Phillip Butters ha culpado a varias empresas privadas y al gobierno de boicotearlo (Foto: El Comercio).
Phillip Butters ha culpado a varias empresas privadas y al gobierno de boicotearlo (Foto: El Comercio).

Qu rico es el Per! Hasta en su coyuntura. De un suceso bastante normal como el despido de un periodista que perdi el respaldo de sus auspiciadores por una conducta pblica inapropiada (por decir lo menos) se pueden extraer muchas lecciones valiosas desde el derecho y el periodismo.

Phillip Butters ha culpado a varias empresas privadas y al gobierno de boicotearlo, por retirarle la pauta publicitaria que haca rentable su programa radial. Aqu hay un primer error: son los consumidores quienes lo boicotean, no sus anunciantes. Los anunciantes solamente reaccionan al boicot, sea hacindole caso y retirando sus auspicios o haciendo odos sordos y respaldndolo. Un grupo importante de auspiciadores, simplemente, decidi hacer caso.

Tiene un punto el seor Butters, no obstante, cuando dice que no es lo mismo que la decisin provenga de una empresa privada que de una entidad pblica. En principio, el privado puede hacer lo que quiera con su dinero; en cambio, el Estado debera guiarse por factores ms objetivos al momento de contratar su pauta publicitaria. Para lo cual debera haber unos lineamientos o protocolos que hagan ms transparente, predecible y neutral el gasto pblico en auspicios publicitarios.

S podra haber una forma soterrada de censura cuando una entidad estatal deja de auspiciar a un programa radial o televisivo cuyo mensaje es opuesto al que quiere transmitir el gobierno por ms noble que este ltimo sea. O tambin cuando cesa la publicidad en un peridico cuya lnea editorial es crtica al gobierno. Es lo que los norteamericanos llaman restriccin por el punto de vista (viewpoint restriction). Este tipo de decisiones que inciden en la libertad de expresin de los medios de comunicacin no deberan basarse en la postura del medio o del comunicador, sino en aspectos ms neutrales y objetivos, como el rting y la lectora.

El nmero de oyentes o lectores, sin embargo, no es la nica condicin objetiva por tomar en cuenta. Segundo error. Tambin es vlido que el Estado establezca objeciones en torno al cumplimiento de ciertos estndares por parte de los programas que auspicia. Y un estndar mnimo puede ser el respeto a la ley. Un programa radial cuyo conductor se dedica a insultar a personas y a mentir infringe la ley. As de sencillo. No importa que lo haga para atacar a homosexuales o a heterosexuales, a curas o a ateos, a polticos o a la Liga de la Justicia y a los Vengadores. Su opinin no importa. Lo que importan son sus insultos y falsedades.

Finalmente, hay un tercer error en el que el periodista incurre. El seor Butters ha anunciado un contraataque contra las empresas que le quitaron el respaldo publicitario. Un boicot para que la gente deje de consumir sus productos. Y ciertamente sera perfectamente vlido que lo hiciera, incluso por el solo hecho de haberle quitado su auspicio. El boicot es una manifestacin legtima de la libertad de expresin conjunta de un grupo de ciudadanos. Pero para que mantenga validez, no puede usarse en el camino expresiones dolosamente falsas adems de burdamente xenfobas, como por ejemplo afirmar que una compaa chilena de telefona espa a los peruanos, asociar a una marca de zapatos con Odebrecht o clamar que una marca de tiles escolares puede envenenar a los nios, como ha empezado a hacer el controversial periodista/activista (si cabe, acaso, esa dualidad).

Hasta para boicotear hay que saber hacerlo.

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