Cuando escuché la noticia de que Rusia está considerando enviar tropas a Venezuela y Cuba en medio de las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Rusia por Ucrania, lo primero que pensé fue que es la trama de una nueva serie de ficción política de Netflix. Pero era una noticia real de “The Associated Press” (AP), fechada en Moscú.
El artículo de AP del 13 de enero citó al vicecanciller ruso Sergei Ryabkov diciendo que no podía “ni confirmar ni excluir” la posibilidad de que Rusia mande tropas a América Latina si Estados Unidos y Europa no reducen lo que describió como sus crecientes actividades militares cerca de la frontera rusa.
El presidente ruso, Vladimir Putin, sugirió que invadirá Ucrania a menos que obtenga una garantía de Estados Unidos de que Ucrania nunca se unirá a la alianza militar occidental de la OTAN. Eso, según dijo, equivaldría a una amenaza militar directa de Occidente a Rusia.
El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, le dijo a los periodistas que Estados Unidos respondería “decisivamente” si Rusia enviara tropas a Venezuela y Cuba. Pero caracterizó la declaración del viceministro ruso como una “bravuconada”.
Sin embargo, el mero hecho de hablar de una escalada militar de Rusia en América Latina trajo paralelos inevitables con la crisis de los misiles soviéticos de 1962, en la que Estados Unidos y la otrora Unión Soviética estuvieron a punto de iniciar una guerra nuclear por la llegada de armas nucleares soviéticas a Cuba.
Al igual que durante la crisis de los misiles soviéticos, la amenaza velada de Rusia de enviar tropas a Venezuela y Cuba podría ser una forma simbólica de decirle a Washington: “Si tú te metes en mi patio trasero, yo me meto en el tuyo”.
La postura actual de Putin sobre Ucrania parece tener bastante apoyo interno en Rusia. Después de siglos de luchar contra los invasores extranjeros, la mayoría de los rusos son muy sensibles a las amenazas reales o imaginarias de invasiones extranjeras, dicen los expertos en Rusia.
Elliott Abrams, un conservador de línea dura que fue representante especial para Venezuela durante el gobierno de Trump del 2019 al 2021, me dijo que está de acuerdo con la evaluación del gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, de que las declaraciones del viceministro ruso fueron una “bravuconada”. Se trata de “una amenaza vacía”, me dijo Abrams.
“Creo que los rusos son lo suficientemente inteligentes como para saber que un gran despliegue de tropas rusas en América Latina obligaría a la administración Biden a adoptar una línea más dura hacia Rusia”, me dijo Abrams. “La reacción en Estados Unidos sería muy negativa”.
Abrams agregó que está mucho más preocupado por las incursiones militares de Irán en América Latina que por las de Rusia. “Irán busca una proyección de su poder militar cruzando el Atlántico,” me señaló.
Hay varias otras razones por las que es poco probable que Rusia inicie una escalada militar cerca de Estados Unidos.
La Rusia de hoy es un gigante militar, pero un enano económico entre las potencias mundiales. Su economía está en el undécimo lugar entre las más grandes del mundo, detrás de la de Brasil. Difícilmente está en condiciones de pelear una guerra frontal con Washington.
No sería raro ver un aumento simbólico de las tropas rusas en Venezuela y Cuba en medio de la escalada de tensiones por el conflicto de Ucrania. Pero hasta ahora, ni los progresistas ni los conservadores en Washington están perdiendo el sueño por la posibilidad de un despliegue de tropas rusas en América Latina.
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