Miles de ucranianos han huido de sus hogares en el noreste del país después de que las tropas rusas cruzaran la frontera, tomaran al menos nueve aldeas y amenazaran la localidad de Vovchansk.
Ucrania retiró sus tropas de estas aldeas en la región de Járkiv, la segunda mayor ciudad del país que Kyiv logró recuperar en el otoño de 2022.
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Los soldados ucranianos se vieron superados por el fuego enemigo y se trasladaron a “posiciones más ventajosas” en dos zonas de la región nororiental, afirmó un portavoz militar, lo que indica una retirada.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, canceló sus viajes al extranjero mientras las tropas luchan por contener la nueva incursión transfronteriza, en la que varias ciudades y pueblos están bajo intenso fuego.
El mandatario ordenó posponer “todos los eventos internacionales previstos para los próximos días” y coordinar nuevas fechas, según su secretario de prensa, Sergiy Nykyforov.
Por su parte, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, reafirmó el apoyo de su gobierno a Ucrania este miércoles en Kyiv al concluir una visita de dos días.
Blinken también anunció un paquete adicional de US$2.000 millones en financiación militar para Ucrania que ayudará al país a reforzar su defensa en un momento que calificó como “crítico”.
El asalto a la periferia de Járkiv se considera uno de los ataques terrestres más importantes desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania en 2022.
Y llega más de un año y medio después de que las tropas ucranianas recuperaran el control de esa región que había caído en manos de los rusos.
Las autoridades de Kyiv y muchos expertos preveían esta ofensiva, lo que lleva a plantear: ¿por qué el ejército ruso pudo avanzar con tanta facilidad?
Las tropas rusas lanzaron su ofensiva el viernes 10 de mayo, cruzando la frontera al noreste de Ucrania y desplegándose en varias direcciones.
En los siguientes días capturaron aldeas y el ejército ruso avanzó entre 5 y 6 kilómetros en territorio ucraniano en una línea fronteriza de 100 km de largo, según el secretario de Defensa de Reino Unido, Grant Shapps.
Por su parte, el ejército ucraniano aseguró que había “repelido al enemigo” desde las afueras de la ciudad de Vovchansk y habló de algunos “éxitos tácticos”.
En un comunicado el lunes por la noche, afirmó que Rusia había perdido más de 100 soldados solo ese día.
Según David Gendelman, un experto militar israelí, el objetivo del ejército ruso era crear una “zona de seguridad” continua a lo largo de la frontera con Ucrania.
El presidente ruso, Vladimir Putin, había mencionado el concepto “zona de amortiguación” en un discurso en marzo y los medios occidentales habían especulado los últimos dos meses sobre un posible ataque en la región, por lo que no fue inesperado.
También en marzo, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Oleksandr Syrskyi, declaró a la agencia nacional de noticias del país que sus tropas tenían un exitoso historial en lo que respecta a la defensa de Járkiv.
“Si los rusos vuelven allí, Járkiv se convertirá en una ciudad fatal para ellos”, advirtió.
Sin embargo, algunos oficiales militares explicaron que cuando se produjo el ataque, la primera línea de defensa (entre 1,5 y 6 kilómetros de la frontera rusa) no estaba adecuadamente fortificada.
Afirmaron que los campos minados, las zanjas antitanques y los “dientes de dragón” -que son barreras de hormigón a prueba de blindados- deberían haber frenado el movimiento del enemigo.
El general Oleksandr Yakovets, jefe del Servicio Estatal de Transporte Especial, explicó que los constantes bombardeos habían hecho imposible reforzar la línea del frente.
Agregó que, cuando comenzó la nueva ofensiva, los combatientes ucranianos se vieron obligados a retirarse varios kilómetros, lo que permitió a Rusia ocupar las aldeas fronterizas.
En los últimos días también se produjo un cambio de mando, que algunos interpretan como una señal de que la defensa de la región de Járkiv no estaba preparada.
