En nuestro castellano se registra un uso peculiar de bailar como transitivo relacionado a una prenda de vestir que le queda muy grande a una persona. En Pantaleón y las visitadoras escribe Vargas Llosa sobre el protagonista: “… le baila el pantalón, se mira en distintas poses en el espejo y se llena de melancolía” (Barcelona 1977, p. 277). Y en El héroe discreto se lee sobre un personaje femenino: “Traté de probarme un vestido de Gertrudis, pero me bailaba” (Lima 2013, p. 311).