"A veces una división no es solo dolorosa, sino necesaria. Al parecer Fuerza Popular va camino a ello". (Foto: El Comercio)
"A veces una división no es solo dolorosa, sino necesaria. Al parecer Fuerza Popular va camino a ello". (Foto: El Comercio)
Pedro Tenorio

Mientras buena parte del fujimorismo le reza a las once mil vírgenes –y a las que lloraban allá por los años 90, también– para que el indultado Alberto Fujimori acepte que participando activamente en política a la que más perjudica es a su hija Keiko (y, con ello, dificulta aun más sus anhelos de llegar a Palacio de Gobierno), lo cierto es que en Fuerza Popular meditan cuidadosamente los pasos a seguir respecto a su relación con Alberto y Kenji Fujimori. Saben que en caso dieran un movimiento en falso, la más perjudicada políticamente hablando sería su lideresa.

¿Qué es lo que más conviene aquí: separación o entendimiento? ¿Fumar la pipa de la paz o partir lanzas irremediablemente? Desde un punto de vista elemental, la unión familiar haría la fuerza: divididos solo disputan un espacio común en beneficio de sus adversarios de turno (ayer PPK. ¿Y mañana?). Por tanto, razones tendrían de sobra para respirar hondo, tragar orgullos, restañar heridas y abrir de par en par las puertas de la pagoda dándole a Kenji un espacio estelar (monitoreado por Alberto, que es lo mínimo que pedirían) y amnistiando a los nueve parlamentarios de la “bankada” que votaron con el benjamín de la familia para salvar a PPK de la vacancia y obtener el indulto a favor de Alberto como moneda de cambio.

Sin embargo, todo indica que ello no será fácil: soslayar la “traición” de Kenji y los suyos no está en la bitácora política de Keiko y sus más cercanos consejeros. Allí se debate con énfasis sobre la conveniencia de expulsarlos del grupo (dado que la mayoría no son militantes inscritos en el partido), a manera de necesaria purga para preparar a Fuerza Popular ante desafíos mayores –la campaña electoral municipal y regional de este año, donde aspiran a ganar en zonas claves del país, quizás el más importante– mientras Keiko continúa perfilando su imagen como alternativa de gobierno. Algo que, desde mi punto de vista, ella no ha conseguido durante el último año y medio pese a haber contado en el Congreso con una mayoría abrumadora (y obsecuente) para sus fines. Un ejercicio fallido del cual también le pasan factura las encuestas.

En resumen, a veces una división no es solo dolorosa, sino necesaria. Al parecer Fuerza Popular va camino a ello, dejando afuera a Kenji (quien sí milita en el partido) y a Alberto (otrora “líder histórico”), con el costo que ello puede representar de cara al 2021 (o incluso antes). Padre e hijo también tienen opciones para sobrevivir políticamente (disminuyendo la cómoda mayoría de Keiko), y el Gobierno lo sabe. Hasta hace una semana el camino de la reconciliación parecía difícil pero no imposible. Hoy luce cada vez más un espejismo.