Carlos Salas Abusada

En un giro inesperado ante la inminente inhabilitación de TikTok en los Estados Unidos, cientos de miles de “refugiados digitales” han migrado hacia su símil, Xiaohongshu, rechazando así la línea oficial sobre la desinformación y el “robo de datos” de parte de la compañía china. La audiencia joven de ambas plataformas no tardó en desacreditar el pretexto de “la salvaguarda de la seguridad nacional”, recordándole al gobierno que sitios estadounidenses como Facebook y Google ya lucran con los datos y privacidad de sus usuarios, sin que el Congreso haga nada para evitarlo. Atando cabos entre los políticos detrás de la censura y sus finanzas de campaña, periodistas independientes y tiktokers suspicaces teorizan que la proscripción de la plataforma se debe a la copiosa documentación del genocidio israelí y el abrumador contenido a favor de Palestina desde el 7 de octubre del


Pero, más que una alternativa, Xiaohongshu (a la sazón, “Pequeño Libro Rojo” en mandarín) se ha convertido en los últimos días en un puente entre las culturas y los estilos de vida de China y los Estados Unidos. El intercambio accidental no solo ha resultado en un aprendizaje mutuo de ambos lados, sino en una verdadera apreciación de los estadounidenses por un país que, al menos a los más jóvenes, les cuesta ver como enemigo. Es probable que sea la mayor victoria de poder blando que China haya conseguido jamás, provocada por su presunto adversario, que ahora tendrá que enfrentar las consecuencias de este autogol geopolítico.

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