Arnaud, Véronique, y los hijos de ambos, ya habían emprendido un viaje de vacaciones cuando en diciembre del año pasado fueron reportados a la OMS los primeros casos de neumonía detectados en Wuhan (China). La familia francesa amante del trekking inició su travesía en Argentina, siguió por Chile y Bolivia. Para ese momento aún se veía lejana la posibilidad de una pandemia.
Llegaron al Perú el pasado 8 de marzo. La familia ingresó al país por Puno, allí conocieron el Lago Titicaca y la Isla de los Uros. Dos días antes, el país había anunciado su primer caso de COVID-19. Se trataba de un hombre de 25 años que había viajado a España, Francia y República Checa. El virus se expandía por todo el mundo.
Eso no amilanó al grupo de turistas, que estaba decidido a conocer el Valle del Colca (Arequipa) y luego viajar al Cusco. Sin embargo, cuando el presidente de la República, Martin Vizcarra, anunciaba el estado de emergencia por 15 días debido al brote del COVID-19, tuvieron que quedarse alojados en un hotel en Cabanaconde (Caylloma). La estadía se extendió por dos meses.
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“Pensamos que solo serían 15 días”, dijo Véronique a El Comercio, mientras recuerda que con ellos también estaban otros turistas europeos. A medida que pasaban las semanas la familia francesa se quedaba sola en Cabanaconde. Los siguientes dos meses lo pasaron en el distrito de Yanque. En ese lugar, sin imaginarlo, cosecharon papa, quinua y maíz junto a los residentes del distrito. Descubrieron la carne de alpaca como parte de sus platillos favoritos y probaron incluso el cuy al horno. Los cumpleaños de Arnaud y sus pequeños hijos se celebraron en las alturas de la provincia cayllomina.
“La gente es agradable, por eso nos quedamos en Perú, fue una experiencia única, estuvimos en cuarentena como todas las personas del pueblo, luego pudimos salir a ayudar en la cosecha, compartimos sus costumbres, su comida. Es la experiencia más fuerte que hemos vivido debido a la pandemia”, detalló Arnaud.
El viaje hasta Cusco se cumplió –por fin- en julio, sin embargo, en aquel momento la región enfrentaba su situación más crítica por el coronavirus. El sector salud había colapsado, y la economía y el turismo estaban lejos de reactivarse. Pese a todo, la familia sabía que valía la pena esperar.
Se alojaron en la casa de unos amigos por San Blas, y pasaron los siguientes meses allí. Cuando se reaperturaron los parques arqueológicos lograron recorrer los siete que fueron habilitados. Ellos saben que por la pandemia no podrán cumplir todos sus planes de viaje, como el trekking de Choquequirao hacia Machu Picchu.
“El plan era llegar el 21 a Cusco, para el cumpleaños de mi hija, pretendíamos visitar el valle sagrado, hacer trekking de Choquequirao hasta Machu Picchu, pero no podremos hacer todo lo planeado. Nos gusta el trekking, en Perú hay todo, no hay tantos países con tanta diversidad de paisajes, climas y cultura como aquí”, contaron los esposos franceses.
Cuenta regresiva
Los cuatro franceses han soñado por meses visitar Machu Picchu. A medida que pasan los días crece en ellos la certeza de que así será.
Cuando caminan por las calles de San Blas las personas creen que son turistas recién llegados, pero la verdad es que ellos se sienten cusqueños, se sienten peruanos.
“Prácticamente somos como sus vecinos, somos peruanos por todo lo que hemos vivido aquí. El Perú tiene un espacio especial en nuestro corazón, no conocemos Cusco con turistas, no es normal ver una ciudad turística con calles desiertas, es triste, nos parece extraño caminar por las calles sin otros turistas”, señalaron.
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Las calles ya las conocen de memoria, no se cansan de apreciar cada ruta pétrea que hay en el Centro Histórico de Cusco, mientras guardan celosamente los 4 boletos de ingreso a Machu Picchu. Arnau, Véronique y los pequeños serán uno de los primeros grupos de turistas que visitarán la maravilla mundial después de siete meses de estar cerrada al turismo.
“El último sueño antes de salir de Perú es conocer Machu Picchu, luego podremos irnos en paz. Volveremos cuando todo esté “normal” para conocer los otros lugares que estaban en el plan”, aseguró Arnaud.
Dentro de las dificultades y lo difícil de la vida en pandemia, Arnaud, Véronique y sus hijos, lejos de su país natal, han descubrieron en otro continente la gentileza de las personas.
“Fue una experiencia humana, más fuerte y especial, que siempre vamos a recordar, valió la pena quedarse, Perú no es solo para visitar sitios o paisajes en un par de días, es más que eso, es compartir con su gente, conocer su vida, hay que quedarse por más tiempo para entenderlo”, indican emocionados los esposos europeos.
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