres del partido en la Cámara, denunció tras la votación “un peligroso precedente para esta institución que los demócratas podrían lamentar cuando los republicanos recuperen la mayoría”.
Antes de ser elegida, Taylor Greene había afirmado que la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, era culpable de “traición”, un delito según ella “castigado con la muerte”.
También había dicho que un tiroteo fatal en una escuela de Florida en 2018 había sido inventado para endurecer la legislación sobre las armas de fuego, a lo que ella se opone firmemente, y puso en duda el hecho de que un avión se estrellara contra el Pentágono en los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Su caso revela las tensiones dentro del Partido Republicano entre los fieles del multimillonario Trump, que conserva un fuerte poder de influencia con 74 millones de votos recogidos en noviembre y los relevos en el Congreso, y partidarios de una línea más tradicional.
Cada bando está mirando las elecciones legislativas de 2022 y las elecciones presidenciales de 2024.
Portavoz de la franja pro-Trump, el representante de Florida Matt Gaetz también advirtió en la cadena Fox News el miércoles contra un “precedente peligroso” si el Congreso sancionaba a Taylor Greene, quien obtuvo su escaño por amplia diferencia en noviembre.
“Eso es lo que la izquierda está tratando de hacer, dicen que el pueblo estadounidense no importa”, dijo.
Desde hace días Gaetz apunta sus dardos contra Cheney, congresista de Wyoming.
Cheney es una de los 10 republicanos que votaron a favor de la acusación contra Trump por incitación a una insurrección durante el asalto de sus seguidores al Congreso el 6 de enero, lo que activó un histórico segundo juicio político contra el magnate, esta vez con miras a inhabilitarlo de cara a las elecciones de 2024.
“Estamos librando una batalla por el alma del Partido Republicano y tengo la intención de ganarla”, afirmó la semana pasada Gaetz durante una movilización en Cheyenne, la capital de ese estado que votó masivamente por Trump en noviembre.
El proceso contra el expresidente en el Senado comienza el 9 de febrero. Trump debería escapar a una condena por segunda vez ya que los demócratas no lograrían reunir una mayoría de dos tercios de senadores.
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