El general de brigada Mykhailo Drapatyi fue designado nuevo comandante allí, reemplazando a Yuriy Halushkin.
“No cambian a los comandantes así como así”, opina el experto militar israelí David Gendelman. “Significa que hubo deficiencias”.
Ucrania estuvo pidiendo armas y ayuda militar a sus aliados globales durante meses.
“Realmente, siento que el mundo se quedó dormido esta vez”, afirmó el secretario de Defensa de Reino Unido, Grant Shapps.
Añadió que “esto iba a suceder, debido a los retrasos a la hora de conseguir lo que necesitaban“.
Ahora la situación de la ayuda ha comenzado a cambiar. En abril, tras un año de debate político, Estados Unidos aprobó un paquete de asistencia militar de US$61.000 millones que el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky describió como “vital”.
En febrero, la UE acordó un paquete de ayuda de 50.000 millones de euros (US$54.000 millones) para Ucrania, después de que Hungría levantara un bloqueo sobre el acuerdo.
Entre febrero de 2022 y febrero de 2024, Alemania aportó a Ucrania armas y equipos por valor de US$10.700 millones, mientras Reino Unido le envió US$5.700 en asistencia militar.
Expertos creen que este ataque puso de relieve que Ucrania está “a la defensiva”, luchando por una región que ya había recuperado mientras agota aún más sus recursos.
El general británico Richard Shirreff, exsubcomandante de la OTAN, considera que es el momento de un “cambio de estrategia fundamental”.
Afirma que la estrategia actual de Occidente de darle a Ucrania “solo los suficientes” recursos para defenderse la ha impedido alcanzar el éxito.
“No se puede librar una guerra con una mano atada a la espalda. La mejor forma de defensa es el ataque y Ucrania no va a recuperar territorio a menos que sea capaz de desarrollar una capacidad ofensiva significativa, y eso lleva tiempo”, asevera.
Y agraga que “lo que Ucrania necesita más que cualquier otra cosa es tiempo; lo que los rusos están tratando de hacer es negarle tiempo a Ucrania“.
Shapps se hizo eco de esto y declaró que se podrían lograr avances si “todos dieran la cara y proporcionaran a Ucrania lo que necesitaba” en términos de paquetes de ayuda.
“Es una cuestión de voluntad política y mi simple mensaje al mundo, y en particular a Estados Unidos, es que es mucho más barato defenderse, y con ello disuadir a Putin aquí y ahora, que permitirle ganar”.
La inteligencia ucraniana cree que hay unos 30.000 soldados rusos en la región de Járkiv.
La mayoría de los analistas militares opinan que la cifra es demasiado pequeña para que una operación a gran escala asalte o rodee esta ciudad donde viven alrededor de un millón de personas.
Gendelman piensa que hay una “niebla” en la guerra y que las intenciones de Rusia no están claras pero pueden centrarse en capturar la ciudad fronteriza nororiental de Vovchansk.
El ejército ruso está bombardeando activamente los puentes de la zona, intentando cortar las rutas de suministro a las tropas ucranianas y aislar la zona de combate.
Las autoridades rusas no han ofrecido declaración alguna sobre la apertura de un nuevo frente.
Sin embargo, el 11 de mayo, en su actualización diaria, el Ministerio de Defensa ruso señaló que había “liberado” -es decir, ocupado- cinco pueblos en la región de Járkiv.
El historiador y experto militar Mikhail Zhirokhov cree que el nuevo nombramiento del general de brigada Mykhailo Drapatyi para supervisar la región de Járkiv en Ucrania también puede suponer un cambio en el enfoque de la defensa en la zona.
Indicó que se han asignado varias brigadas ucranianas nuevas a la región y que algunas unidades han anunciado públicamente su despliegue allí.
Pero Zhirokhov advirtió: “Transferir aún más reservas operativas en esta dirección podría ser arriesgado”.
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