Cuando era niño, recuerdo escuchar a los mayores decir “como en botica” cada vez que se referían a las personas cachivacheras que guardaban de todo, igual que las boticas.
Lo mismo pasa con las ideologías en nuestro país. Todas ellas –creadas en Europa, salvo una que otra excepción– han formado y siguen formando parte del arsenal político de nuestra historia republicana.
Está, por ejemplo, el liberalismo (ahora en su versión neoliberal) que duró hasta el gobierno de Manuel Pardo y Lavalle. Fueron liberales Faustino Sánchez Carrión, Francisco de Paula y los hermanos Gálvez, con ideas progresistas y revolucionarias. Como vivían bien, eran cultos, refinados y afrancesados, seguramente la ultraderecha de hoy les llamaría ‘caviares’. También había conservadores como Bartolomé Herrera. Y ya que hablamos de liberales, su apéndice, los neoliberales, tiene entre sus representantes más conocidos de los últimos años a Hernando de Soto, Fritz Du Bois, Jaime de Althaus y Aldo Mariátegui.
También hemos tenido fascistas. Estos se congregaron en el partido Unión Revolucionaria, dirigido por Luis A. Flores, y fueron admiradores de Luis Miguel Sánchez Cerro. Parece de locos que en uno de los países más mestizos del mundo hayan aparecido fascistas. Pero, como sabemos, somos una sociedad en la que el racismo campea.
¿Y del marxismo? Ni hablar. Mejor dicho, del socialismo marxista leninista (no del democrático) y sus variantes, que existieron en legión. Primero estuvo el Partido Socialista Peruano, fundado por José Carlos Mariátegui. Luego, el Partido Comunista, de Eudocio Ravines. Y de nuevo, el socialismo de Luciano Castillo y el comunismo de Jorge del Prado, con sus divisiones. Entre estas últimas, por ejemplo, están Patria Roja (que sigue activa), Bandera Roja y la bestialidad asesina y destructiva de Sendero Luminoso (creada por el paranoico Abimael Guzmán). No veo hoy un neomarxismo ni siquiera teórico en el Perú, porque nuestra izquierda criolla es una mezcla de ideas nacionalistas, populistas, estatistas y socialistas.
El aprismo y el acciopopulismo son otro cantar. Los primeros tienen una mezcla ideológica entre marxistoide y relativismo filosófico político. Los segundos, por otro lado, son una mezcla de populismo democrático con humanismo.
El humanismo también se aplicó en nuestro país. Nació a instancia de los filósofos Francisco Miró Quesada Cantuarias y Augusto Salazar Bondy. El primero fue kantiano, camusiano y sartreano. El segundo, marxista, camusiano y sartreano.
¿Y los socialcristianos? Hubo un pensamiento cristiano llevado a nuestra política de la mano de Víctor Andrés Belaunde y José Luis Bustamante y Rivero. Luego, tanto en Arequipa como en Lima, se fundó la Democracia Cristiana, de cuya disidencia emergió el Partido Popular Cristiano (PPC). Sus ideólogos más importantes fueron Héctor Cornejo Chávez y Antonino Espinosa Laña. La teología de la liberación de Gustavo Gutiérrez no encaja en el cristianismo social; es cristianismo puro.
La síntesis de todas estas ideologías está en las “Bases Ideológicas de la Revolución Peruana” del gobierno militar. Este se proclamó nacionalista, humanista, socialista, libertario, cristiano, ni comunista ni capitalista y, desde luego, revolucionario. Tuvo muchos ideólogos, pero el más visible fue Carlos Delgado. Julio Cotler calificó a esta revolución como nacionalista, populista, nasserista y bonapartista. Por esto, el gran científico social sanmarquino fue deportado. También tuvimos anarquismo, y no solo por González Prada, sino también por un partido anarquista: el espartaquismo.
Quedan por mencionar el ‘posibilismo’, la ideología de Perú Posible, una mezcla de socialcristianismo, socialdemocracia y humanismo creado por Hugo Garavito Amézaga. También, el etnocacerismo, etnicista, militarista y populista-nacionalista.
¿Son ideologías el elitismo, el racismo, la meritocracia, el dataísmo, el feminismo, el ecologismo, la negritud, el indigenismo y la gobernabilidad? ¿Lo son los conceptos de globalización y mundialización? Estas son interrogantes por resolver.