El prximo 1 de enero se cumplen dos aos desde que el alcalde de Lima, Luis Castaeda Lossio, volvi a ocupar el silln municipal. Aunque sus ndices de aprobacin son altos, hay ciertos grupos que critican su gestin por enfocarse nicamente en obras de cemento. En respuesta, hace unas semanas el alcalde se refiri a los grupos que lo habran apodado el rey del concreto como pitucos medio azurdosos que no conocen lo que la gente ms necesitada en Lima requiere.
Durante sus primeras gestiones como alcalde, entre el 2003 y el 2010, Castaeda se hizo popular atendiendo las demandas de los distintos sectores socioeconmicos de la capital a travs del concreto. Es decir, con grandes obras de infraestructura de transporte para los sectores socioeconmicos que pueden movilizarse en auto propio, y escaleras y hospitales de la solidaridad para los grupos de menores recursos. Su estrategia fue exitosa.
Su campaa para la eleccin municipal del 2014 apel a este recuerdo e insisti en posicionarse como el alcalde de las obras. Tras su triunfo, una de las primeras acciones que emprendi fue la construccin del by-pass de 28 de Julio, que buscaba demostrar su gran capacidad para, en poco tiempo, ejecutar obras de infraestructura para la ciudad. Sin embargo, el by-pass fue resistido por un grupo que consideraba que este no solucionara los problemas de trfico de la zona y que no responda a ningn tipo de planificacin mayor.
Si bien el by-pass prosigui y hoy ya se encuentra funcionando, esta primera protesta mostr que, para un grupo de la poblacin que reclama una planificacin urbana que trascienda a proyectos aislados, las obras del alcalde no solucionan la inmensidad de problemas que aquejan a nuestra metrpoli. Es probable que, como bien menciona el burgomaestre, este grupo pertenezca a sectores socioeconmicos acomodados y que sus demandas ms progresistas no sean las de la mayora de limeos.
Efectivamente, existe una demanda legtima por concreto y cemento, que se traduce en obras de infraestructura que atienden necesidades bsicas en la poblacin (como son las escaleras en barrios marginales y asentamientos humanos y los hospitales de la solidaridad en un pas donde el sistema pblico de salud est an lejos de cubrir plenamente a toda la poblacin). Sin embargo, estas demandas no tienen por qu ser incompatibles con aquellas que reclaman una ciudad ms planificada, integrada y ordenada.
Hace no mucho rondaba en redes sociales una cita que deca que un pas desarrollado no es aquel en el que los pobres tienen auto privado, sino uno en el que los ricos utilizan el transporte pblico. El Metropolitano, con sus fallas y detractores, fue un proyecto que permiti mejorar la calidad de vida de personas de sectores muy diversos. De forma similar, apostar por una reforma estructural del transporte pblico puede generar malestar y resistencia de intereses particulares en el corto plazo, pero es beneficioso para la ciudad en el largo plazo.
En los ltimos dos meses la aprobacin del alcalde cay considerablemente (de 67% en octubre a 53% en diciembre, segn Ipsos), y tanto en esta ltima cada como en el bache de mayo del 2015, los encuestados sentan que la situacin del transporte empeoraba. La poblacin limea reclama una solucin integral a este problema. Y as como esa reforma, nada dice que mayores y mejores espacios pblicos o el desarrollo de actividades culturales sean incompatibles con la construccin de escaleras y hospitales para quienes ms lo necesitan.
El derecho a la ciudad nos atae a todos y el que existan demandas ms urgentes que atender no significa que no pueda prestarse atencin al mismo tiempo a otros reclamos. Si Castaeda logra integrar ambas demandas en una sola visin de ciudad que permita atender las necesidades inmediatas de los sectores ms necesitados con los pedidos de planificacin y de visin de ciudad de ciertos grupos ms progre, le quitar el piso a quienes critican su gestin desde el vlido reclamo de planificar y pensar la ciudad.
* La autora trabaj en la Municipalidad de Lima durante la gestin de Susana Villarn.