Los líderes del G7 adoptarán una “histórica” declaración para prevenir futuras pandemias este sábado, segundo día de una cumbre que busca contrarrestar la influencia internacional de China pero se vio eclipsada por el eterno desacuerdo europeo sobre el Brexit
Después de su rencuentro el viernes tras casi dos años sin reunirse, con fotos en la playa y una recepción con la reina Isabel II, la agenda de trabajo se intensificó. Y se caldeó.
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Pese a la unidad que el anfitrión Boris Johnson quería mostrar, el Brexit, y sus complicadas consecuencias en la región británica de Irlanda del Norte, cayó como un jarro de agua fría sobre la cumbre.
El presidente francés, Emmanuel Macron, urgió al primer ministro británico aplicar los compromisos firmados con la Unión Europea, en referencia al “protocolo norirlandés” destinado a preservar la frágil paz instaurada por el acuerdo del Viernes Santo.
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Este puso fin en 1998 a tres décadas de violento conflicto en Irlanda del Norte entre republicanos católicos y unionistas protestantes.
“El acuerdo del Viernes Santo y la paz en la isla de Irlanda son primordiales. Negociamos un protocolo para preservarlos, firmado y ratificado por el Reino Unido y la Unión Europea” y “ambas partes deben implementar lo acordado”, insistieron la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Johnson pidió a los europeos que muestren “pragmatismo y concesiones” sobre la implementación de estas disposiciones especiales que, al dificultar el comercio entre esa región y el resto del Reino Unido, provocan tensión entre los unionistas.
Y advirtió que si los europeos no muestran flexibilidad “no dudará” en suspender su aplicación, lo que equivaldría a vulnerar un acuerdo internacional provocando una nueva crisis.
Evitar otro desastre sanitario
A los líderes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido se unieron sus homólogos de Corea del Sur, Sudáfrica y Australia, y el secretario general de la ONU, António Guterres.
Londres, que preside este año el club, invitó también a India, en un claro intento de contrarrestar la influencia de China en Asia y África, pero su primer ministro, Narendra Modi, no viajó al Reino Unido por la grave situación sanitaria en su país.
En el plano sanitario, tras prometer donar mil millones de vacunas del covid-19 a otros países, los líderes quieren encontrar la manera de evitar nuevas crisis.
El G7 firmará la “Declaración de Carbis Bay”, descrita por Johnson como un “momento histórico”.
“Las principales democracias del mundo se comprometerán a evitar que vuelva a producirse una pandemia mundial, para que la devastación causada por el covid-19 no se repita”, tuiteó.
Entre sus compromisos, reducir el tiempo de desarrollo de vacunas, tratamientos y diagnósticos, con la esperanza de estar listos en menos de 100 días para hacer frente a una enfermedad repentina.
También reforzar la vigilancia sanitaria y reformar la Organización Mundial de la Salud (OMS) para hacerla más fuerte.
La declaración no se pronuncia sin embargo sobre la espinosa propuesta de suspender las patentes de vacunas para acelerar su producción, apoyada por Estados Unidos y Francia pero rechazada por Alemania.
En opinión de la oenegé Oxfam, “esta declaración no resuelve los problemas fundamentales que impiden que las vacunas sean accesibles a la mayoría de la humanidad”, denunció.
Contrarrestar la influencia china
La segunda jornada de una cita que terminará el domingo tiene además un tono marcadamente diplomático, con una defensa del multilateralismo y especial atención a China y Rusia.
Los líderes pretenden hacer valer sus “valores” como democracias liberales, según Merkel.
Sin embargo, la Casa Blanca aseguró que no quiere poner el foco en Pekín.
“No se trata de empujar a los países a elegir entre Estados Unidos y China. Se trata de ofrecer otra visión y otro enfoque”, afirmó un alto responsable estadounidense.
Estados Unidos anunció así el lanzamiento por el G7 de una nueva iniciativa de infraestructuras que invertirá cientos de miles de millones de dólares en “países de renta baja y media”, buscando contrarrestar la iniciativa china denominada “nuevas rutas de la seda”, que consiste en grandes obras destinadas a reforzar su influencia internacional.
Aunque “los distintos socios del G7 tendrán orientaciones geográficas diferentes”, el proyecto “tendrá un alcance global, desde América Latina y el Caribe hasta África y el Indo-Pacífico”, aseguró la Casa Blanca.
Los líderes terminarán la jornada en un ambiente más cordial, compartiendo una barbacoa al atardecer en la playa de Carbis Bay, la localidad costera del suroeste de Inglaterra donde se celebra la cumbre, con malvaviscos asados al fuego de leña.
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