Sebastián Sichel, el candidato presidencial de la coalición oficialista de derecha en Chile que se define como de centro, independiente y liberal, está convencido de que en las elecciones vencerá la opción de los moderados como él, dijo en entrevista con AFP.
“El mundo cambió y los políticos tienen que asumirlo”, lanza este abogado de 44 años, exministro del gobierno de Sebastián Piñera, que sorprendió en mayo al ganar la primaria oficialista.
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A menos de un mes de las elecciones del 21 de noviembre, afirma que el juego está abierto entre él y tres de sus seis rivales: Gabriel Boric, de la coalición de izquierda; Yasna Provoste, demócrata cristiana de centro; y José Antonio Kast, de ultraderecha.
“Si yo tuviera que apostar un asado (barbacoa) a ver quién va a ganar, no sabría, incluyéndome”, reconoce.
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Las encuestas lo ubican entre tercer y cuarto lugar, pero él pasa de esos números, pues lo daban como perdedor en mayo.
Cree que los extremos de izquierda y derecha se estancaron en una lógica de 1990. “Ven dos mundos, esa postura binaria, Guerra Fría. Muestran esa polarización simplemente y no la sutileza de la complejidad del ciudadano”, afirma.
“No soy continuidad”-
“Yo soy una persona liberal, soy una persona que se siente representada por el centro político en Chile”, indica este exmilitante demócrata cristiano.
“El centro político ha estado huérfano durante mucho tiempo porque parte de los traumas de la dictadura fue quedar separados en dos puentes, entre el Sí y el No y una política bien binaria que no reconoce la dimensionalidad o la profundidad de la política chilena”, dice en alusión al plebiscito de 1988 que inició el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
“Yo estoy tratando de construir esa identidad liberal en Chile, una identidad liberal de centro”, afirma.
Dice que “interpretar la política con el código de los últimos cuatro años es una locura. Yo no sería la continuidad ni de Piñera, ni de (Michelle) Bachelet, ni de (Patricio) Aylwin, ni de Pinochet, ni de (Salvador) Allende”.
“Nunca fui partidario de Pinochet, pero tampoco fui partidario de una izquierda chilena que yo creo que ha involucionado democráticamente y valida la violencia y se ha transformado en una izquierda estatista, entonces uno tiende a sentirse huérfano en política”, asegura tras mencionar el alto número de indecisos, que los sondeos ubican en un rango entre 16% y 50%, entre casi 15 millones de electores.
“Sociedad menos polarizada”
“Lo que pasó después de la crisis social de octubre (2019) es que empezaron a operar fuerzas centrífugas en la política y empezamos a exacerbar nuestros conflictos”, afirma.
Pese a la actual crisis, “creo que la sociedad chilena está mucho menos polarizada que la política. La política está maximizando sus resultados electorales, gatillando miedos y conflictos”.
“La forma más sencilla de movilizar votantes es a través del odio: odio al inmigrante, odio al gay, odio al empresario en el caso de la izquierda, odio al político y se han provocado los peores humores de la política porque están movilizando a través del miedo, y yo quiero dar la batalla al revés”, afirma.
“Generar estímulos”
Quiere presidir un gobierno “que tenga la capacidad de entender los cuatro grandes cambios que está viviendo Chile: el cambio climático, el cambio demográfico -es el país que más rápido envejece (ndlr: el segundo en América Latina tras Uruguay, según el Banco Mundial)-, el cambio tecnológico (...); y el más importante y el que menos se discute, que es el cambio social”.
Sostiene que desde 2019, el país atraviesa “una revolución mesocrática, una clase media que se formó en los 90 con un país que creció pero con una clase media que está aburrida de una élite que define las rutas del país”.
Tras el golpe económico que supuso la pandemia, Chile cerrará 2021 con una expansión del 10,5%, pero se prevé que el crecimiento ronde 2,5% en 2022 en un escenario de alto endeudamiento fiscal sobre todo por las ayudas a las familias.
“Tenemos que generar estímulos al mundo de las empresas y pymes para que el país crezca de manera acelerada”, dice.
Cualquiera puede ganar
Casado desde 2008, padre de tres niños y ex católico -como muchos chilenos de su generación-, Sichel está a favor del matrimonio igualitario, la adopción entre parejas homosexuales, apuesta a la equidad de género y destaca el papel de la mujer recordando a su madre, que lo crió a él y a su hermana sola.
Pero Sichel admite “tener un tema ahí” con el aborto libre, pues cree que “la vida empieza en la concepción”, por lo tanto apoya el aborto tal como rige ahora en Chile, en tres causales: riesgo de vida, inviabilidad fetal y violación.
La votación “se va a definir el día que se abra la urna, que es lo que pasó en Perú, que es lo que pasó en Ecuador, que es lo que está pasando en el mundo”, dice evocando también la elección de 2017 entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen en Francia, donde “el mundo socialista desapareció cuando nadie se lo esperaba, ¡cuidado!”.
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